Sí, el arbitraje de Figueroa Vázquez fue tremendamente malo. Dicho esto, no volverán a leer una alusión al señor colegiado en este texto. No es lo más conveniente para el equipo ahora mismo, aunque sea desahogante y en muchos casos real.

Osasuna no puede poner excusas al momento que atraviesa. No lo hace nunca su líder, Jagoba, como para que lo hagan los demás. Entendible el cabreo por las injustas decisiones, pero no es justificable, ya que en los primeros quince minutos el Villarreal arrolló a Osasuna sin mucho problema.

El estilo, muy alejado al de las dos temporadas anteriores, no funciona. Urge volver a lo anterior y el gran dilema es pensar si en la plantilla hay mimbres para ello. Estupiñán visitó El Sadar y, por desgracia, no se quedó. Su sustituto apenas jugó al ser cambiado por la roja de Aridane. El "bombardeo" hacia las dos torres ofensivas no funciona. La ausencia de presión y de mordiente, tampoco. ¿Pueden hacerlo los actuales, y especialmente los nuevos, jugadores de Osasuna? Pues por ahí pasa buena parte de la resurrección y salvación de esta temporada.

Obviamente, la mejor vacuna, nunca mejor dicho, sería la vuelta de su gente a las gradas de El Sadar. Contra el Villarreal, cuando marca Torres, el campo habría sido un hervídero, y esa ausencia es muy importante. Pero siendo realistas, El Sadar lleno no lo veremos esta temporada salvo sorpresa mayúscula. Así que esa solución no parece viable para darle la vuelta a la situación.

Nacho Vidal dijo al acabar el encuentro que era "el momento de estar más unidos que nunca". Otra de las recetas que le han ido tan bien a la plantilla es esa unidad. Ahora, en el momento más complicado de la era Arrasate, es cuando toca demostrar que esa unidad no se resiente ante las circunstancias.

Como ven todo invita a volver al pasado, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Para lograrlo va a costar trabajo y tiempo. Y esto segundo Osasuna no lo tiene. El martes comienzan las finales y para afrontarlo con garantías los rojillos tienen que hacer una profunda reflexión y no centrarse en las excusas.