“Quien amparó a los asesinos fue todo el sistema de la época, sin ninguna duda”
José Lázaro Ibáñez presenció a apenas metro y medio el disparo a bocajarro que costó la vida a Aniano Jiménez
estella-lizarra - José Lázaro Ibáñez era uno de los cientos de jóvenes que el 9 de mayo de 1976 participaban en la romería a Montejurra, en su caso acompañado por sus padres, su mujer y su hijo de corta edad. Ibáñez presenció a apenas metro y medio de distancia el disparo a bocajarro que José Luis Marín García-Verde, el Hombre de la Gabardina, propinó a Aniano Jiménez Santos. 40 años después, no ha podido olvidar aquel día. “Fue una salvajada que tiene nombre y apellidos, sobre la que no se ha hecho justicia y en la que cayeron dos personas inocentes”, lamenta. José Lázaro Ibáñez, integrante del Partido Carlista destaca que “quien los amparó fue todo el sistema de la época, sin ninguna duda. Estaba la flor y nata de la extrema derecha mundial. Y la Guardia Civil que controlaba desde días antes todos los caminos y la cumbre no detuvo a ninguno”.
Para José Lázaro Ibáñez “el sistema se estaba dando cuenta del auge del movimiento carlista y el prestigio que estaba cogiendo Carlos Hugo. El búnker franquista no podía permitir que avanzáramos. Fue una estrategia de rompernos, de machacarnos. Prueba de ello es que poco después legalizaron a todos los partidos menos a nosotros”, recuerda. Ibáñez defiende que “es momento de que se conozca la verdad, seguimos reivindicando una vez más que se esclarezca”, defiende.
Este testigo de los sucesos de Montejurra relata cómo los ultraderechistas “vinieron en marcha militar y al llegar a Irache, en la zona de la bodega, empezaron a insultar, a pegar porrazos y a tirar piedras. Aniano, que estaba a metro y medio de mí, se adelantó y se enfrentó. Aquel canalla le disparó a quemarropa. La Guardia Civil estaba custodiándolos descaradamente. Les exigíamos que interviniesen y nos dijeron textualmente que tenían órden de no hacerlo. Y nos metieron el fusil en el estómago, a nosotros ”, relata. Ibáñez añade que “les hicimos retroceder, porque en la explanada del monasterio había mujeres y niños. Comenzó el vía crucis y por el recorrido vimos gentes extrañas, policías secretas vestidos de carlistas. Se notaba que no se habían puesto la boina más que ese día”. Este testigo añade que “antes de llegar a la cima hubo un intento de hablar Sixto. Había niebla y de repente se oyó un traqueteo de metralleta. De no vivirlo, no se puede creer, fue terrible”.
Ibáñez insiste en que “era una manifestación pacífica en la que lo único que se oía era libertad. No íbamos armados. Ametrallaron a la gente y luego salieron por el otro lado, por el Camino de los Cañones, sin que los parasen, aunque había Guardia Civil. La colaboración del sistema fue clara. Estuvo perfectamente planificado y orquestado”. - Maite González
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