"Víctor Hugo llama a las torres de la Catedral "tronchos de col", pero habla muy bien del interior"

pamplona. De un silencio medieval a minuciosas descripciones a partir del romanticismo. Éste es el balance de las crónicas de viajeros estudiadas por Carmen Jusué, encargada de la conferencia La Catedral vista por los viajeros. Jusué, secretaria general de la UNED en Pamplona y especialista en arqueología medieval, reconoce que los visitantes ven la Catedral "como de paso".

¿Por qué describir la Catedral vista desde un punto de vista como es el de un viajero?

La literatura de viajes siempre ha interesado muchísimo porque nos da una visión de las cosas que la propia sociedad no aprecia, es muy distinta la percepción de cada uno. Y los viajeros de los siglos XVIII y XIX eran gente culta que quiere conocer cosas, un turismo muy cultural con afán de conocimiento.

¿Cuáles son sus conclusiones?

La ven como de paso, la mencionan como quien menciona a una iglesia, cuando se construye la fachada neoclásica que algunos la ven horrorosa, pero otros dicen que esa arquitectura grecorromana es una maravilla. La ven como una catedral de una capital de provincia del norte. Con distancia, pero bien. Cuando hablan de la de Burgos o León, se explayan muchísimo. En general, las noticias son escuetas.

¿Hay una evolución?

De la época medieval no hay nada, ni una simple noticia. Y la catedral románica existía, pero la mencionan como un lugar de paso. A partir del siglo XV, cuando, en general, empiezan a mencionar datos sobre la ciudad y hasta el siglo XX, son bastantes los que hablan sobre Pamplona. Respecto a la Catedral, son muy repetitivos. Se copian unos a otros y dicen lo mismo, ¿cómo puede decir lo mismo Víctor Hugo que otra persona dijo 150 años después? Pero también hablan de muchos otros aspectos y mencionan las múltiples iglesias: "La Catedral es la más importante, pero además existen otras".

Pero comenta que hay un cambio a partir de la época romántica.

Ya en el siglo XVIII, hay dos viajeros, no precisamente románticos, Antonio Ponz y posteriormente, Víctor Hugo, que hacen unas descripciones de la Catedral hermosísimas pero también muy duras. Víctor Hugo llama en algún momento a los campanarios "tronchos de col o tirabuzones rizados, qué armatoste es éste, podían quitarlo", "una mezcla entre ánfora y botijo"... ataca totalmente la fachada de la Catedral. Sin embargo, habla francamente bien del interior en un libro suyo, en el que lo describe de forma poética. Es muy conocida la frase: "Dante está en el claustro y Madame Pompadour en la sacristía", en la que hace referencia a la serenidad, belleza y el orden del claustro, mientras la sacristía parece un boudoir, una sala del Palacio de Versalles. También es interesante Ponz, que describe minuciosamente la Catedral, de la que le gusta casi todo. Excepto los retablos, sobre los que dice "qué bien harían quitando esta mamarrachada".

¿Y en la actualidad?

A principios del siglo XX, un viajero escribió: "Desde hace mucho tiempo, los pamploneses gestionaban el derrumbamiento de sus murallas, que solo tenían el valor de una antigualla arqueológica. No era necesario que informasen, pues todo el mundo sabía que las murallas no servían para nada". De hecho, por aquel entonces se tenía esta idea, por entonces se derrumba parte de las murallas de la zona de Labrit. En el siglo XX se escriben muchas crónicas de peregrinos y, en Pamplona, sobre todo ven la Catedral, si no es por un motivo religioso es por arte. Por ejemplo, Julio Llamazares escribió hace cuatro o cinco años Las rosas de piedra, donde hace una descripción muy buena de la catedral.

¿Qué aspectos resaltan?

Se detienen en el sepulcro de Carlos III. Les llama la atención la vida del cabildo, que todavía lleven un tipo de vida que no sea secular, que haya dormitorios, refectorios, etc. El claustro también les interesa.

¿Que otras partes de Pamplona destacan en sus crónicas?

Lo que más llama la atención es la Ciudadela, desde el siglo XVI, por ser una obra de ingeniería tan importante. Todos hablan de la robustez y la visión que ofrece, sobre todo viniendo desde Villava a la Rochapea, ver las murallas y alzándose sobre ella, la ciudad.