pamplona - Decir que llevan a México en el corazón y que sienten pasión por las rancheras en su pura esencia no tendría nada de particular si no fuera porque esa admiración les ha llevado a Patxi Artuch y a sus dos hijos, David y Mikel, a unirse en un proyecto común: Los Tenampas, la aventura que emprendieron juntos en el año 2009, que se expande y ocupa en la actualidad sus vidas.

Podría decirse que ya apuntaban maneras cuando en el coche familiar viajaban desde la capital a Leache, en la comarca de Sangüesa, el pueblo de su madre, Mari Jose Unzué Goñi, y cantaban a coro las mexicanas por las curvas del viejo puerto de Loiti. “Nos contagiábamos de su alegría”. Entonces, ya estaban cohesionados. Hoy, Patxi Artuch Sanz (60 años, roncalés de Vidángoz, para más señas, carnicero jubilado), David y Mikel Artuch Unzué (28 y 26 años, administrativo y operario en fábrica respectivamente) forman Los Tenampas, lo más representativo de las rancheras en Navarra.

Aquel verano de 2010 en el que sonaba fuerte el Waka Waka de Shakira, recuerdan David y Mikel, ya rondaban por los pueblos con sus jotas y bailes. Eran los Artuch, poco más que unos chavales que iban de fiesta en fiesta con su repertorio. Un día a David se le estropeó el acordeón y su padre le acompañó a arreglarla. “Antoñanzas nos dijo que un grupo necesitaba un acordeonista. Fuimos juntos a probar suerte, tocamos y cantamos una jota. Les gustó la idea y se quedaron con el kit completo. Era el año 2006, después se sumaría Mikel.

Cuando se le pregunta a Patxi de dónde le viene la afición refiere: “Desde siempre, cantar y cantar”. A los 15 años se trasladó de su Roncal natal a la capital, aprendió solfeo y acordeón con los maestros Lumbreras y Gironés, posteriormente cantó en la Escuela de Música de Burlada, y pasó a formar parte de la Coral San Juan Bautista, a la que más tarde se sumarían sus hijos. “Siempre le hemos seguido”, expresan seguros; al tiempo que asiente el padre: “Nunca les he tenido que obligar a nada; al contrario, ellos son los que me empujan”.

VIAJE A MÉXICO David y Mikel se formaron musicalmente. Seis años en la Escuela de Música Hilarión Eslava de Burlada, ocho de acordeón en el Conservatorio Pablo Sarasate, canto y diez en el Orfeón Pamplonés, el primero. Por su parte, Mikel cursó cuatro años de acordeón y siguió los pasos de David, coincidiendo los dos en el Orfeón Juvenil, con el que hoy guardan una relación excelente que les lleva a trabajar proyectos conjuntos que verán la luz próximamente. El hermano pequeño se inclinaba más por la pelota, y fue precisamente este deporte el que le llevó a México , y el germen de Los Tenampas.

En el año 2009 viajó a México con Oberena a un encuentro de pelota. “Con 19 años, conocí la cuna, fue un sueño hecho realidad”, recuerda aún con emoción. Bebió y se empachó de su música. Regresó sabiendo cómo era lo más grande y cuál era el nivel y la calidad que la gente se merece escuchar. Con él se trajo la idea de cantar los tres juntos y el nombre de los Tenampas, desconocido, que refiere al local de la plaza de Garibaldi donde han cantado los mejores. Con él empezaron su andadura el padre y los dos hijos de forma natural, ilusionados. “El escenario no nos intimidaba, estábamos acostumbrados a ponernos delante del público”, recuerda Patxi, al tiempo que matiza Mikel: “Cuando salimos somos nosotros, es nuestra pasión”.

Aquel 2009 se pusieron a prueba, la sintonía era buena, funcionaba. Desde entonces, no han parado de crecer con su repertorio de “ranchera pura y dura”, recalcan, corridos, valses, huapangos, sones? “con absoluto respeto a la esencia de la palabra mariachi”, subrayan. Es lo que marca su estilo, lo que les diferencia, si bien añaden: “Si el pueblo pide o la situación lo requiere en un momento dado, cantamos en euskera u otros temas”.

La familia aumentó hace tres años. En la actualidad, Los Tenampas y el Mariachi son 11 personas. “Queríamos reciclarnos y dar más nivel, hemos ganado escénica e instrumentalmente, y hemos ampliado repertorio”, explican. Trompetas, guitarra, guitarrón, vihuela, acordeón, violines, elevan la categoría. “Somos 11 personas, no hay un mariachi igual para mover. Nos decían que estábamos locos por meternos en esta empresa”, matizan.

Hoy cuentan con 5 discos en la calle y acaban de lanzar Un charro en San Fermín. “Queremos traer a nuestra tierra lo más auténtico de México, innovar por la gente que nos sigue”. Reciente está el eco de su fiesta mexicana en Ayesa, y en estos días se multiplican las entradas en YouTube para ver su videoclip Un harro en San Fermín, tema de José Vives, con arreglos de Iñaki Ibor. Van de concierto en concierto. “Vivimos horas felices”, expresa Patxi.

Los Artuch saben bien que con ilusión, trabajo y ganas nada es imposible. No olvidan la educación recibida, la de casa y la de fuera. Su máxima, sentirse los más grandes en el escenario y bajar con humildad cuando acaba la función. Seguir trabajando duro, siendo una familia, discutir y permanecer unidos, “vamos los tres a una”, con un guiño para su madre. Compaginar sus oficios con su pasión. “Esto no da para vivir”, aseguran.