Cuando Rafael Martínez y Rebeca Gabarda, naturales de Valencia, llegaron a Pamplona, tuvieron que buscar opciones de ocio para entretener a sus hijos. Se mudaron hace 11 años por motivos laborales y Rafael y Ainara, de 16 y 13 años respectivamente en ese momento, también empezaron de cero: “Aún no tenían amigos”.
Descubrieron entonces lo que era un escape room y fueron a probar. Y eso que Gabarda pensaba que les iban “a secuestrar”. Pero les gustó. “Nos divertimos los cuatro, desde la pequeña hasta mí”, subraya Martínez. Desde entonces no han parado. Se convirtió en el plan familiar por excelencia. “Ellos empezaron a hacer su vida y la manera de estar conectados era esto”. Tras haber completado más de 200 salas entre cumpleaños, celebraciones y viajes, se plantearon abrir la suya propia.
Los cuatro integrantes de la familia secundaron la propuesta. Pidieron un crédito y firmaron el alquiler del local. Era febrero de 2020. Ya estaban preparados para ponerse manos a la obra cuando se les empezaron a torcer las cosas: “A la semana llegó la pandemia. Se fundió la mayoría del dinero porque no había tanto trabajo”. Tenían un espacio alquilado que no podían usar para nada. Gabarda es capaz de recordarlo con una sonrisa, pero pasaron por una situación de la que fue difícil levantarse: “Tiramos la toalla 1.000 veces y la volvimos a recoger”.
Cuando ya pudieron empezar las obras, los problemas familiares dejaron su proyecto en segundo plano. “Mi madre estaba mala y teníamos que bajar a Valencia para verle todos los findes. Mi hermano y mi padre ya habían fallecido”, rememora Martínez. El hermano y el padre de Gabarda también murieron en este periodo de tiempo. “Han sido cinco años muy duros, pero Rafa se mantuvo muy tenaz. Tenía un sueño y ha ido tras él”, sentencia Gabarda.
“Después de todo, es más gratificante la recepción de la gente que el dinero que ganas”
No pararon hasta conseguirlo. Uno de sus secretos fue hacerlo en familia. Pese a que el matrimonio lideró el trabajo, recibieron la ayuda de Rafa para la web y la de Ainara para las redes sociales. En un principio, el plan era que la pequeña fuera la jefa: “Es muy creativa. Iba a llevar el negocio, pero pasaron los años e hizo su vida”.
Contaron con un último gran contratiempo. Gabarda y Martínez tuvieron que volver a Valencia por trabajo a finales de 2024. Otra mala noticia: “Nos tuvimos que plantear en serio qué hacer”. Una vez más, se negaron a venirse abajo y decidieron subir cada fin de semana a la capital navarra para ultimar los detalles.
Tras cinco angustiosos años, en abril, finalmente, abrieron Exitum escape room en la calle Aralar: “Fueron muchos nervios”. Pero el trabajo dio su fruto. “La acogida ha sido muy buena, estamos muy contentos. Si miras las reseñas son todas de cinco estrellas”, resopla Martínez. Un éxito del que toda la familia ha sido partícipe: “Al principio mandábamos vídeos a Rafa y Ainara cuando la gente salía para que vieran que les había gustado”. Llegados a este punto, tienen claro qué es lo mejor de haber seguido adelante: “Después de todo, es más gratificante la recepción de la gente que el dinero que ganas”.
El tema del escape room, sin desvelarlo, está ambientado en la Francia ocupada por los nazis, en la que Hitler busca hacerse con el reloj que retrocede el tiempo del taller secreto de Leonardo Da Vinci. La sala cuenta con tres niveles de dificultad: iniciación, intermedio y experto.
¿Y ahora qué?
El matrimonio no puede seguir yendo cada fin de semana siempre: “Mantenernos así a largo plazo es inviable. Te quedas sin vida”. Están buscando a un game master que se encargue del local. Ellos subirán a revisar todo una vez o dos al mes. Además, ahora que han visto que funciona bien, ya están pensando en abrir una segunda sala, que es para lo que tienen espacio. El tema está ya elegido: girará en torno a un submarino. “Esperemos que no cueste tanto de hacer como la primera”, reconocen entre risas.
Tomando las cosas con perspectiva, son capaces de hacer una valoración de lo que ha supuesto cumplir el sueño por el que tanto han tenido que luchar: “Es una mezcla de emociones. La mayor es satisfacción. Hemos hecho algo que funciona y gusta, pero también nos da pena no seguir aquí”. Pese a que han lidiado con desgracias personales en su etapa en Pamplona, le tienen mucho cariño: “Ya habíamos venido a Isaba de vacaciones para escapar del calor. También nos ofrecieron ir a Barcelona a trabajar, pero Navarra nos había enamorado”.
La de la familia Martínez Gabarda es una historia de tenacidad. Exitum es un reflejo de su vida como familia. Tenían que llevarlo a cabo. Quizá por eso nada ha podido pararles. “Nos hemos caído y levantado”, aseguran. Han sabido encontrar siempre la fórmula exacta y la clave escondida para escapar de las dificultades. Tenían mucha experiencia como para no hacerlo.