pamplona. Casco Viejo de Pamplona, calle del Carmen, 12.50 horas de la mañana, puerta de El Bullicio. Un grupo de 7 personas, con una media de edad que superaba con creces los sesenta, se colocaba un dorsal numerado en el pecho para participar en la XXXII Edición de la Cross de Carrozas.
Llegó la charanga de la peña El Bullicio a su puerta, punto de salida del cross, y se silenció para que la carrera diera comienzo. Joaquín Catalán, de 90 años de edad, vestido con pantalón de pinzas, zapatos y gorra (su toque sport); María Teresa Chocarro, de 71, la única fémina del grupo; Francisco Javier Osés, de "61 añitos"; Eusebio Ilundáin, de 83; José María Álvarez, de 79; y José María Mercero, de 73, quien consiguió su quinta victoria en esta competción en la que lleva "participando siete ediciones".
Txutxin Almingol, de la Comisión de Fiestas del Casco Viejo Jaiberri, dio las últimas explicaciones a los veteranos corredores: "la salida la marca el segundo cohete". Así, se dibujó una improvisada pista de atletismo, de unos 80 metros aproximadamente, desde la calle del Carmen hasta la fuente de Navarrería. Hasta media hora antes de la carrera, programada a las 13.00 horas, se pudo apuntar quien se animara en la peña El Bullicio.
Faltaban unos minutos, y los corredores, con una pierna adelantada, se encontraban en sus puestos. Una tuba empezó a tocar tímidamente la melodía de la banda sonora de la película Carros de fuego. Iba a estallar el primer cohete. "No María Teresa, aún no", se oyó decir entre los animados asistentes ante el amago de lanzarse a la carrera de la mujer. Entre el público, y no entre los participantes como acostumbran a hacer en su familia, se encontraba Pedro Erce, dos veces campeón del cross "cuando iba por la Estafeta". Hermano de Juan Erce, Pijuti, uno de los fundadores de la carrera en 1980 y ganador en 18 ocasiones, que ayer faltó "por primera vez a la cita, porque un hijo celebraba las bodas de plata", explicó, contaba que en esta ocasión "venía solo a animar".
Explotó el segundo cohete y los carrozas salieron al trote entre las palmas y los gritos del gentío. José María Mercero, vecino de Unanua, fue el primero en traspasar la meta. Su marca de esta edición, de 16 segundos, igualó a la del pasado año conseguida por él mismo. Mercero quiso dedicar la txapela conseguida a quienes le habían "metido a correr". El subcampeón, José María Álvarez, vecino de la Chantrea, al recoger el obsequio por su posición, mandó un caluroso "saludo" a quien no había acudido en esta ocasión, en una clara alusión al asiduo corredor de 87 años Pijuti. Joaquín Catalán (90 años), último en llegar pero no por ello con el ánimo decaído, al coger el micrófono dio las "gracias por asistir al respetable público" ahí presente, y se despidió decidido a participar en próximas ocasiones.
Tras la entrega de premios del Cross de los Carrozas, la plaza de Navarrería continuó su proceder de estos días. Sonaba una charanga, unos niños correteaban, mayores echaban el zurito, tinto o blanco correspondiente, y alguno se tomaba unos fritos, unas bravas o un bocata. Por el resto del Casco Viejo, se percibía la cercana hora de comer. Un vermú se ofrecía en la peña del cross; mientras, en la abierta plaza Santa Ana, comenzaba el tradicional concurso de calderetes; y a su vez, se preparaban comidas populares en la calle Calderería, otra en favor de la cultura vasca en Salesianos, y una azul en la calle Carmen.