La mística del 17
El polaco Miroslaw Trzeciak marcó el gol decisivo al Recreativo de Huelva con el mismo dorsal en la camiseta que luce Budimir
¿Qué recuerdo guarda el aficionado de Osasuna de futbolistas como Josemi, David Cano o Ariel Núñez? ¿Que tienen en común Felipe Gurendez, Carlos Ochoa o Jaime Romero? ¿Qué une en la línea del tiempo a Pizo Gómez con Ante Budimir? ¿Es solo una casualidad que cuando se cumplen 25 años del ascenso a Primera división del Osasuna de Lotina, los principales protagonistas entonces y ahora lleven grabado en la camiseta el número 17?
En la temporada 1948-49 la Federación Española de Fútbol implantó los dorsales en las camisetas. Osasuna los estrenó en un partido de Copa contra el Real Unión en Irún. Fue en la campaña de 1995-96 cuando encima del número se comenzó a grabar el nombre del futbolista. Pizo, que un año antes había hecho el camino de retorno tras jugar en Atlético de Madrid, Español y Rayo Vallecano, quedó identificado por primera vez con el 17.
Cuando Miroslaw Trzeciak aterrizó en Pamplona procedente del LKS Lodz tenía 30 años, edad que un cuarto de siglo atrás anunciaba que el final de la carrera estaba cerca. Llegaba avalado por una larga hoja de servicios y una acreditada producción de goles que le abrieron las puertas de la selección polaca. Además de esta carta de presentación, Miro era un delantero de una denominación de origen que en Osasuna había acreditado un buen rendimiento. Luego, en las tres temporadas que permaneció en el club, su calidad no estuvo a la altura de Urban, Ziober, Kosecki o Staniek pero, por contra, su apellido de difícil pronunciación es recordado por un gol que dio un ascenso.
Jugada histórica
El domingo 4 de junio de 2000, Trzeciak se despertó en el banquillo. En ese curso, con la llegada de Iván Rosado, solo fue elegido como titular en trece partidos. El balance de dos goles hablaba de su estatus en la plantilla. Durante la primera parte observó el juego junto a un nervioso Lotina y un Martín González apesadumbrado tras el gol del Recre. Trzeciak entró al campo en el minuto 51 al unísono con Markovic. Solo un minuto después empataba Orbaiz de penalti, y trece más tarde llegaba su momento de gloria. Martín González no pudo contener las lágrimas.
La jugada que pasó a la historia no dura más de cinco segundos. Markovic pone en juego el balón desde la esquina izquierda de Gol Norte; Mateo prolonga de cabeza en el primer palo y Trzeciak aparece sin marca en el segundo y empuja la pelota a la red con el pie izquierdo. Entrando por el túnel del tiempo, la acción recuerda otras similares de Budimir en esa misma portería, que es donde más goles marca. Incluso la celebración del polaco guarda cierta similitud con las del croata: carrera con los brazos abiertos que permite leer en su espalda su nombre y el número 17.
Trzeciak dejaría Osasuna un año después para poner fin a su carrera en el Poli Ejido. Se fue sin marcar un gol en Primera. Su vida ha seguido vinculada al fútbol en otras tareas y preparando equipos aficionados o de base en Navarra. Cuando dejó libre el 17 lo tomó David Cano, un centrocampista procedente del Sporting y de breve paso por el club. Unos años después sería el número que identificaría a Javier Flaño quien, con el tiempo, marcaría el legendario gol de la salvación en Sabadell (entonces con el número 2 en su segunda etapa en el club).
Una camiseta para Barcina
En algún lugar del Ayuntamiento de Pamplona debería estar guardada una camiseta con el dorsal 17 y el nombre de Trzeciak (aunque durante su época como rojillo también llevó estampado el de Franek, apodo con el que era conocido en Polonia). En la recepción que dispensó el Consistorio a la plantilla y dirigentes por la conquista del ascenso, el presidente, Javier Miranda, hizo entrega a la alcaldesa, Yolanda Barcina, de la elástica que vestía el delantero.
Algo que no le sentó bien a Simon, hijo del futbolista, que estuvo pegado a su padre durante toda la visita. “Es que esta camiseta es de mi padre porque lleva el número 17…” se quejó el pequeño, que intentó que se la devolvieran a su progenitor.
En ese intercambio de regalos, la primera edil anunció que el capitán César Palacios era el elegido para prender la mecha del Chupinazo. Sería la primera vez que Osasuna tendría el honor de abrir las fiestas.
En las protocolarias visitas que realizó Osasuna no faltó la de la capilla de San Fermín. Ahí, el arzobispo Fernando Sebastián saludó con especial efusividad a Trzeciak quien, como otros compañeros, llevaba el pelo pintado de colores.
En medio de todo el júbilo, el futuro profesional del polaco estaba en el aire ya que se hablaba de un posible traspaso. Trzeciak, que no trabajaba con representante, dijo que no buscaba ofertas de otros clubes y que se iba “muy tranquilo” de vacaciones tras marcar el gol que, en declaraciones a un medio de su país, califico como “quizás el más importante de mi carrera”.