a historia de Osasuna y Hacienda es procelosa en la brocha gorda, vergonzosa también por ambas partes durante años, cuando se permitieron impagos millonarios de la entidad, y demasiado enrevesada en detalles. Por ello, a la actual directiva en la que figura como presidente Luis Sabalza y cuyo director general es Fran Canal, les gusta pasar de puntillas por aquellos años de atrás en los que hubo tanto dispendio como connivencia con el fisco. Si bien la Unión Europea dictó que Osasuna y otros tres clubes (Real Madrid, Barcelona y Athletic) habían recibido ayudas ilegales del Estado debido a que se beneficiaron de una tributación menor por ser clubes deportivos y no sociedades anónimas, Sabalza explicó a su modo las razones por las que Osasuna no tenía que hacer frente a ningún pago por esta cuestión. Dijo que al revisar la documentación del club se comprobó que Hacienda había dado su conformidad en 2016 de que no había incurrido en ninguna ilegalidad durante los años anteriores y por lo tanto no había ayuda de Estado que devolver. Y, ¿por qué pasó todo eso?

Por más que ahora Sabalza y los suyos pongan el foco en emprender otro proceso judicial para reclamar a los exdirectivos condenados de Osasuna por impagos del IVA a Hacienda, la respuesta también está en ese pasado oscuro del que no se quiere hablar. Lo explicó el exdirectivo Sancho Bandrés de modo detallado en el juicio de los amaños. En diciembre de 2013, a la Hacienda Foral se le notificó entonces el expediente abierto por la Comisión Europea contra Osasuna y los tres clubes. Consideraba la CE que suponía una ventaja selectiva que podía afectar a la competencia que el club deportivo tributara al 25% y la sociedad anónima al 30%. Por ello, debían presentar la información sobre el Impuesto de Sociedades que fue o debió ser pagado entre los años 2001 y 2012. Osasuna no pagó ni un euro aquellos años de dicho impuesto, por lo que el club tenía un problemón, devenido a su vez de la dejadez de aquella Hacienda que manejó UPN durante más de una década. Es decir, Osasuna no solo tenía que responder ante Europa por tener impuestos preferenciales, sino que debía responder por la totalidad de lo que debía haber abonado a lo largo de todos esos años. Y ello provocaba a su vez dos problemas para Hacienda: demostrar ante Europa que tenía competencias para fijar un tipo de los clubes deportivos que fuera inferior al de las SAD, y demostrar a su vez que había cobrado a Osasuna al menos lo que la norma foral establecía. Pero aquelllo no se había cobrado nunca, así que no se trataba ya de hacer ver que se cobraba el tipo preferencial, sino que se iba a evidenciar que nada se pagaba pese a que las cuentas del club reflejaran de manera regular beneficios a lo largo de todos esos años.

Aquí fue donde empezó a intervenir la directiva de Archanco a través de la figura de Bandrés, que, como explicó en una asamblea de socios y luego en sede juducial, acordó reformular (regularizar) las cuentas anuales del club habida cuenta que no figuraban determinadas deudas. Más concretamente afloraron pasivos de 23 millones de euros y la imagen de las cuentas del club hasta entonces era totalmente irreal. Dicha reformulación ideada por Bandrés tenía que hacer frente también al lío que iba a tener Hacienda con Europa, así que el directivo procedió a recalcular todas las bases imponibles del Impuesto de Sociedades y a que la situación financiera de deuda entre Osasuna y Hacienda que se presentó ante la Comisión Europea fuera la real. De ahí que ahora no hubiera consecuencias negativas para el club de todo aquel lodazal. Dicho de otra forma, en caso de no regularizar las cuentas en aquel año 2013, y que Hacienda hubiera tenido que pagar a la CE todo lo no tributado hasta entonces, y que por tanto dicha cantidad hubiera repercutido posteriormente en las arcas de Osasuna, se hablaría de que dichas ayudas de Estado no solo serían millonarias e ilegales, sino que además habrían hecho desaparecer al club.