PAMPLONA. Son los vecinos más altos del Casco Viejo, y como cualquier adolescente, a sus 15 años han dado el estirón y ya le pasan varias cabezas a cualquiera. Lurra, Sua, Ura y Airea forman uno de los grupos más queridos del barrio, tanto que los txikis del Casco Viejo ya los consideran sus gigantes propios. Ayer celebraron con un desfile sus 15 primaveras, desde aquel mes de mayo de 2001 en que dos figuras hicieron su presentación en sociedad para el Día del Casco Viejo.
Han pasado 15 años y se han independizado. Después de un largo camino deambulando de casa en casa, el cambio de Ayuntamiento ha hecho posible la cesión, y desde hace unos meses ocupan los locales de la vieja estación de Autobuses que antaño utilizara la comparsa de Pamplona: “Para nosotros ha sido un balón de oxígeno. Hasta ahora compartíamos la antigua sede de la peña El Txarko en la calle Jarauta, con Gora Iruñea! y la Federación de Peñas”, explica Mikel Bezunartea, uno de los veteranos de la comparsa, no en vano empezó hace 14 años, con otros históricos como Toni Iragi y Mikel Macaya. Porque a pesar de que desde hace diez años venían pidiendo un local cedido al Ayuntamiento (hubo al menos dos peticiones al Pleno), el anterior Equipo de Gobierno no les ofreció un espacio en condiciones. “Por eso estamos muy agradecidos al nuevo Ayuntamiento”, quiere remarcar Bezunartea y recuerda que “los gigantes han tenido que dormir más de una vez en el suelo”, con lo que eso supone para el deterioro de las figuras.
Representan los cuatro elementos naturales, Fuego, Agua, Aire y Tierra, y fueron realizados allá por el año 2000 (costaron unos 24.000 euros) por sus propios portadores, vecinos del barrio y miembros de Aldezar. Su diseño se hizo tomando como referencia la simbología pseudorreligiosa de los elementos del universo, un trabajo en el que fueron asesorados entonces por la Asociación de Amigos de la Catedral, y tiene detalles de personajes mitológicos. Las figuras se construyeron con la ayuda de Mari Ganuza, artesano experto y presidente de la Comparsa de Pamplona. “En total, pesan 60 kilos, incluso Fuego, al que tuvimos que quitarle cuatro kilos, porque era demasiado”. Mikel Bezunartea, vecino de Alde Zaharra como la mayoría de la comparsa, lleva 14 años como portador de Airea (Aire). “Es la que cierra el desfile, y como curiosidad, desde hace siete años, en San Fermín Txikito y el Día del Casco Viejo es la única que se acompaña de txistus (el resto, con gaitas) como hace su hermana mayor, la Braulia de la comparsa de Pamplona.
Con Mikel, hay una larga lista de compañeros comparseros, Ander, Iñaki, Fermín, Fernando, Txus, Axier, Esteban, Fermín, Beñat, Iñaki Agerri, Iker, Izan, Mikel Aitor, Julen, Antton y Ander. Ninguna chica entre la treintena de miembros de la comparsa. “No sé qué pasa no se animan. Aquí puede entrar cualquiera, no hace falta ser del Casco Viejo, y pueden ponerse en contacto con nosotros a través de la web”, www.erraldoiak-gigantes.com. Entre los integrantes del grupo del Casco Viejo, los más jóvenes “tienen 22 años”, savia joven que garantiza un futuro a la comparsa de Alde Zaharra: “Hay relevo, y muchos chavales con ganas”, explica Mikel.
LOS QUERIDOS DEL BARRIO Los gigantes del Casco Viejo completan la antigua comparsa del barrio, que comenzó a formarse hace 40 años, con los cuatro kilikis (Payaso, Demonio, Pamplonica y Napoleón), cuatro zaldikos, y seis gigantes txikis, tres parejas que representan a los históricos burgos de la vieja Iruñea. Protagonistas de fiestas como el Día del Casco Viejo, ya “nadie entiende San Fermín Txikito sin sus gigantes”. Porque los niños del barrio ya los tienen como propios: “Da mucha emoción verlos con las figuras de goma. Solemos hacer talleres y visitas con los chavales de San Francisco, porque les tienen mucho cariño”, dice. En Pamplona, y también fuera, porque desde hace 4 años son invitados a las fiestas de Astigarraga y a las de Azpeitia. Se financian a través de las salidas, pero “aquí nadie se lleva un duro, todos somos voluntarios”, señala.
En sus quince años, han tenido percances, roturas de brazos y algún que otro achaque. Son gajes del oficio, lo normal de los desfiles, ya que en los últimos años se han estrenado también un día en las fiestas de San Fermín. Por cada gigante, suelen turnarse en el desfile 4 portadores, no en vano las figuras llegan a los 60 kilos, y superan los 4 metros de altura en el baile. “¿Algún secreto? Ganas para llevarlo, y controlar el equilibrio. Lo demás, el ritmo, sale solo”, dice.