El proyecto de Gestión de los Pinares de Lerín que se presentó en octubre de 2019, ha conseguido de Gestión Forestal del Gobierno de Navarra los permisos pertinentes para su inicio. Un proyecto contestado por el vecindario y ecologistas al que presentamos Recurso Administrativo de Alzada, atrasando hasta ahora su ejecución. Ante dicho rechazo, Gestión Forestal encargo un informe a la Mercantil Bioma Forestal, que como se esperaba dio por bueno el proyecto.

La Gestión Forestal en nuestra Comunidad y también en otras, arrastra una filosofía y prácticas, que durante años han servido para el mantenimiento de nuestros bosques, pero que deberían revisarse con urgencia dado el cambio de temperaturas y pluviometría que soportan y soportarán. Hasta ahora en la gestión predominaban el mantenimiento y los intereses económicos (aprovechamientos, productos, turismo etc., pero el Cambio Climático, la reducción de la biodiversidad y los megaincendio, nos alertan de que vamos en dirección equivocada. Según el IPCC sobre el Cambio Climático de la ONU en su “un último llamado” para salvar la Tierra de una inminente catástrofe dice: “una diferencia de solo medio grado de temperatura tendría consecuencias devastadoras para nuestro planeta, porque lo más urgente es limitar el aumento de temperatura global a un máximo de 1,5 grados. El tiempo para actuar se está acabando…”

Según dice el informe redactado por Bioma Forestal del Plan de Gestión Forestal de Lerín (PGL): “el principio que ha movido ese documento ha sido la mejora de las masas forestales del término constituidas principalmente por repoblaciones de Pino Carrasco (Pinus Halepensis). En el mismo estiman que la principal función de esas masas forestales es la de la protección del suelo contra la erosión y el mantenimiento y mejora de la biodiversidad. También reconocen que la acción del Cambio Climático puede acarrear importantes cambios en las comunidades vegetales y animales, lo cual presentará un reto cada vez más complicado para los gestores, los cuales deberán procurar aminorar los efectos que éste tiene sobre el medio natural”. Aunque los principios manifestados en ese Informe nos parecen correctos, encontramos importantes contradicciones en su aplicación y calendario propuesto.

El PGL aprobado clasifica como bajo y medio el riesgo de incendio en la zona, cuando las predicciones para los próximos años marcan la tendencia a un aumento de temperaturas y disminución de precipitaciones. Por tanto, deberían clasificarse como muy alto.

También detecta como necesarias actuaciones urgentísimas, pero que luego no están programadas como tales: “Resulta de gran urgencia realizar los clareos en las zonas de pinos jóvenes, porque representan un verdadero peligro de incendio, además de la necesidad de que esa gestión favorezca el desarrollo de las masas forestales de esas zonas”.

En Lerín existen alrededor de 750 Ha de pinares, de los cuales 700 Ha presentan un altísimo riesgo de incendio, dado que nunca se ha intervenido en ellos. Por contra, el PGL prioriza actuar en las 50 Ha restantes, en las cuales existen alrededor de 25.000 pinos -de entre 60 y 80 años de edad- que se pretenden talar. Estos no requieren actuación urgente alguna, dado que a diferencia de los ejemplares jóvenes, están espaciados y con evidente salud. Probablemente se da preferencia a los intereses económicos sobre los ambientales. De no ser así, no se priorizaría en el calendario el inicio de las talas con los ejemplares adultos maderables, cuando lo urgente son las masas jóvenes por el peligro de incendio.

Una gestión forestal sostenible es clave en el mantenimiento y aumento de la capacidad de los bosques para secuestrar gases de CO2. Las talas injustificadas de ejemplares adultos propuestas, además de aumentar la desertización por las afecciones al suelo, contribuirán a la reducción global que como sumidero de gases realizan los Pinares de Lerín. Cuando el Gobierno navarro plantea “reducir las emisiones de CO2 en un 55% en 2030 respecto a 1990”, el Plan Técnico de Gestión de los Pinares aprobado va en dirección contraria.

Respecto a la erosión el PGL dice: “Muchas de las masas no arboladas del monte, sobre todo las que se encuentran en caídas y zonas de barranco, soportan altos grados de erosión debido a la escasa cobertura de vegetación y la excesiva pendiente”. Pues bien, por lo visto esto no es urgente. Proponemos como actuación urgente la reforestación de una superficie de al menos 150 Ha con especies apropiadas (tanto arbóreas como arbustivas). Esto dado que la regeneración natural es inviable por las condiciones climáticas actuales y futuras. Existen importantes ayudas económicas de Medio Ambiente para realizar estas tareas de reforestación, si se piden.

Según el PGL, resulta chocante y contradictorio que para el aprovechamiento de la madera a lo largo de 15 años, que supone económicamente 24.287,31 euros, sea necesario realizar pistas por un valor de 82.303,06 euros, que además alteran los suelos. Si los balances económico y ambiental son negativos con la tala de los ejemplares adultos, ¿No sería más razonable dejarlos como están y actuar en lo verdaderamente urge?

El Plan Forestal de Navarra plantea el mantenimiento de la biodiversidad, la protección del suelo y la recuperación de la cubierta vegetal, y advierte de que pequeños cambios en el uso pueden agravar la situación de la fauna y flora. Indica que aumentar el potencial actual de fijación de CO, solamente es posible ampliando las superficies arboladas y no reduciéndolas como en los Pinares de Lerín.

Pedimos al Ayuntamiento de Lerín que modifique el actual PGL, para conseguir una Gestión Forestal sostenible y compatible con los objetivos de conservación, mantenimiento de la biodiversidad y lucha contra el Cambio Climático. También que de voz al vecindario realizando un Referéndum.

La ONU ya nos ha recordado la importancia de las soluciones basadas en la naturaleza para enfrentarnos a las altas temperaturas y sequías futuras. También la Ley de Cambio Climático navarro incide en esa dirección. En este contexto, los árboles son una pieza esencial y de nosotros depende una gestión sostenible.

El autor es miembro del Consejo Navarro de Medio Ambiente