la de ayer fue, para muchos universitarios, la última juerga hasta Navidad, porque este año los exámenes de febrero se adelantan a diciembre en todas las carreras. Pero ni siquiera el plan Bolonia puede con las ganas de carpa. Y así quedo demostrado: más de 7.000 universitarios invadieron ayer el polideportivo de la Ciudad Deportiva Amaya para disfrutar de más de 22 horas de fiesta ininterrumpida.

El tiempo, además, acompañó: después de carpas totalmente invernales (incluso en la edición de primavera), donde se podía prescindir de los hielos en el cubata, ayer por fin el sol apareció. Ni siquiera los más veteranos recordaban un día igual. Así, no fue necesario hacerle frente al que durante años ha sido el enemigo público número uno de los carperos: no hubo ni rastro de barro, a pesar de que este año el suelo del patinódromo estaba preparado para todas las circunstancias meteorológicas.

Un patinódromo que abrió sus puertas a las 9.00 de la mañana, cuando los primeros carperos empezaron a llegar, principalmente para medir habilidades en los campeonatos de mus y póker (este último novedad este año). Pero la recompensa al madrugón merecía la pena: los ganadores recibieron un katxi gratis en cada una de las barras. Un premio que motivó a las 78 parejas que se midieron en el mus y a los 10 jugadores que lo hicieron en el póker (en total, 55 se habían jugado el pase a la final la tarde anterior). El primero de ellos se alargó hasta bastante después de la hora de la comida, cuando la carpa presentaba un aspecto más vacío.

Y es que en ese momento, muchos ya necesitaban un descanso, después de darlo todo en el escenario. Como en años anteriores, el karaoke de la mañana fue uno de los momentos más animados, en el que se revivieron clásicos de toda la vida, muy anteriores a las 25 ediciones que ya lleva esta fiesta universitaria. A algunos costó despegarlos del escenario, pero había que dejar paso a los profesionales que venían a continuación: las formaciones del Certamen de Grupos Nobel, en la que participaron Iparfolk, Brigada Improductiva y Las gafas de Mike. El momento de mayor afluencia fue, como viene siendo habitual, a partir de media tarde, cuando el patinódromo se encontraba lleno.

la organización

Imaginación al poder

Cuando hay 20 barras en un mismo recinto y lo que está en juego es la financiación del viaje de carrera, el ingenio aumenta hasta cotas insospechadas. En muchas carreras se recurría a los concursos y sorteos para atraer clientela: en la de Ingeniería Agrónoma se podía jugar a a una especie de ruleta de la fortuna por el módico precio de dos euros. "Te puede tocar una caña, un cubata, un cubalibre o una sorpresa", explicó Julio Álvarez Echarri, que atendía la barra al mediodía. Una sorpresa que podía ser un tanga, un silbato... Y es que la fiesta universitaria tiene cada año más visos de carnaval: sombreros, cofias, gafas XXL, collares hawaianos, antenas de marciano... En día de carpa, la vergüenza se deja en casa. Buen ejemplo eran los universitarios que entraban y salían del recinto, forrados totalmente con pegatinas multicolores. Esta curiosa decoración la regalaban en muchas de las barras, como la de Magisterio de Primaria, que había impreso mensajes como "Soy Feo, pero estoy de moda" o "Éntrame tú que a mí me da palo", que arrasaron entre los universitarios.

La mayoría de las carreras optaron, además, por decorar su parte de la carpa con un determinado motivo, lo que daba al recinto el aspecto de un parque temático. Desde las calabazas de Halloween que decoraban la barra de Economía, pasando por el casino de I.T.I. Mecánica hasta el particular homenaje que se podía ver al fallecido pulpo Paul (célebre adivino de los resultados del mundial), del que, se aseguraba en una pancarta, "hubiese elegido Ingeniería Industrial".

La carpa es ya uno de los eventos más importantes para los universitarios navarros (y para los que no lo son). Este año, se cumplían las 25 ediciones, aunque no hubo ningún evento especial para celebrarlo, porque , como confesó ayer Iñaki Romero Torres, de la comisión organizadora, se enteraron del aniversario "un poco tarde". A pesar de todo, se mostraban satisfecho por como iba transcurriendo el día, después de duros meses de trabajo para prepararla.

Y es que la carpa no sólo es punto de reunión para los que estudian en la Comunidad Foral: algunos estudiantes vuelven a casa, y no precisamente por Navidad. Ese era el caso del noaindarra Rubén Francisco estudiante de arquitectura técnica en Zaragoza, que tiene a sus espaldas "muchos años de carpas". Aunque la perspectiva de otras ediciones le hacía añorar la situación anterior: "Esto es muy pequeño, me gustaba más cuando se celebraba en el Sadarcillo", señaló. A pesar de todo, pensaba exprimir el día de fiesta hasta que el cuerpo aguantase, como los otros 7.000 universitarios que, vaso en mano, celebraban la apertura del curso.