PAMPLONA- La primera jornada del juicio dejó a las claras las relaciones, para bien o mal, que tienen entre los distintos acusados, especialmente entre los que formaron parte de Osasuna en algún momento. Muchos gestos complices entre algunos de ellos, mientras Ángel Vizcay estuvo claramente apartado y buscó refugio en los tres abogados que le acompañaron a lo largo de la jornada.

Bien pronto por la mañana fueron llegando los acusados por la puerta principal de la Audiencia de Navarra. Todos fueron evitando las preguntas e incluso alguno, como Sancho Bandrés, aprovechó la llegada de los exfutbolistas del Betis para coger la espalda a la prensa y evitarlos disimuladamente.

Ya desde ese momento se vio quien llegaba más arropado que ninguno: Ángel Vizcay. Acompañado por Juan Mari y Jaime Zuza y Miguel Martínez de Lecea hijo, abogados y familiares del exgerente, Vizcay entró con el escuadrón más numeroso. Y así se mantuvieron durante toda la jornada, como si de una trinchera defensiva se tratara. Una vez dentro de la sala, se pudo ver cómo algunos de ellos aún mantienen buena relación y tuvieron algún gesto complice, como el de Bandrés con Peralta al darle unas palmadas de afecto en la pierna al acabar la sesión de la tarde.

Pero esa soledad de Vizcay no fue la única. Se vio a un Diego Maquirriain, antiguo director de la Fundación Osasuna, también bastante alejado del resto de los acusados, aunque en este caso no estaba tan arropado como el exgerente ya que él solamente estuvo con un único abogado. Ninguno quiso hacer declaraciones al acabar las sesiones, así que habrá que esperar a lo que digan ante el juez para saber su versión de los hechos.

De las boinas a Radio Macuto Eso sí, la primera jornada ya dejó algunas frases que van camino de convertirse en icónicas. Obviando que algún letrado no terminó de asimilar que Osasuna va sin artículo ("el Osasuna", sic), la fiscal argumentó que los nombramientos de las dos nuevas magistradas ya se conocía en "radio macuto" mientras que el abogado de Vizcay aseguró que "dos boinas no caben en una cabeza, solo una" para explicar que la abogada de Archanco no podía ejercer de defensa y, además, de acusación particular contra su defendido.