Me resulta difícil expresar mi opinión respecto a lo que estos días ocurre en mi pueblo, pero siento la necesidad de hacerlo porque quiero mostrar públicamente mi apoyo a Mikel e Idoia, gestores del albergue. Hace 25 años él llegó a Beintza, se enamoró de la localidad, de su gente y de su paisaje, y decidió quedarse para emprender.

No es una tarea fácil gestionar un negocio como este, que promociona nuestra lengua (el euskera), nuestro paisaje (el pueblo), nuestra gente (nosotros), nuestros rincones (únicos), nuestros valores y tradiciones (también únicos) y mucho más.

Mikel e Idoia han generado empleo, economía y prosperidad a través de un albergue que ha colocado a Beintza en el mapa, sí, en el mapa.

Muchos municipios como el nuestro desearían tenerlo en su haber, porque hay que recordar que formamos parte de esa base de datos de “pueblo despoblado y anciano” de la montaña navarra.

Es suficiente que alguien me pregunte de qué pueblo soy para que responda orgullosa: “De Beintza Labaien”. Muchos niños y jóvenes navarros que se han alojado en el albergue sonríen y se les ilumina la mirada al recordar su estancia en este precioso lugar. Disfrutar de su experiencia supone un antes y un después para ellos ya que posteriormente siguen visitándonos.

Por eso, no entiendo y me sorprende que en un pueblo como Beintza ocurran episodios como el que voy a relatar. Tras alguna denuncia previa, los vecinos hemos recibido un bando que habla de ruidos, de molestias, de que si una terraza ocupa el frontón o que si utiliza el recurso de Leurtza. En fin, no entiendo, y no entiendo que alguien pueda apoyar esto y se llegue al punto actual.

Y es que los ruidos mencionados responden a las risas, a los juegos, a los niños corriendo, a la música y a la alegría. ¡Ojalá se escucharan todos los días, a todas horas, y todos los meses del año! Tenemos la suerte de disfrutar de campamentos de niños que nos hacen recordar que estamos vivos en un pueblo de la montaña navarra, donde la accesibilidad por carretera no es precisamente la más cómoda y la media de edad supera los no sé cuántos años.

Pido, si de algo sirve, que por favor a las autoridades que correspondan pongan fin a esta situación. Pido que apoyen a Mikel e Idoia, que han apostado por quedarse a vivir con su negocio en el pueblo y que demuestran con creces la suerte que tenemos de disfrutar cada día de este tesoro, nuestro pueblo y de su gente. Y pido que se ponga fin a esas dudas y denuncias, que prime el sentido común y focalice sobre lo beneficioso que es para todos que Beintza Labaien cuente con personas así.

En representación de vecinos y vecinas de Beintza Labaien