Me pregunto si el folio que Bittor Alkiza le mostraba a Rubén García antes de entrar este en el campo tenía dibujos tácticos con un plan de juego o era una hoja de cálculo en la que el ayudante del entrenador había resumido el impacto que suponía ganar, empatar o perder el encuentro. Porque tengo para mi que, a falta ya de diez jornadas, los equipos tiran de calculadora tanto como del estudio de las fortalezas y debilidades del rival, sin olvidar nunca las posibles variantes que aportan los resultados del resto de contrincantes metidos en la lucha por la permanencia. Así que a esas alturas de partido, rebasada ya la hora de juego, tan obligado era recordarle al futbolista la importancia de seguir enladrillando el callejón por el que se movía el inquietante Javi Galán como sumar en la cuenta un punto más, mantener la distancia con el Huesca y seguir con un margen de tranquilidad sobre los puestos de descenso. Porque desde el inicio del partido Osasuna transmitió la imagen de un contrincante al que no le sentaba mal el empate, una idea refrendada por el abandono en el que quedó sumido Calleri, pese a tener en un costado a Jony y en el otro a Kike Barja, ambos con obligaciones defensivas. No quiero decir que Osasuna se desentendiera de atacar pero estuvo más intenso en las tareas de contención que ambicioso a la hora de encarar el marco de Andrés Fernández. Ya digo, desconozco el contenido del folio que señalaba Alkiza, pero ese tramo final que coincidió con la inclusión del valenciano, fueron los minutos en los que los rojillos estuvieron más cerca del área del Huesca y en los que incluso se cantó gol en un cabezazo picado de Barja, el auténtico revulsivo en el tramo final. El extremo, que acostumbraba a perder gas a partir de la hora de juego, ha dado muestras en las dos últimas jornadas no solo de que puede estirar su presencia en el campo hasta el minuto 90 sino que es en ese cuarto de hora final cuando su juego de encarar, su inventiva y sus llegadas al área agitan el partido. Fue prácticamente lo único que fabricó Osasuna para ganar a los puntos un combate que también pudo perder en la última jugada con un disparo de Escriche. Después de ese susto, el punto es un pequeño tesoro.

El encuentro, por otro lado, tenía el interés de ver la respuesta de Juan Pérez como guardián del marco rojillo. Y una vez más demostró estar física y mentalmente preparado para cuando llegue su hora, aunque dé la impresión de que al entrenador se le haya parado el reloj. El guardameta resolvió con solvencia los dos disparos que recibió entre los tres palos y pese a las largas temporadas calentando banquillo, nadie, creo, le mira con desconfianza. ¿Qué pasará en adelante? Arrasate siempre ha confiado en Sergio Herrera y no parece que vaya a cambiar de actitud.

Osasuna llega a este parón con 30 puntos, que son una bonita renta. La recuperación de los lesionados Chimy Ávila y Roncaglia refuerza el potencial de una plantilla que en las tres últimas jornadas está reñida con el gol: ni marca ni el entrenador da con el sistema para generar ocasiones. Seguro que en es portafolios de Alkiza está también la posible solución. O cómo van llegar los puntos para cerrar la permanencia...

Tres jugadores con el futuro en el aire. Descontando a los jugadores cedidos, Osasuna tiene que resolver el futuro de tres integrantes de la plantilla que en junio terminan contrato. Todo apunta a que Roncaglia puede seguir, mientras que tanto Adrián como Rubén Martínez no renovarán.