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La Librería Horizontes del II Ensanche baja la persiana

Juan Goñi, dueño de librería situada en Paulino Caballero, cierra una tienda de barrio con su tradicional atención personal después de 37 años

La Librería Horizontes del II Ensanche baja la persianaUnai Beroiz

Juan Goñi Larrea, propietario de Librería Horizontes , ubicada en la calle Paulino Caballero número 44, bajará el próximo 30 de junio, definitivamente, sus persianas tras 37 años al frente de un negocio “de barrio como los de toda la vida”, que ha asegurado siempre la atención personal y del “tú a tú” a su clientela, muchos ya grandes amigos del dueño, y la calidad de sus productos y materiales. 

En abril de 1988 unos ojos azules brillaban al contemplar cómo se abrían, por primera vez, las puertas de su primer negocio propio. Ahora, 37 años después, los mismos ojos, igual de azules aunque menos ilusionados, aprecian como el que ha sido su hogar durante toda una vida cierra sus portones para siempre. A pesar de que el pamplonés ha disfrutado enormemente de su oficio –sobre todo del trato con las personas, su parte favorita– sí parece estar preparado para el cierre definitivo.

Quizá, hace un par de años, cuando decidió desprenderse de su niña bonita, la respuesta hubiera sido más dubitativa. Esta vez, el cansancio y los planes de jubilación lo mantienen más firme. “Si te digo la verdad igual habría aguantado un añico más, no te voy a mentir. Pero los autónomos no tenemos ninguna bendita ayuda;te comes todos los palos y se te quitan las ganas de todo”, confiesa el propietario. 

Juan, aunque contento con su decisión, añora y se mantiene algo preocupado por el futuro del oficio de barrio, ya casi en peligro de extinción. “Sería feliz si volviéramos, otra vez, a lo de antes. Si esto no cambia, el comercio va a desaparecer”, asegura.

Además, Juan no es el único intranquilo con su despedida. “La gente me pregunta dónde va a encontrar artículos como los de esta tienda. Yo no puedo hacer más, bastante he trabajado toda la vida”, confiesa. A pesar de que el pamplonés, durante dos años, ha recibido ofertas de traspaso –la mayoría de emprendedores jóvenes–, ninguna ha resultado exitosa. “Me preguntaban cuánto ganaba al mes o cuántas horas metía y...”, reconoce. “El problema es que piensan que nada más montar un negocio van a tener beneficios . Eso es muy difícil y más en nuestros tiempos. Deben tener paciencia, aguantar mucho, ganarse a la gente y tener unos precios competitivos”, sujeta. 

Una receta que Juan ha seguido, ingrediente a ingrediente, durante toda su carrera y que, por supuesto, ha dado sus frutos. “No has visto una tienda que tenga tantos precios como esta”, expresa el comerciante, que todavía mantiene el coste de sus productos con Post-it amarillo escritos a manos. “La gente no quiere gastarse nada, pero no se dan cuenta de que comprando algo malo y más barato van a tener que venir, después, aquí y gastarse el doble”, incide. Sin embargo, la bondad y la comprensión de Juan han sido su verdadero ingrediente secreto. Y sus anécdotas lo confirman.

Juan, tras el mostrador de su local.

El dueño echa la mirada a septiembre de 1988 –tan solo hacía cinco meses que acababa de abrir Horizontes– , y recuerda la cara de desesperación de un varón, padre de cuatro niños. No tenía dinero para pagar su material escolar y le pidió a Juan que le echara una mano. “Yo no sabía si era de fiar, pero...”, confiesa el pamplonés. “Cuando volvía a la tienda se echaba a llorar y me decía si sabía lo que significaba aquello. Yo solo sabía que había visto en su cara una amargura que no podía con ella y que tenía que ayudarlo”, continúa. 

Juan en su tienda no solo veía una oportunidad de negocio, sino que también veía la posibilidad –y hoy casi necesidad– de contribuir por un barrio solidario y que tuviera relaciones humanas más allá del mostrador. “Tenía claro que quería dedicarme a algo para el ayudar al otro. Y aquí encontré la oportunidad”, revela.

Un filosofía de vida que no se quedará entre el polvo y los libros viejos del local al cerrar, sino que viajará con el propietario en sus proyectos de jubilación. “No tengo ningún plan concreto, quiero disfrutar. Aunque hay algo. Parece una chorrada, pero quiero ir a la parte vieja, por Dormitalería, Calderería, la Merced, pasear y ver sus fachadas. Irme por el Caballo Blanco y sentarme en un banquico, respirar naturaleza y tomarme un vino con unas aceitunicas. Vivir las cosas de verdad y saborear la vida, que es muy bonita, de verdad”, declara. Además, Juan también plantea acercarse a alguna residencia de ancianos y acompañar a los más mayores para paliar una soledad cada vez mayor. 

Mientras el buen samaritano del II Ensanche disfruta y continúa ayudando al otro, Horizontes vacía sus estanterías y el local de “siempre” espera la llegada de un nuevo futuro, todavía incierto.