Allá en 2019 fue la última vez que salimos a la calle a disfrutar de nuestras fiestas, que nos vestimos de rojo y blanco y alzamos nuestras voces gritando ¡Viva San Fermín, Gora San Fermín! Ha pasado mucho tiempo y a más de uno se nos ha hecho eterna la espera.

Las ganas de vivir cada momentico, de juntarnos con la cuadrilla, con la familia, de bailar al son de los txistus y las gaitas o al ritmo del txun txun de las peñas... parecía que se esfumaban por la llegada del “maldito bicho” a principios de 2020. Sin embargo, los Sanfermines ya están aquí, después de 1.087 días, con su gente, con su ambientico y con el capotico del Santo morenico.

El derroche de alegría se puede percibir en cada rincón de Pamplona mucho antes de que la fiesta dé comienzo el 6 de julio, pero una vez se escuche el Chupinazo ya nada podrá detener el espíritu sanferminero que inunda la ciudad. Y ahí estarán las peñas, esperando ansiosas el poder recuperar el ritual que la pandemia interrumpió y dispuestas a trasladar a las calles un ambiente festivo único en el mundo.

Desde el primer día y hasta el final, ondearán sus pancartas al compás de las txarangas y contagiarán a todo el que se acerque a los Sanfermines con su alborozo y peculiar forma de divertirse; tanto dentro como fuera de la Plaza de Toros. Porque las peñas son el alma de la fiesta, la esencia de San Fermín, las que ponen la nota de color a nueve días de blanco y rojo y las que durante todo el año se unen para diseñar una fiesta participativa, inclusiva y solidaria en la que la diversidad es su razón de ser. Reservar espacios a las personas con movilidad reducida o reivindicar unas fiestas libres de agresiones y actitudes sexistas son algunos de los pasos de gigante que este colectivo ha dado y un ejemplo progresista, reflejo de la sociedad actual.

Tras dos años de reflexión sobre cómo queremos que sean los Sanfermines, al final toca vivirlos y disfrutarlos, mezclarnos entre la multitud y emocionarnos con cada momentico. Este año, sí. ¡Viva San Fermín!, ¡Gora San Fermin!