Sabemos lo que ha pedido Luis Sabalza en esa carta a los Reyes Magos que ayer casi se queda en el buzón: jugar las semifinales de Copa. Así lo avanzó en la comida navideña con la prensa. Es conocido que el presidente de Osasuna estableció una estrecha relación con los tres jinetes: durante años interpretó a Melchor en el Misterio de Reyes de Sangüesa. El mandatario le cogió apego al papel y hubo vez en la que la final del Torneo Interescolar cambió de fecha porque coincidía con el tradicional acto del 6 de enero. Los magos llegan a millones de hogares en una noche pero Sabalza, ni subido a un dromedario, podía ir de un sitio a otro para asisitir a los dos compromisos. Hoy, que ha colgado corona y capa, supongo que no ha perdido el contacto con el misterio. A fin de cuentas, si él cumplía con la representación a ojos de niños y niñas de su ciudad a los que no decepcionaba, se merece el retorno de una satisfacción, aunque tenga que padecer partidos como este en Tarragona. Lo que no alcanzo a entender es por qué pone el objetivo en la semifinal y no en la final… Cinco ha jugado Osasuna a lo largo de su historia y solo una vez ha superado esa frontera. ¿Quizá se detiene ahí porque es la única garantía de volver a ver un partido de Copa en El Sadar? A día de hoy ya hace más de cuatro años que el torneo no hace parada en el estadio rojillo, y esos encuentros a ida y vuelta tienen un sabor especial. Ahora que están de moda las prefiestas, las prebodas y las precampanadas, no suena tan mal una prefinal. Aunque para pasar dos rondas más será necesario que el equipo salga de este abotargamiento futbolístico del que está cautivo tras la vuelta del parón otoñal.

Pero aún queda mucho para eso, mínimo dos eliminatorias. El sorteo de mañana dibujará si el camino es más o menos difícil. En el bombo solo hay un objeto de deseo, el Ceuta, que está aquí después de meter el dedo en la herida que tiene abierta el Elche y por donde se le va escapando lo que le queda de vida en Primera. Nada es sencillo en la Copa: Real Madrid y Barcelona sufrieron como penitentes en Semana Santa ante equipos de mucha menor entidad. Ya se vio ayer ante el Nàstic que la categoría se demuestra en el campo. Osasuna cayó en una injustificada autocomplacencia, pensó que con el gol de Kike García le sobraba para pasar una tarde tranquila y se equivocó. Arrasate tuvo que sacar las armas que había reservado en el banquillo para salir vivos de la encerrona en la que se había metido el equipo consecuencia de una falsa superioridad que en Osasuna hay que desterrar por principio fundacional: No somos menos que nadie pero tampoco más que nadie. A ver si nos vamos enterando.

Está más que asumido que la Copa es la única opción de Osasuna de ganar un título de prestigio. Viendo la final del pasado año entre Betis y Valencia el osasunismo tiene la sensación de haber dejado escapar entonces una de esas oportunidades que por la suerte de los emparejamientos o por las sorpresas que engrandecen al fútbol ocurren dos o tres veces en una década. Y el inicio de esta temporada alimentó, con fundamento, las ilusiones. También las de Luis Sabalza. ¿Será esta vez?

CONFIDENCIAL

El 10 no tendrá dueño hasta el próximo curso. La marcha de Roberto Torres ha dejado sin dueño la camiseta con el número 10. Aunque se ha señalado como posible destinatario a Aimar Oroz, razones que tienen que ver con el merchandising aconseja a no retirar ahora camisetas ya impresas. Habrá que esperar a la próxima temporada.