Fueron muchas las proclamas sobre cómo superar la crisis económica y social que, arrastrada durante años, se agravó y mucho a consecuencia de la pandemia de Covid 19.

Desde diferentes ámbitos políticos, económicos y sociales fueron lanzadas proclamas tales como “que no quede nadie atrás”, “que la crisis no la paguen los de siempre”, hay que bajar impuestos para recuperar la economía y mejorar el poder adquisitivo de la gente, “la salida de la crisis requiere garantizar la liquidez y la adaptación del empleo y más industria e innovación”, “hay que usar la creatividad, el modelo capitalista no tiene capacidad para salir de la crisis, hay que cambiarlo”, “sin equidad no podremos acabar con la covid-19”, etcétera.

Decía el entonces y ahora presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez: “El Gobierno va a proteger a todos los ciudadanos, la victoria depende de cada uno de nosotros”.

El entonces y ahora aún monarca, muy solidario él también, designaba a cada ciudadano y ciudadana como responsables para que España recupere su pulso, su vitalidad; “Todos y cada uno somos parte de la solución de esta crisis, España es un gran país, un gran pueblo que no se rinde ante las dificultades. Este virus no nos vencerá, al contrario, nos va a hacer más fuertes como sociedad”.

¿Cuánto de proclama, pretensión, aserción, compromiso, propaganda, misericordia contienen cada una de estas expresiones? ¿Cuánto de objetividad o subjetividad sistémica y ontológica? ¿Qué percibe la gente, el pueblo?

Comparto la aserción que hacía Melinda Gates en una entrevista: “Esta pandemia ha magnificado todas las desigualdades de nuestra sociedad, como el racismo sistémico, la desigualdad de género y la pobreza”.

En nuestro caso, como otras muchas personas, vaticinamos que la crisis la pagarían los y las de siempre si no se modificaban las reglas de un sistema, el sistema capitalista, que genera desigualdad, pobreza para mucha gentes y enriquecimiento obsceno para otras poquitas. Veamos algún que otro botón de muestra de lo que ha sucedido en los cuatro últimos años:

Desde la pandemia, la Banca, que solo hay una y es privada, ha aumentado sus beneficios con récords. En el año 2021 ganó 20.979 millones de euros. En 2022 alcanzó un beneficio récord ganando más de 20.800 millones, las ganancias de la actividad de los bancos en España se dispararon casi un 50%. En 2023, las seis entidades más grandes del país (Santander, CaixaBank, BBVA, Bankinter, Sabadell y Unicaja) cerraron el año con beneficios netos de nuevo récord: 26.351 millones de euros, 25,5% más que lo que se registró el año anterior.

Las compañías cotizadas en la Bolsa nacional obtuvieron un beneficio histórico en 2021 de 64.021 millones de euros. En 2022, según el Banco de España, los beneficios de las empresas crecieron siete veces más que los salarios y las ganancias de las compañías no financieras aumentaron un 21%, los salarios aumentaban un 6% en el sector privado y un 5% en el sector público. El gasto en personal por cada trabajador se ha elevado apenas un 3%. En medio del tsunami, ¡récord de beneficios empresariales en España!

La Comisión Europea preveía que los beneficios empresariales serían responsables de más de la mitad de la inflación de 2023 a 2025.

Las 200 empresas con más ingresos pagaron en impuestos el 5,1% de su beneficio en 2020. El tipo efectivo sobre la base imponible fue del 19,3% el año de la pandemia. El salario medio subió un 2,87% respecto al año anterior. Desde 2008 el sueldo medio en España ha estado siempre entre un 30% y un 48% más alto que el salario más común.

La presión fiscal de Navarra está 1.900 millones de euros por debajo de la media europea, la carga impositiva recae sobre las rentas del trabajo, que pagan 4 veces más impuestos que las empresas, mientras las empresas pagan en Navarra el Impuesto sobre Sociedades más bajo de todo el Estado.

La reforma fiscal de 2024 del Gobierno de Navarra (PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin) y EH Bildu no corrige, muy al contrario consolida una fiscalidad radicalmente injusta e insolidaria que obvia el principio de progresividad.

El coste de la vida en Navarra crece sin parar. La cesta de la compra costaba en 2022 un 14,3% más que el año anterior, el mayor incremento en dos décadas. Huevos, aceite, leche, cereales y carne son los alimentos más inflacionistas, con aumentos del 32,5%, 27,3%, 24,5%, 21,5% y 21,1%, respectivamente. Pero en el mismo periodo los salarios han crecido el 4,53% en la Comunidad Foral.

En 2023 el aumento de precio de los alimentos no dio tregua y creció un 9,8% en septiembre. + 20 % las patatas, + 18% el arroz, + 13% la leche, + 9% las frutas, + 67% el aceite, + 8% la carne, + 8% el yogurt y + 7% el pescado.

En estos años postcovid, la clase trabajadora medio acomodada se ha empobrecido y soporta gran parte de los ingresos fiscales, pueden mantener un buen nivel de vida aunque llegue para menos. Son más los trabajadores y las trabajadoras pobres, la pobreza severa aumenta. Eso sí, los dueños y las dueñas de los grandes dineros continúan campando a sus anchas contribuyendo al bienestar de sus prójimos más bien poco o casi nada.

¿Dónde están las propuestas políticas para corregir este despropósito, este sistema que enriquece a quien más tiene a costa del trabajo de la gran mayoría social?

Tomamos prestada una frase cargada de significado del filósofo John Searle: “Prácticamente toda nuestra realidad política es relativa al observador”.