- Laura Rosel es una mujer muy conocida en Catalunya tras una etapa como presentadora en TV3. Hoy continúa desarrollando su profesión en la radio pública catalana, trabajo que compagina con colaboraciones escritas y la dirección de la editorial Ara Llibres, especializada en no ficción.

Hay una cierta perplejidad en la opinión pública vasconavarra ante la fractura de un espacio político hegemónico y dominador. ¿Qué puede pasar a partir de ahora?

-Todo ese espacio postconvergente ahora está totalmente atomizado, pero quizás una de las fechas clave fuera el día que Jordi Pujol hizo aquella carta confesando aquel dinero que había heredado de su abuelo. Aquello fue una gran explosión en todo este universo convergente. El que había sido el padre del catalanismo cayó del pedestal, y a partir de ahí creo que se abrió bastante la veda a la desestructuración de todo este espacio. Lo que ha pasado ahora es que esta propuesta de constitución de nuevo partido, ligada a un calendario milimetrado, que no es para nada casual, constituye un capítulo más. No creo que acabe aquí el proceso de atomización de este universo. La jugada de Puigdemont creo que viene a fragmentar aún más todo esto, básicamente viene a dar un golpe de autoridad. Porque el PDeCat no estaba haciendo lo que él quería, y eso se demostró por lo menos en dos ocasiones, en la moción de censura a Mariano Rajoy, y después con el pacto con el PSC en la Diputación de Barcelona. Fueron dos momentos muy tensos y necesitaba tener las manos libres para hacer lo que él considera que se debe hacer en estos momentos, que es básicamente apretar de nuevo el acelerador. El PDeCAT va a sufrir por ese nuevo movimiento de Puigdemont, pero creo que el nuevo partido de Marta Pascal es el que tiene un futuro más incierto.

¿Fue el del PNC un movimiento un tanto precipitado?

-Da la sensación que sí, que Pascal ha ido demasiado rápido y no era el momento de dar ese paso. Es una política muy joven, venía muy bien avalada por algunos sectores sólidos de la antigua Convergència, y quizás ha dado el paso antes de hora.

Dice que Puigdemont busca acelerar.

-En el manifiesto de la semana pasada él apuntaba que quería aglutinar la corriente central del catalanismo, pero hay muchas contradicciones en este planteamiento que hace Puigdemont. Y esta es una. Porque hablar de corriente central del catalanismo cuando dos frases más adelante dice que lo que quiere es acelerar el Procés, la corriente central no está en la aceleración, al menos según lo entiendo yo. Creo que este golpe de autoridad que ha dado con la creación de este partido, es también un desafío a David Bonvehí y a todo el alma más conservadora del PdeCAT. Puigdemont apuesta por el independentismo unilateral, y aprovecha esta posición más pragmática que está teniendo Esquerra Republicana, sobre todo desde el encarcelamiento de sus líderes, para marcar perfil. Para Puigdemont apretar el acelerador es hacer lo que hizo en Perpinyà hace unos meses. Mantener el pulso hacia el Estado y hacia la independencia y la vía unilateral.

Trocear un espacio es un riesgo para el propio independentismo.

-La lógica nos lleva a pensar que cuanto más fragmentado esté un espacio peor, pero es que aquella unidad de acción de 2017 se dio una vez y nunca más, ha desaparecido, no existe, y el enfrentamiento entre el espacio postconvergente y Esquerra es brutal, a pesar de que estuvieron gobernando juntos.

¿No ha habido posibilidad de mejorar las relaciones entre Puigdemont y Junqueras?

-No tengo ninguna duda de que ha habido y hay puentes entre Waterloo y Lledoners, pero es que se rompieron muchas cosas en octubre de 2017.

Los presos de JuntsxCat mediarán.

-Esto ya te lo deberían responder ellos, pero la relación entre ellos dentro de prisión es buena. Solo hace falta hablar con ellos y visitarlos. Pero entre Puigdemont y Junqueras se rompieron cosas, y yo no sé si es reconducible o no, esto ya deberían decirlo ellos.

Queda pendiente ver qué posición toma Artur Mas.

-Es la gran pregunta, y uno de los grandes silencios que hay ahora mismo, porque dejó de estar inhabilitado en febrero. En una de las últimas intervenciones públicas en TV3 él dijo que había dado un paso al lado. Recordemos que Mas da pasos al lado no atrás, que es muy diferente. Y que él volvería si era útil para el partido. La cuestión es para qué partido y cómo de útil. Si Junts, per Catalunya, que parece que poner la coma va a ser el juego de Puigdemont para quedarse con el nombre, se acaba presentando, necesitará un candidato efectivo. ¿Quién va a ser esa figura? Y a la inversa: ¿Artur Mas, con su liderazgo y trayectoria, va ser capaz de situarse en la práctica como número 2 a la sombra de quien él designó?

Los presos están en vías de conseguir el tercer grado. Puigdemont tienen una perspectiva muy complicada, y el riesgo del olvido está ahí.

-No creo que deba de tener miedo a quedar olvidado porque al final fue el presidente que convocó el referéndum del 1 de octubre, el que lo hizo posible y el que gestionó bien o mal, esto ya es otro tema, toda aquella situación. Fue su gobierno el que lideró el pulso al Estado, juntamente con Esquerra. No creo que deba quedar olvidado, ni mucho menos. Su entorno se ha ocupado muy bien de mantener y hacer crecer la figura de Puigdemont. Y el simple hecho de que no pueda volver y que durante mucho tiempo no vaya a poder volver a pisar suelo catalán y suelo español es muy potente como argumento político y comunicativo. Este pulso judicial se va a mantener. Las órdenes están ahí, son latentes. Al mismo tiempo, en Perpinyà demostró su capacidad de movilizar a una parte del catalanismo y del independentismo.