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"No hay nada mejor para un profesor que ser superado por sus discípulos; eso es misión cumplida"

Después de una vida dedicada a la UPNA, Burillo recibirá este viernes la Medalla de Oro de su institución. Le confiaron su puesta en marcha y, años después, sus colegas le eligieron rector. Pero su pasión es la docencia, el contacto con los estudiantes, y lo echa de menos

"No hay nada mejor para un profesor que ser superado por sus discípulos; eso es misión cumplida"Foto: mikel saiz

pamplona. Un cuarto de siglo en la docencia, presidente de la gestora que impulsó la UPNA y el viernes le conceden la Medalla de Oro. Imagino que ni en el mejor de sus sueños.

Nunca había imaginado que el colofón para mi carrera académica iba a ser la Medalla de Oro de mi institución, que ayudé a poner en marcha. Esto para un académico es de una trascendencia tal que estoy asombrado. El reconocimiento de tu institución, en la que has pasado momentos de alegría, de tristeza, muchas noches sin dormir..., supone que globalmente la comunidad académica hace una valoración positiva que es de agradecer.

Es la 5ª medalla. Se dan con cuenta gotas, lo que realza el galardón.

No es algo que se otorgue todos los días por eso es un privilegio y la verdad es que me ha hecho muy feliz.

Quisiera recordar como fueron esos inicios, en 1988. ¿Cómo recibió la sociedad navarra a un aragonés que venía a dirigir su universidad?

Llegué a Pamplona en la primavera de 1988, cumplo ahora mis 25 años. La UPNA lo hizo el año pasado, la ley foral es de 1987. Estaba de vicerrector en la Universidad de Alcalá de Henares y uno de los profesores de este centro fue consultado por el Gobierno foral sobre posibles candidatos de la comisión gestora. Y dio mi nombre. Mantuve varias entrevistas con la consejería de Educación. No me eligieron, pero por circunstancias que desconozco el primero al final no aceptó, y me llamaron. Navarra me acogió fantásticamente bien, es cierto que entré por una puerta muy abierta, al presidir la comisión gestora de la UPNA, y tuve acceso a muchas personas e instituciones. Pero además hice muchos amigos y me acogieron muy bien. De hecho cuando dejé la consejería de Educación me ofrecieron un puesto en otra universidad y lo rechacé. Fue un acierto tanto venir, como no marcharme después.

¿No encontró ningún rechazo?

No detecté ningún problema respecto a crear la UPNA. Sí que noté que algunas personas veían esta universidad como esa institución que iba a ponerse frente a la privada. Pero bastantes problemas teníamos en poner en marcha la nuestra como para luchar con otra. Además, instituciones con tantas coincidencias no están llamadas a enfrentarse.

Estuvo al frente de la UPNA hasta 1991. Llegó UPN y le destituyó.

Sí, a mí me nombró el Gobierno de Urralburu. El primer rector siempre se nombra a dedo por eso más que rector es el presidente de la comisión gestora. Y el Gobierno que me nombró me podía desnombrar, como así hizo. Una vez elegido el claustro solo la comunidad universitaria puede elegir o destituir al rector.

De esta primera etapa, ¿cuál es su mejor recuerdo?

La mejor cosa que me ha pasado en esta Universidad fue en 1988 cuando empezamos la actividad docente, porque ese día ya no había vuelta atrás. Hasta entonces había una ley foral y una voluntad política, ciudadana y académica de ponerlo en marcha pero no había nada. El día que metimos a los 500 alumnos matriculados en esta universidad y en las clases sentados me dije: "Pedro, esto ya no lo quita nadie". Comenzaron en El Sario, edificio del Gobierno que estaba cedido a la privada para impartir sus ingenierías técnicas. Negociamos con la UN para que esas enseñanzas que impartía pudiésemos conservarlas pero con nuestro profesorado. Empezamos con esas y con algunas superiores. Las Escuelas Universitarias existentes, que dependían de Zaragoza y la Politécnica de Madrid, se incorporaron en 1989.

¿Y el peor rato?

No recuerdo ninguno de calado. Hubo momentos duros de negociación con el Gobierno y con la Universidad de Zaragoza de captar profesores. Les atendía en el despacho y me preguntaban qué les ofrecía. Yo les decía que tenía el Plan Sur donde estaban lo cimientos del Aulario. Valiente ellos y valiente yo por vender un producto que no tenía.

¿Por qué se optó por el Plan Sur?

Creo que en el debate se barajaron tres opciones: Casco Viejo, que suponía revitalizarlo pero también tener las facultades separadas, Mendillorri y el Plan Sur. Eso lo decidió el Gobierno y creo que fue un acierto.

