Paseo otoñal acompañado de Martín de Unssi bordeando las viñas que, en esta época, ya no soportan el peso de las negras uvas y empiezan a verse tonalidades ocres y rojizas, junto al verde de las parras; observamos los olivos que nunca pierden su verdor, ahora también los plantados para que la recolección pueda ser mecánica, y el colorido de las olivas entre el verde y el negro. Y durante todo el tiempo podemos apreciar los aromas de nuestro campo.
Rememora Martín las vendimias de su juventud con los carros y las mulas, comportas y cuévanos y el ambiente que se creaba en el pueblo con los jornaleros que ayudaban a cortar las uvas. Hoy todo es más limpio y cómodo, pero aquellas vendimias de la juventud.
Me comenta Martín que no sabe si hay cambio climático, pero que hace unos años la vendimia comenzaba alrededor del día del Pilar y ahora para esa fecha ya ha terminado.
De regreso al pueblo, me invita a un rosado en su casa por lo que recorremos el casco antiguo y, mientras subimos las medievales cuestas, podemos admirar las robustas casas de piedra, algunas con viejos escudos nobiliarios, y los restos que nos indican dónde estaban los antiguos cercos que cerraban las murallas y que fueron desplazándose conforme crecía la población.
Pero, como en muchos de los pueblos que están sufriendo la despoblación, vemos también casas en mal estado, casi abandonadas y, según me comenta, alguna sin dueño. En general, son casas de escaso valor o en las que hay que invertir mucho dinero para su adecuación y que, tras la muerte de sus propietarios, no han contado, por diversos motivos, con herederos.
Pasan los años y las casas sin dueño se deterioran, afectan a las lindantes y, a veces, con riesgo de generar accidentes por desprendimiento de cascotes, caída de tejas, etcétera.
Pero, ¿cómo es posible que haya casas sin dueño? La ley dice que cuando no existan herederos o estos rechacen o no acepten la herencia los bienes pasan al patrimonio foral.
Me comenta Martín que se ha preguntado en el Gobierno y el proceso es muy complicado. La administración necesita tener constancia de que todos los herederos han renunciado a la herencia y además en documento notarial. Si, en muchos casos, es difícil conocer todos los posibles herederos, es casi imposible, en la actualidad, que vayan al notario para renunciar.
Y si alguien está interesado en adquirir esos inmuebles no puede hacerlo al no tener a quien comprarlo. Curiosa parodoja.
Mientras tanto, la despoblación avanza, la necesidad de vivienda asequible es un acuciante problema y las viviendas sin dueño se pierden al no poder utilizarse. Y como escribió en un artículo el presidente del Colegio de Arquitectos: “no nos podemos permitir dejar sin uso el patrimonio edificado y además olvidarnos de la rehabilitación”.
También se puede favorecer la lucha contra la despoblación poniendo en el mercado las casas vacías de nuestros pueblos y facilitando, cuando sea necesaria, su rehabilitación. Se observan casos puntuales en los que jóvenes adquieren casas viejas que rehabilitan con sus propios medios (se hace de la necesidad virtud).
Pero los anuncios de nuevas viviendas se producen principalmente en la Comarca de Pamplona lo que obligará a los jóvenes, abandonando sus pueblos, a emigrar a la capital, favoreciendo de esta manera la despoblación del mundo rural. Facilitar la colocación en el mercado de las viviendas vacías y las sin dueño ayudaría a mantener población joven en nuestros pueblos. La despoblación del mundo rural es un fenómeno complejo, que procede de años atrás y que requiere de varias y diferentes medidas para revertirla, pero es indudable que favorecer la vivienda asequible es una de ellas.
Mientras saboreamos una copa de rosado, me dice, con su habitual sorna, que a veces los políticos se pierden en grandes batallas y no dan respuesta a problemas diarios cuya solución no necesita presupuesto sino legislar. Permitir intervenciones más rápidas que impidan el deterioro de unas viviendas que permanecen demasiado tiempo abandonadas o sin propietario.
Solución que debe ser urgente, si no queremos que nuestros pueblos se vacíen todavía más, que muchos edificios en Navarra se deterioren gravemente y que la administración tenga que intervenir dentro de un tiempo para actuar ante un problema mayor. Hay que legislar para resolver problemas y pensando en la ciudadanía. Los pueblos y las casas están para ser habitados.
El autor es economista