Son días de idas y venidas, de cajas, de nervios, de frenesí y nostalgia en un pequeño comercio de la calle Comedias. Ruhna cambia, después de ocho años de estancia, se muda a unos cientos de metros, a la calle Zapatería. 

Marta Martínez, desprendiendo una energía y simpatía desbordante que solo disponen quienes están hechos para trabajar de cara al público, remarca que el cambio a un local más amplio “se produce por el crecimiento del negocio”. 

“Después de San Fermín empecé a meditar el cambio y de pronto me encontré con la bajera de la lencería Silvia, que me pareció perfecta”, recuerda Marta. Pese a que Marta, ingeniera agrónoma de profesión, lleva ya 22 años al frente de la tienda de moda -primero en la calle San Antón y después en Comedias- la ilusión en su modelo de negocio sigue intacta. “Yo creo en la moda como algo que hace que la gente se exprese para que seamos diferentes”, sostiene a la vez que afirma que siempre compra la ropa y complementos “pensando en mis clientas”. Un público que Marta ha sabido fidelizar a lo largo de estos 22 años desde un trato cercano, personal y, sobre todo, sincero. 

“Cuando algo no le favorece a alguien se lo digo, a fin de cuentas mucha gente viene a Ruhna para asesorarse sobre su estilo”. En Ruhna se puede conseguir todo tipo de ropa y complementos de moda femenina sin importar la edad: “Tengo clientas que van desde los 30 hasta los 80 años”, sostiene Marta. Además, intenta que los productos que vende en su comercio sean de primera calidad, “a poder ser artesanos” y sin que haya mano de obra infantil detrás: “Siempre intento que los productos que se venden sean españoles y tengan su certificado de economía sostenible”. 

Pese a estar en un lugar de paso, Marta afirma que ella “no ha creado su negocio para los turistas”. Sin embargo, hecha en falta que desde el Ayuntamiento se visibilice más el comercio local: “Podrían hacer un mapa en la Oficina de Turismo poniendo los establecimientos clásicos de lo Viejo”, sugiere a la vez que ve con pena el auge de las franquicias en la parte más céntrica de la ciudad. “Una franquicia no te da tanta libertad creativa como tu propio negocio; a mí me gusta hacer las cosas a mi manera sin depender de nadie”. Marta no tiene reparos en admitir que cuando no tiene alguna prenda que demanda algún cliente, les “manda a otro comercio local” para que la encuentre: “Aquí nos echamos todos una mano”.

Con estar al lado de Marta mientras desarrolla su jornada en Ruhna, se comprende el por qué del vigor del que goza la tienda. Marta enseguida se pone a asesorar a una clienta y remueve toda la tienda y lo que queda en el almacén para sacar ropa y complementos que le “favorezcan” a la clienta. 

Producto de cercanía

Tras entablar una conversación sobre materiales de textiles y lo que “se lleva”, Marta acaba fidelizando a la clienta a la que acaba llamando por su nombre, Merche. Tras hacerle unas fotos para subirlas al Instagram de la tienda, Marte sale a la calle con la nueva clienta para indicarle la nueva ubicación de Ruhna:“Estará a en Zapatería, donde estaba antes Lencería Silvia”, indica Marta con una sonrisa. En cuanto al nombre de la tienda, hace referencia a la antigua denominación del río Arga por un lado y a las piedras celtas por otro: “En el momento que abrí la tienda, no sé por qué, tenía en casa una colección en minatura de piedras celtas, de ahí el nombre”. 

Volviendo a la cercanía que se respira en Ruhna, Marta señala que ella intenta conocer a todos los diseñadores que mandan ropa a su tienda. Lejos de las boutiques de lujo sin identidad, Ruhna es una tienda por y para la calle, porque “la moda se crea en la calle, entre la gente, por las relaciones entre humanos”. Si bien el nombre boutique evoca a establecimientos de lujo, reservados a unos pocos; en Ruhna los “precios hacen de la moda y los complementos artesanos algo que se pueden permitir todos los bolsillos”. El local, colorido y alegre pronto bajará la persiana. 

El viernes (por hoy) y sábado ya cerramos definitivamente para realizar el resto de la mudanza”, apostilla Marta, que anuncia que “desde ya” está trabajando par darle su toque personal a su nueva bajera. A la nueva casa de Ruhna. Sin embargo, pese a que desde el próximo 1 de septiembre la calle Comedias se quede sin Ruhna y la alegría que desprende Marta, la calle Zapatería ganará un comercio de mucha cercanía.