El 22 de diciembre de 2017 se encontró una nota colgada en la puerta de un supermercado de Berlín. “No quiero pasar la Navidad solo”, decía aquella nota. El anuncio fue fotografiado por una niña y publicado en Facebook. Pronto se volvió viral y el anciano fue invitado por miles de personas en toda Alemania. Una historia con final feliz, pero no uno de muchos.
La Navidad, y las fiestas en general, son una época de felicidad para muchos, pero también de profunda tristeza para no menos que muchos. Muchas personas se sienten tan solas que no pueden pasar las Navidades con alguien. Es la paradoja de las grandes ciudades, un desierto poblado de gente: miles de personas en unos pocos kilómetros cuadrados y todavía solas… incluso envueltas en luces navideñas, cánticos, escaparates,…, compras y felicitaciones.
La economista Noreena Hertz escribió en 2021 El siglo de la soledad, un libro en el que la autora lo vive en primera persona: en una entrevista de trabajo es evaluada por un algoritmo; una tarde va de compras con una mejor amiga alquilada a través de un servicio online; por la noche se encuentra tocando la piel artificial de un robot diseñado para ser su mascota. La soledad que describe Noreena Hertz no se limita a la frustración del deseo de tener a alguien cerca: “es un mal sutil que se ha infiltrado en nuestro interior y ha permeado todos los aspectos de nuestra sociedad. Es el mundo paralelo y descontrolado de las redes sociales, donde el ego se esconde tras una máscara. Es marginación en el lugar de trabajo, donde el trabajador se percibe a sí mismo como un engranaje insignificante”.
Me imagino, desconozco las estadísticas, que muchas personas dirán que no tienen a nadie con quien contar y que no pocas personas dirán sentirse siempre más solas. Nuestro país será cada vez menos poblado, más viejo y con familias cada vez más pequeñas. El número medio de miembros de una familia será cada vez menor, y muchas personas parecen destinadas a vivir solas. En menos de veinte años, España podría ser una nación poblada por millones de personas solitarias. También aumentará lo que algunos sociólogos llaman la soledad de dos.
Curiosamente, en el Reino Unido se creó en 2018 el Ministerio para la Soledad, cuya tarea era resolver los problemas sociales relacionados con la soledad. La soledad puede doler no sólo a nivel emocional, sino también físico, porque aislarnos puede provocar un gran malestar que afecta a nuestro cuerpo, y por ende a nuestra salud.
Ayer tuve esta sensación al volver a casa… envuelto en la fría noche… arropado de luces navideñas… inmerso en una marea de personas desconocidas y todas, aparentemente al menos, alegres y felices… Y pensaba en aquellos que disfrutarán padeciendo de un “Sólo otra Navidad… como cualquier otro día”.