PAMPLONA- Osasuna continúa realizando la digestión lenta de su particular crisis, este potaje grueso que se cruza a cada partido y para el que no se vislumbra solución. En un encuentro relativamente cómodo, con un gol pronto y respuesta inmediata al del empate, el equipo de Diego Martínez no supo llegar hasta el final y dar carpetazo con un marcador favorable. El Numancia, que no ofreció mucho poderío ofensivo, se mostró letal en sus estadísticas porque le bastó un solo disparo entre los tres palos en el segundo tiempo para empatar el partido.

Los rojillos sufrieron un excesivo castigo porque, con muy poco, su rival se llevó un punto y dejó en El Sadar el mal cuerpo de un equipo que continúa sin ganar en su casa desde hace más de dos meses y que, en estos momentos, no sabe gestionar situaciones de cualquier tipo, cosa para lo que antes se encontraban remedios con facilidad.

Osasuna no se mueve de su bache y comienza a estirarse la sombra de una crisis que puede tornarse definitivamente seria de no haber una inmediata reacción. Sólo el ascenso sustenta a este equipo hecho a golpe de fichaje, y sólo el ascenso podría llegar a justificar la inversión a costa de pérdida de parte de la idiosincrasia. Los rojillos se han convertido con el paso de las jornadas en un equipo más del montón y su pérdida de puestos en la tabla no es sino la certificación de un rendimiento pobre. A este proyecto sólo le sostienen los resultados y, sin ellos, ya no queda dónde agarrarse.

En un partido muy frustrante, Osasuna, sin embargo, tuvo otra pinta en el primer tiempo. No ya por el gol madrugador de Xisco, a los siete minutos, sino porque los rojillos se mostraron activos, atrevidos, profundos por las bandas, generando centros a mansalva y ofreciendo una imagen fresca, alejada de las últimas actuaciones sin bríos ni chispa.

Fue una primera mitad más que correcta, en la que los goles de Xisco fueron afeados sólo un instante por el tanto del empate del Numancia. El delantero de Osasuna completó un primer acto brillante, con una maniobra excelente en el primer gol de su cuenta, yéndose entre los centrales tras haberse hecho sitio con el corpachón y una finta; y culminando con un testarazo una jugada por la banda en el segundo. El ariete fue el futbolista más cómodo por ese fútbol de suministro permanente de balones sobre el área, en donde hay que saber bregarse y tener un ADN especial. Osasuna estuvo bien porque futbolistas como Sebas Coris y Clerc cobraron un protagonismo evidente y el equipo se aprovechó de ello para estirarse por ese flanco y respirar. El primero, hasta que le duraron las fuerzas, mediada la segunda mitad, fue un castigo para la defensa del Numancia. Coris supo conectar con sus compañeros, especialmente con Xisco, y eso mejoró el perfil de Osasuna, por fin peligroso.

El paso por los vestuarios no desmejoró de primeras la imagen de Osasuna, que salió combativo y dispuesto a la batalla, aunque el paso de los minutos, también los cambios, fueron mitigando la fogosidad anterior. El partido se fue marchando sin apenas ocasiones, con el Numancia muy comedido a pesar de no volverle la cara al partido, y con los rojillos cada vez menos preocupados por lo que ocurría en la portería contraria, cuidando lo que tenían. El futbolista de la tarde, Xisco, dispuso a diez minutos del final la oportunidad de completar un triplete tras una maniobra de alta escuela firmada por Fran Mérida. El atacante, solo ante el portero, no acertó a realizar un buen control y acabó perdiendo el balón por la línea de fondo.

Todo parecía controlado, casi todo. Con el partido en los cinco minutos finales, a Osasuna le pillaron desordenado en una jugada rápida y Lucas Torró se vio obligado a hacer una falta en el balcón del área. Una de esas acciones atropelladas en las que se presiente el mal, porque estas faltas ahí las carga el diablo. Dani Nieto, que desde su ingreso en el campo por Manu del Moral se estaba haciendo respetar por su pelea, engañó a todo el mundo con un lanzamiento raso en el que cooperó la inocencia de la barrera. El futbolista del Numancia encontró la colaboración de los jugadores de Osasuna que saltaron, de forma instintiva, ante un presunto lanzamiento elevado y, por contra, se toparon con el engaño cuando fueron rebasados por abajo. También Sergio Herrera fue otro de los sorprendidos porque el balón fue imposible de atajar. Un gol de auténtico pillo ante una defensa boquiabierta.

Osasuna se quedó helado porque por el único disparo entre los tres palos del rival se marchó el triunfo. Un revés de la fortuna, el castigo que espera a los que tiemblan ante la posibilidad de ganar. O no lo tienen tan claro.

OsasunaNumancia

5Tiros a puerta3

5Tiros fuera0

4Ocasiones de gol0

11Faltas cometidas17

38Balones al área13

3Córners3

5Fueras de juego6

54%Posesión46%

0Intervenciones del portero3