pamplona - “No pasa de ser un problema estético y pasajero”, asegura Mikel Baztán, director técnico del Servicio de Parques, Jardines y Zonas Verdes del Ayuntamiento de Pamplona. En cuanto se corte la hierba, se igualará el terreno. No estamos ante una plaga nos dicen los expertos, su expansión “se regulan en función del alimento disponible”, pero es innegable que su actividad excavadora es frenética. Las bocas de las galerías por donde los topos y topillos toman contacto con el exterior aparecen con montones de tierra entorpeciendo al paseante y que, en realidad, son tapones para defenderse de algunos de sus depredadores ofidios y reptiles, además de serviles para protegerse de elementos climáticos adversos, por ejemplo conservando la humedad durante las fuertes sequías estivales o protegiendo la madriguera frente a las lluvias torrenciales esporádicas.
Los hay de dos tipos, topos y topillos, y están en todos los parques con mayor densidad en las cercanías del río, asegura Baztan, porque el “ecosistema es muy fértil”. Los topos serían los buenos por decirlo de algún modo. Los topos indican la buena calidad del suelo puesto que su alimentación preferida con las lombrices y gusanos. Necesitan una cierta humedad del terreno para poder vivir y escarbar sus galerías, humedad con la que consiguen hierba fresca abundante. Por eso es más fácil encontrarlos en zonas próximas a los ríos y en terrenos de regadío. Aunque se les ha considerado como plaga al horadar los campos y destrozar raíces y tubérculos, los expertos hablan más de beneficios ya que airean la tierra y fomentan la renovación de suelo. Tienen camadas de 2 a 4 y son mamíferos insectívoros.
Los topillos (roedores) en cambio se alimentan de raíces y grano, y se reproducen más. Los de ciudad no crean demasiados problemas “salvo que se comen algún tipo de flores y nos obliga a poner variedades que no les gustan”. Algunos son capaces de sobrevivir en medianas rodeados de coches comiendo pequeñas raíces, admite. “En el campo el problema es que con las concentraciones parcelarias desaparecen los refugios y posaderas de los depredadores y con ello los roedores se multiplican y pasan a ser una plaga pero por nuestra mala gestión del medio”, precisa.