Habría que convocar una asamblea extraordinaria para analizar lo que le pasa a Osasuna (al equipo, que en la dirección del club, según opinión mayoritaria de los compromisarios, todo va bien, deuda mediante). Es conocido que el aficionado lleva un entrenador dentro, y hasta le queda cuerpo para un delantero centro. Además, siempre es más fácil argumentar sobre el dibujo táctico y la aportación de los jugadores, que meterse en los barros de amortizaciones y balances. No estaría de más abrir un capítulo de ruegos y preguntas deportivas, que del debate acaban surgiendo propuestas como aquella que pedía incluir en los estatutos la obligación de alinear un número mínimo de canteranos. Ese capítulo ya está resuelto sin que lleve debajo la firma del secretario: ayer fueron seis los que intervinieron en el partido. Pero quizá, fruto de la puesta común de ideas, llegamos a desentrañar por qué desde junio Osasuna solo ha ganado un partido en El Sadar. Más allá de la entidad de algunos de los visitantes, de los errores encadenados, de las dificultades para convertir en gol las oportunidades, más allá de todo esto también es posible que los contrincantes le hayan adivinado el truco a Arrasate y las fórmulas de este para darle la vuelta a la tortilla la acaban echando fuera de la sartén. No será porque el entrenador no revise el sistema; ayer Osasuna jugó todo el encuentro con una presión muy alta, robó infinidad de balones en el campo contrario, lo acompañó del ‘fútbol áspero’ que reclamó hace unas semanas el entrenador, cantó al menos tres goles que evitó el portero de Las Palmas, atacó por dentro y por fuera, intentó llegar al área rival conduciendo o recurriendo al pelotazo..; en fin, que lo probó todo y solo le alcanzó para empatar, para sumar un punto. Y estas cosas no se pueden dejar al albur de la suerte, que es lo que le faltó ayer a Osasuna. Cierto es que a este 1-1 se llega después de un accidente que, también por repetido, está martirizando al equipo: balón enviado con orientación entre los tres palos, acaba recogido en la red. Sin darle vueltas: Sergio Herrera no para ni un remate al arco. Ayer mismo acompañó el balón con la mirada. Un chut a puerta de Las Palmas, un gol. Cuatro del Girona, cuatro goles. Dos del Betis, dos goles. En el partido de ayer duele más porque el sistema defensivo, Mojica incluido, funcionó con autoridad y solvencia. Y no se trata de señalar a Herrera, que ha ganado puntos a mansalva, pero es lo que está pasando. Fastidia especialmente que en el momento que aparece un delantero con números extraordinarios, que Budimir puede romper el techo de las 14 dianas en Liga de Iván Rosado en 2000-01, esos goles tengan poca rentabilidad. Es la eterna búsqueda del equilibrio.

Seguro que el fútbol asambleario no es la solución, aunque no es menos cierto que la concatenación de problemas, de malos resultados, termina por poner todo en revisión y a todos un poco nerviosos. Yo creo que Arrasate debe obrar con la misma flema con la que los directivos exponen el balance de un ejercicio negativo y sueltan eso de que “la deuda está controlada”, aunque sume un puñado de millones. Porque visto cómo ha salido el primer tercio de Liga, conociendo cómo responde la plantilla, no sería una frivolidad afirmar en noviembre que “la permanencia está controlada”. ¿O no?