La pobreza es uno de los problemas más preocupantes y complejos de las sociedades modernas, incluso en países desarrollados como España o Navarra. Aunque el Producto Interno Bruto (PIB) suele considerarse una solución para mejorar las condiciones de vida, no siempre logra reducir la pobreza.

El mito del PIB como indicador de bienestar

El PIB mide el valor total de los bienes y servicios producidos en un país durante un periodo. Aunque su crecimiento refleja actividad económica, no garantiza una distribución equitativa de la riqueza. El aumento del PIB beneficia primero a los sectores más ricos, debido a su capacidad para invertir en los mercados financieros, poseer activos y acceder a redes de influencia. Las clases medias suelen beneficiarse más tarde, mediante un lento goteo relacionado con mejores empleos o aumentos salariales. Este efecto no siempre alcanza a las clases más desfavorecidas, debido a barreras estructurales como la falta de educación, menor acceso a trabajo de calidad, mayores dificultades de acceso a la vivienda digna, y un largo etcétera.

Además, el PIB no considera el impacto ambiental, el trabajo no remunerado ni la desigualdad en la distribución de ingresos.

Según el informe de Future Policy Lab, entre 1980 y 2018, los más beneficiados del crecimiento económico fueron los sectores más privilegiados. El 0,01% más rico triplicó el crecimiento económico de la mayoría de la sociedad. Este modelo genera una paradoja: un PIB creciente puede incrementar la desigualdad, enriqueciendo más a los ricos mientras los pobres se empobrecen.

Distribución de la pobreza en Navarra

A pesar de ser una de las regiones con mayor PIB per cápita en España, Navarra enfrenta desigualdades sociales significativas. Según el VII informe de la pobreza en Navarra, en 2021, el 11,7% de la población vivía en pobreza severa. Las áreas de Pamplona y comarca tenían las cifras más bajas (10,1%-10,6%), destacando Aranguren con solo 4,1%. Por el contrario, Estella y Tudela presentaban tasas más elevadas (15,3%-15,6%), con localidades como Cintruénigo, Corella y Cascante superando el 18%. En Tafalla, la pobreza severa alcanzó el 11,4%. Además, el 21,7% de los navarros estaba en riesgo de pobreza.

El coeficiente de Gini, que mide el nivel de desigualdad, mostraba a Navarra como la comunidad más igualitaria de España en 2018. Sin embargo, en 2022 y 2023 Navarra descendió al undécimo puesto, aunque sus datos seguían por debajo de la media nacional.

La pobreza afecta desproporcionadamente a las mujeres debido a factores estructurales, culturales y económicos como la brecha salarial y las responsabilidades desproporcionadas en el cuidado del hogar. En la Fundación Banco de Alimentos, el 44,8% de las familias monoparentales con hijos menores son lideradas por mujeres, frente al 11,2% por hombres (cinco veces menos). Las mujeres tienen una tasa de riesgo de pobreza 2,6 puntos superior a la de los hombres.

Los jóvenes también son especialmente vulnerables: el 31,4% de los menores de 16 años y el 26,5% de las personas de entre 16 y 29 años se encuentran en riesgo de pobreza. La pobreza en los jóvenes de 25 a 40 años en España está ligada a la precariedad laboral, el desempleo y los altos costos de la vivienda.

Tener empleo no garantiza integración social: la precariedad laboral ha creado al trabajador pobre, con un 12% de empleados en exclusión y el 30% trabajando menos de 20 horas semanales.

En enero de 2024, la población inmigrante, un 17,9% en Navarra, enfrentaba empleos precarios, bajos salarios y discriminación, dificultando su acceso a vivienda, ayudas y formación, y agravando su exclusión social.

Causas de la pobreza

La pobreza tiene múltiples causas, como la desigualdad en la distribución de recursos, que concentra la riqueza en pocos; una educación inexistente o de baja calidad, que limita oportunidades laborales; y el desempleo o subempleo, que impide ingresos estables. También influye la exclusión sanitaria, aunque exista un sistema universal, y la discriminación de género, que afecta las oportunidades de las mujeres. Además, el cambio climático agrava la situación al impactar a comunidades vulnerables con desastres naturales y sus efectos.

Mecanismos públicos para combatir la pobreza

La lucha contra la pobreza requiere intervenciones sostenidas por parte de las autoridades públicas que desempeñan un papel clave en la redistribución de la riqueza y en garantizar que el crecimiento económico beneficie a toda la población. Entre los mecanismos destacados se incluyen:

• Políticas fiscales progresivas.

• Garantía de acceso universal a la educación y la salud.

• Programas de transferencias directas, como subsidios y pensiones no contributivas.

• Regulación del mercado laboral para combatir la precariedad.

• Programas de inclusión social y ayudas alimentarias.

En Navarra, las transferencias sociales como la renta garantizada o el ingreso mínimo vital han mitigado la pobreza extrema. Sin embargo, aún no cubren todas las necesidades, dejando a muchas personas fuera por criterios restrictivos o dificultades de implementación. Estas ayudas, que promedian entre 800 y 900 euros, son insuficientes para muchas familias. ¿Alguien cree que es suficiente para cubrir las necesidades alimentarias por ejemplo?

Organizaciones como los bancos de alimentos son ágiles en su gestión y esenciales para complementar las ayudas que no llegan. Según los datos de la Fundación Banco de Alimentos de Navarra, el 50% de las familias más desfavorecidas no recibe estas ayudas.

Reflexión final

Combatir la pobreza requiere una visión integral que combine políticas públicas efectivas, con la participación de organizaciones sociales y empresas. Una distribución más equitativa de los recursos y mayores oportunidades para los sectores vulnerables son esenciales para construir una sociedad más justa y equitativa.

El autor es voluntario de la Fundación Banco de Alimentos