la puesta en práctica del nuevo formato de la Copa del Rey no ha cumplido con los objetivos que perseguía o, por lo menos, con los que al principio se trasladaron a los aficionados. Puso la Federación Española el acento en lo excepcional que era para los clubes aficionados el tener una ventana abierta para intervenir en una competición de alto rango, un espacio en el que poder medirse con equipos de Primera División. El salto cualitativo no tenía precedentes: un club que hace siete meses jugaba en la primera categoría regional podía recibir en su campo a un cuadro de esos que los fines de semana copan horas de emisión. Un caramelo. O un regalo envenenado? Porque el documento que aireó la Federación que preside Luis Rubiales tenía letra pequeña. Y había que leer con lupa las condiciones exigidas al campo de juego y a las instalaciones. De tal forma que lo que una tarde fue celebración por alcanzar esa primera eliminatoria mudó en problema de logística. En román paladino: hicieron un pan como unas hostias. Los campos de regional no pasaban el examen y había que buscar escenario, mover a la afición, pedir horas de entrenamiento? Un puñado salvó los requisitos y el resto tuvo que coger el cesto con la ropa y las botas y mudar su condición de local por la de inquilino. Poco negocio. Un buen ejemplo era ver el miércoles las gradas desiertas de Riazor, que acogió el Bergantiños-Sevilla. Otros, al menos, disfrutaron en su traslado del acompañamiento de su afición. Por encontrarle algo positivo, al menos los futbolistas amateurs pudieron mirar cara a cara a los profesionales, tratar de robarles el balón o hacerles un regate, o conseguir ese gol que contarán en las cenas de amigos. Eso sí, con tantas exigencias, el factor sorpresa quedaba aminorado, el grande disfrutaba de protección y solo el Jaén, en un auténtico patatal que recuperaba la esencia del fútbol de antaño, tumbó al Alavés.

Puestas las objeciones, parece recomendable profundizar en las modificaciones adoptadas por la Federación: ser más flexible en las exigencias para que equipos como la Peña Azagresa puedan recibir en su feudo al Celta e incorporar desde la primera ronda a los que juegan Champions. Para ello, habría que eliminar restricciones de licencias para poder alinear sin cuotas a chavales del filial, medida que agradecerían clubes como Osasuna, que ayer concedió minutos a cuatro chavales del equipo de Segunda B. Hay que seguir innovando, porque este formato revitaliza la Copa como competición que rompe las barreras entre divisiones, pone a muchos equipos y localidades en el mapa y es un reconocimiento a los cientos de esforzados que sostienen el fútbol de abajo en las territoriales. Como este Lorca al que la visita de Osasuna no le habrá supuesto muchos ingresos extra (la afluencia de espectadores fue escasa), pero sí que le sirvió para demostrar que es un grupo que trata bien el balón y con talante para hacer buen fútbol.

En este escenario, Osasuna cumplió sin pasar aprietos, hubo minutos para los menos habituales y la constatación de que Unai García ya está listo. Hay camino por delante en la Copa. Y puede tocar otro equipo de Tercera. Cuidado con la letra pequeña.