pamplona - Salen de Mercaderes y terminan en la parte alta de Estafeta. Empiezan cantando el Agur Jaunak y acaban con el Boga Boga. Son centenares y cualquiera puede unirse a ellos y entonar en euskera conocidas melodías de la música tradicional vasca. Iruñean Kantuz celebrará mañana su décimo aniversario, diez años desde que salieron a la calle, primero tímidamente y ahora convertidos en todo un fenómeno que se ha hecho imprescindible en cualquier fiesta popular.

Juan del Barrio, uno de los veteranos del grupo, recuerda los inicios en 2005: “Había visto el Kantuz en Baiona y Donostia, y contacté con algunos grupos corales, pero sin demasiado éxito”, explica. Un día se encontró con Víctor Valencia, que también había escuchado cantar en el mercado de Baiona. “Hablamos y me dijo: hay que salir el próximo sábado, y así lo hicimos”, señala Del Barrio. El 3 de septiembre de 2005 salió el primer Kantuz en Pamplona, unas decenas de personas reforzadas por otras de Donostia. Fue una gran fiesta. Aquel día hubo comida en el Askartza, sobremesa de canciones y una larga tarde por el Casco Viejo.

Desde entonces Iruñean Kantuz no ha dejado de salir a la calle, llueva o nieve, siempre con el mismo recorrido, cada primer sábado de mes, excepto en agosto y en julio si el primer sábado coincide en Sanfermines. Pronto constituyeron una pequeña junta a la se fueron incorporando asociaciones como Orreaga Fundazioa, Muthiko Alaiak, Euskal Kantuzaleen Elkartea, Euskaldunon Biltoki o Manexak, y siguieron creciendo. Han editado tres kantutegis (cancioneros) y dos discos, uno de ellos grabado en plena calle.

Pero sobre todo Iruñean Kantuz ha supuesto un fenómeno que se ha expandido por barrios y pueblos: Rochapea, Arrosadía, Burlada, Huarte, Zizur, Barañáin, Villava, Tudela, Tafalla, Estella-Lizarra, Leitza, Goizueta y muchos más. Y sobre todo, se ha extendido su espíritu. “Ahora mismo no hay iniciativa popular que no cuente con el Kantuz, desde el Nafarroa Oinez a cualquier fiesta”, sostiene Del Barrio. Han aparecido grupos organizados que ensayan las canciones. Incluso Orreaga Fundazioa organiza otros cinco Kantuz en Iruñea, en fechas señaladas: San Francisco Javier, San Saturnino, Carnavales, San Fermín Txikito y San Fermín, donde se llegan a juntar mil personas.

El repertorio bebe de numerosas fuentes: coplas del zuberotarra Etxahun, canciones de Oskorri, que precisamente mañana se despide de Pamplona en Baluarte, o temas más modernos pero ya clásicos de Urko, Lertxundi, Lete y otros muchos. El filón es inagotable. Txema Hidalgo ha investigado y publicado dos tomos con cerca de 1.500 kantuzaharrak recopilados en Navarra y tiene otros 1.500 aún por publicar. Poco a poco, los van incorporando al repertorio.

Es una labor necesaria porque “la costumbre de cantar se había ido perdiendo y, con ello, las canciones”, afirma Hidalgo. “Cuando yo era chico se oía cantar en la calle, en las tabernas, pero todo eso había desaparecido”, abunda Del Barrio.

En la memoria de los diez años pasados quedan nombres propios que desde Iruñean Kantuz quieren recordar en el aniversario. El desaparecido Eugenio Arraiza o Peio Goñi, director durante muchos años que lo dejó hace unos meses. También akordeolaris como Roberto Antzano o Víctor Valencia, que ponen la música junto a gaiteros, txistularis o las castañuelas de Pedro Romeo.

Nunca pidieron permisos para salir a la calle pero se enorgullecen de no haber tenido jamás un incidente. “Tenemos un cuidado exquisito en no llevar ningún signo que pueda ofender a nadie, ni pancartas, ni pegatinas, ni canciones políticas. Salimos con una sonrisa en la boca y cuando terminamos nos da un subidón”, resume Hidalgo. Y es que el Kantuz es un acto amable en el que los turistas se quedan “con la boca abierta”, tercia Víctor Valencia. Lamentan que no se incorpore más gente joven y se congratulan de la masiva presencia de mujeres, “más que hombres”, destaca Agurtzane Guruziaga.

Así que mañana saldrá el Iruñea Kantuz del décimo aniversario con buen tiempo asegurado. No hace falta cantar bien ni saberse las letras para unirse al grupo. “Se trata de que la gente salga de las aceras y cante, de pasarlo bien, de afirmar nuestra identidad, de que en Iruñea se oiga el euskera y se oiga cantar”, resume Txema Hidaldo.