Son sin discusión los bocadillos más famosos de Pamplona. Y algo tendrán cuando un sábado cualquiera de su cocina salen alrededor de 400, se venden a buen ritmo de lunes a domingo y haga frío, llueva o nieve en su terraza siempre hay clientela.

Alberto Díez Ruiz, José Luis Lizarraga Armendáriz y Luis Garceche Herreros celebraron la semana pasada 25 años al frente del bar Casa Jesús Mari de la calle San Agustín. Clientes habituales y concierto de Los Habituales para una fiesta con “bocadillos por un tubo y cerveza por un tubo”, dicen. Una combinación infalible en la que no faltaron akelarres, el chupito que inventaron nada más entrar al bar y del que no desvelan su receta: tres licores secretos, nata y canela. “El Jesús Mari es eso, bocatas y akelarre”, resumen sobre la fama del lugar. 

La fecha oficial del cuarto de siglo será el próximo 21 de diciembre, “pero en Navidades, con las cenas de empresa y las vacaciones, iba a ser un poco lío. Adelantamos la fiesta y la hicimos entre semana para estar los de casa”, explica Alberto. “Estuvimos muy a gusto. La gente contenta y muy buen ambiente”, añade Luis. “Más del 95% eran asiduos. Poca gente se sorprendió al ver la fiesta”, recuerda José Luis.

Los tres socios y amigos ya venían del mundo de la hostelería. Coincidieron en el Txoko de la Plaza del Castillo y en 1998 decidieron probar suerte por su cuenta. Les surgió la oportunidad de entrar al Jesús Mari, abierto por dos socios 13 años antes, en 1985. Que el bar se llame así es un misterio, porque los primeros dueños tampoco respondían al nombre de Jesús Mari. “Ya era conocido y trabajaba muy bien, y decidimos no cambiar el nombre. Entramos dos años con un traspaso y luego querían vender. Sabíamos cómo funcionaba y estábamos obligados a comprar. Y no nos hemos arrepentido nunca”, detalla Alberto.

De la fiesta al bocata

Los primeros años el Jesús Mari era un bar de fiesta que además ofrecía bocatas. “Cuando llegamos ya había bocatas y cachondeo a la noche, mucha música y jaleo”, explica Luis. Abrían por la tarde y a partir de las once de la noche arrinconaban mesas y sillas y empezaban a limpio cubata hasta las cuatro de la madrugada.

Pero el cambio de tendencia en la ciudad –el tardeo gana peso y la noche ha bajado– y que la edad también pesa, les hizo mutar. “La noche la fuimos dejando y ya hace bastantes años que no hacemos. Tampoco nos apetecía estar hasta las tantas, y ahora el fin de semana cerramos a la una”, destaca José Luis. A cambio, adelantaron el horario de apertura a la una del mediodía, con la cocina funcionando de manera ininterrumpida hasta las doce de la noche. “Puedes comer a las 4 o las 5 de la tarde, que eso a la gente le motiva. Se te alarga el vermú torero, vienes aquí y tienes la cocina siempre abierta, dice Luis.

Ensaladas, tostadas, patatas asadas y sandwich completan una carta en la que el bocata es la estrella, con el pan recién tostado, “buen género y cantidad”, concreta Luis. El de la Casa –bacon, york, tomate, queso, calabacín, mostaza y pimientos verdes del piquillo– es el número uno, pero tienen unas 70 combinaciones entre pan y pan. “Es comida rápida, que si la haces bien a la gente le gusta. Tiene que estar bueno porque la gente viene y viene y viene...”, opina Alberto.

“Es comida rápida, que si la haces bien a la gente le gusta. Tiene que estar bueno porque la gente viene y viene y viene...”

Alberto Díez - Socio bar Jesús Mari

El fin de semana trabaja todo el mundo, pero aquí trabajamos todos los días. Antes era jueves, viernes y sábado. Pero el jueves ya se juntaba mucha gente, y los de nuestra edad, que veían mucho lío, han empezado a venir el miércoles. El miércoles ya notamos incremento, y algunos ya se están adelantando al martes. Y hay cuadrillas que vienen todas las semanas o cada 15 días”, asegura José Luis. “Desde el año 98 en el que empezamos a día de hoy estamos más plantilla que nunca, la hemos doblado. Y eso es porque el trabajo ha subido mucho”, confirma Alberto.

Desde hace ya muchos años, incorporaron a su carta la oferta para celíacos, a raíz de una amiga que llevaba el pan de casa para que ellos lo rellenasen. “Tenemos un público celíaco tremendo, viene muchísima gente”, confirman.

Además de los de casa, en los meses de verano con los peregrinos y en Sanfermines notan el impacto de las reseñas en redes sociales. “Pones bocatas en Pamplona y salimos los primeros disparados. Las reseñas tienen tirón. Viene gente de fuera que no conoce el bar y ya te dicen, yo el bocadillo de la casa. Y es porque ya lo han visto en redes. También viene mucha gente recomendada”, explican.

"Lo bueno del Jesús Mari es la gente. Nunca hemos tenido ningún problema. Tenemos una clientela muy buena y el ambiente siempre es agradable”

Luis Garceche - Socio del Jesús Mari

Con una plantilla de 15 personas incluyendo a los tres socios, que trabajan siempre en barra –“por eso salen los bocadillos tan buenos”, bromean–, están encantados con el personal: “La mayoría están con nosotros desde hace ya muchos años, y eso también dice algo", cuenta Alberto. "Son buenísimos profesionales y hay muy buen ambiente de trabajo. Y eso también se transmite fuera”, afirma José Luis.

"Los trabajadores son buenísimos profesionales y hay muy buen ambiente de trabajo. Y eso también se transmite fuera”

José Luis Lizarraga - Socio bar Jesús Mari

“Lo bueno del Jesús Mari es la gente. Nunca hemos tenido ningún problema. Tenemos una clientela muy buena y el ambiente siempre es agradable”, asegura Luis. Bocatas, akelarre y buen ambiente en el Jesús Mari.

José Luis, Luis y Alberto, en su territorio desde hace 25 años: la barra del Jesús Mari. Oskar Montero