El restaurante del Hotel La Perla volverá a abrir sus puertas a finales de este mes en el número 24 de la calle Estafeta. Zurita barra y mantel es un proyecto liderado por el reputado cocinero tudelano Leandro Gil, con una estrella Michelin (2019) y tres Soles Repsol (2022) en la Biblioteca del Hotel Alma Pamplona, reconocido como Mejor Chef de la Comunidad Foral (2022) por la Academia Navarra de Gastronomía, y nominado en 2023 al prestigioso premio Mejor Croqueta del Año –croqueta de jamón que servirán en el restaurante– y a Cocinero Revelación (2018) en Madrid Fusión. A Leandro le acompaña en esta nueva aventura su socio Carlos Zoco, jefe de sala encargado de la atención al cliente. 

Zurita barra y mantel “hace alusión a la paloma de paso zurita que cruza Navarra”, explica el chef, vinculado a las palomeras de Etxalar. “Nos parece una analogía bonita. Como la paloma de paso, nos vamos a centrar en el producto navarro de norte a sur, vamos a hacer un recorrido por nuestros ingredientes. Va a ser un sitio de comida tradicional, como el paso de la paloma”, añade sobre la analogía.

El nombre esconde más claves del nuevo restaurante, cuya apertura está prevista para el próximo 26 de noviembre, si se cumplen los plazos. “Queremos seguir trabajando en el restaurante con mantel, algo que quizás se está perdiendo y para nosotros supone un signo de querer hacer las cosas bien. Y combinaremos menú con una carta extensa para que haya posibilidades de elegir”, destaca sobre su propuesta, con un ticket medio que rondará los 40-60 euros. 

En la carta figuran entrantes de casa como la alcachofa de Tudela, el cardo blanco de Corella o la ensalada de pimiento asado de Lodosa. Conviven con productos ajenos a esta tierra: el jamón ibérico puro bellota, las anchoas de Santoña o la gamba roja de Huelva a la brasa; carnes de lagarto ibérico, paletilla de cabrito o costillar de cordero a la brasa, guisos de carrillera de ternera, callos y morros o rabo de vaca; y pescados como lubina, cogote de merluza, chipirón guisado, pulpo a la brasa con papada ibérica o cococha de merluza a la brasa o en salsa verde. Torrijas, tarta de queso y de chocolate, tiramisú o una infusión de fresa, yogur de caserío y helado de leche fresca completan la carta para los postres.

Además, buscan potenciar la barra, en la que disfrutar de un vino tranquilamente pero también “que puedas tomar en una mesa alta los platos del restaurante. Callos, alcachofas guisadas, unas carrilleras o cardo. Será una cocina al momento, bajo pedido, sin pintxos expuestos. Creemos que esta idea de comer o cenar con un concepto divertido, más informal, se complementa bien con el restaurante”, dice.

En definitiva, “es un restaurante con una cocina nada rebuscada. Comida sabrosa con muy buen servicio. El típico restaurante al que a la gente le gusta volver de forma recurrente”, dicen los socios, “encantados de trabajar en un hotel con tanta historia, donde nos han puesto las cosas muy fáciles. Es una gozada”.