He leído con atención y mucho asombro su artículo en DIARIO DE NOTICIAS del 4 de abril. Lo firma como director general de Memoria y Convivencia del Gobierno de Navarra. Pregunto. ¿Habla usted en nombre del Gobierno?

Como director general, ¿se cree usted con derecho a llamarnos “iconoclastas, localistas y minoritarios social y políticamente” a 26 asociaciones memorialistas y a toda la ciudadanía que hay detrás? Usted está ofendiendo a las víctimas, y si no se lo mira usted, se lo tendrá que mirar su responsable política, la señora Ana Ollo, que el día anterior a escribir usted su artículo, tuvo otra actitud, empática y respetuosa, totalmente diferente a la suya para con nosotras, las víctimas.

Señor Zabalza, usted no está a favor de las Leyes de Memoria Democrática, de Navarra y estatal. Usted está a favor de una Ley de Concordia (tal vez parecida a la que han aprobado PP y VOX en otras comunidades) lo que no tiene nada que ver. De su escrito, yo entiendo que el esfuerzo que ha hecho el Gobierno de Navarra, su Gobierno, no es acorde con lo que usted plantea.

¿Habría pues que volver a su lugar los casi 1.500 símbolos franquistas que su Gobierno, según la consejera Ana Ollo, en reciente comparecencia, quitó de los lugares donde estaban? Placas del Instituto de Vivienda con las flechas de la falange, calles de generales franquistas, estatua de Sanjurjo, devolver a Mola a Los Caídos… Según su razonamiento, habría que hacerlo. ¿Por qué motivo se quitaron?

Si me pusiera cínica, diría que me parece una buena idea volver a ponerlas en su lugar, resignificarlas y con sistemas led, como usted dice que han hecho en Bolzano (Italia), hacer una lectura de cuál fue su función y por qué se colocaron allí. De esa forma podemos llevar a los escolares y a los turistas de la Memoria, a cada lugar para enseñarles lo que fue la Historia de este país. También podemos poner bancos al lado de ellos, para que la ciudadanía, con afanes de convivencia, pueda organizar debates y charlas en su entorno, y así conseguir que los fascistas de ayer y de hoy conversen con las víctimas de ayer y de hoy de una forma pacífica y democrática.

Y además teniendo en cuenta que los gastos públicos salen de los impuestos de toda la ciudadanía, si aprovechamos esta legislatura para implementar la Ley de Convivencia tal y como usted plantea, lograremos que en la próxima legislatura, si hay suerte y las derechas logran la mayoría (como está pasando en varias comunidades autónomas y en varios países de Europa, democráticos ellos, por supuesto) ya tengan el trabajo hecho y nuestro maravilloso Monumento a los Muertos de su Cruzada, perfectamente resignificado y nuevito, para volver a dedicarlo al franquismo. Así no nos gastamos más pasta en seguir poniendo y quitando placas, estatuas y monumentos.

Si tiene usted suerte, lo logrará democráticamente, gracias al trabajo de olvido, de no reparación y de falta de verdad, que los Gobiernos que ha habido en este país desde la muerte de Franco han hecho, tanto gobiernos de derechas como su partido, el Partido Socialista, que durante más de 20 años no movieron un dedo por la Memoria, cuando todavía teníamos tantos y tantos testigos del genocidio, a quienes preguntar y recabar datos, para sacar a los nuestros de las cunetas. Gracias a que todos ellos se preocuparon muy mucho de que no se hablara del tema ni se estudiase en las escuelas y así crear olvido y desconocimiento, para que muchos ciudadanos de las nuevas generaciones no sepan de qué va la Historia.

Hay una evidente contradicción entre su postura, señor Zabalza y la de su consejera. Yo creo que su consejera tiene la posición correcta y que usted debería dimitir, porque es incapaz de implementar la Ley de Memoria.

Debería preocuparse, porque nosotras, las víctimas, con ayuda de las asociaciones memorialistas, seguiremos manteniendo y difundiendo la Memoria con Dignidad. Pese a quien pese.

También esperamos que, de una vez por todas, se pongan las pilas todos los partidos políticos del cuatripartito y que, en esta legislatura, consigan terminar con esta injusticia y con el mayor símbolo del franquismo, derribando Los Caídos.

La autora es familiar de represaliados por el franquismo