¿Qué recuerdo guarda de Saénz de Oiza, arquitecto de la UPNA?

Era un hombre extraordinariamente difícil. Más que hablar de universidad (pedía pocas opiniones) las discusiones con Saénz de Oiza las tuve casi exclusivamente de temas matemáticos. Era un enamorado de la Matemática y mantuvimos unas trifulcas... Recuerdo un detalle que nos dejó helados. No quería hacer despachos, porque decía que las clases se debían dar en la calle. Y se salió con la suya. Todos los edificios de la UPNA son con pladur, si se quitan es una planta diáfana. Ese tema nos costó muchas discusiones pero ahora no me parece mala idea porque son edificios que, de cara a modificaciones, por ejemplo, Bolonia, son más flexibles. También discutimos por la Biblioteca. Es faraónica pero se negó a poner tres plantas y así acoger al triple de alumnos. Decía que así el alumno podía elevar la vista del libro y encontrarse con el volumen.

Con la UPNA en marcha se atrevió con la consejería de Educación, en un Gobierno tripartito. ¿Cómo recuerda la experiencia?

Con mucha ilusión y también preocupación, porque toda mi vida había transcurrido en terreno de lo académico (aunque con cargos de responsabilidad). Mi valoración es, por una parte, buena ya que las decisiones del Gobierno las tomamos siempre con una libertad tremenda. Eso nos llevó a hacer una gran amistad, que mantenemos. La negativa es que entendí que no estaba preparado para la política. Antes de que saltara el Gobierno, yo había presentado mi dimisión porque no me veía. Soy científico. Si esto es así, es así, y negociar que esto sea medio así, medio asá... ¡Me consumía con las negociaciones! Cuando veía claro que a unos había que dar tanta subvención para tantas aulas y a estos no porque no había críos, pero luego me tenía que reunir con sindicatos, grupos políticos... y al salir comprobaba que a estos, que son los pobres, les estábamos dando menos que a esos otros, porque estos últimos tenían más apoyos. No me encontraba a gusto. Vi que en política todo es más cuestión de negociación y equilibrio que de academia y ciencia. Creo que hubiese durado poco en la consejería.

Conoció las presiones que hay de ciertos grupos o colectivos...

Muchas, muchas... Me alegra haberlo conocido por dentro porque ya no me engañan, porque sé lo que es, pero me quedo con la academia.

¿Y cree que en la actualidad se podría conformar un gobierno con tres partidos, como ocurrió en 1995?

Con el abanico de partidos que hay ahora lo veo casi imposible. Un pacto UPN-PSN, como el que ha habido, lo hubiera visto como una posible opción pero un Gobierno de tres partidos... Si es UPN, PSN con otro, pero sin UPN o sin PSN, lo veo difícil. No sé si sería bien aceptado socialmente, porque aquel tripartito, que tuvo muchos problemas, no fue bien aceptado socialmente, y por eso cayó.

¿Tuvo algún problema al volver a la UPNA tras integrar ese Gobierno?

Ninguno porque en un año no me dio tiempo a tomar decisiones serias.

¿Por qué se animó a presentarse a Rector en 2003? Tengo entendido que la UPNA estaba bastante tensionada.

Ciertamente la universidad estaba un poco tensionada y muy dividida, y pensé voy a ver si podemos unirnos. Además estábamos en el trajín de Bolonia, yo era un defensor (al final ha quedado una chapuza) y me apetecía ponerlo en marcha. Y en tercer lugar quería someterme a la elección de mis colegas. Creo que la universidad se pacificó bastante, Bolonia no se llevó a cabo en cuatro años y terminé descontento, de ahí que no me presentara a la reelección. Guardo muy buen recuerdo de ese rectorado sobre todo porque me pude rodear de unos colaboradores excepcionales. El secreto de un buen gestor es coger a gente mejor que tú.

Entre otras cuestiones en aquella etapa se puso en marcha Tudela

Fue un mandato, una ley foral aprobada por unanimidad por el Parlamento. En este tema la UPNA estaba dividida y aún lo está. Comprendo las reticencias, de hecho el campus de Tudela no ha tirado mucho.

Por sus aulas han pasado decenas de generaciones de estudiantes. En la UPNA los primeros en 1991 y los últimos de 2012. ¿Hay diferencia?

En el año 91, en general, se sabía que los universitarios se colocaban y eso les daba tranquilidad de estudio, cierta tranquilidad vital. Eso hacía que en el estudio se trabajara más en equipo y era gente tranquila. Los de ahora no tienen claro que vayan a encontrar trabajo y eso les produce una tensión que se nota en las actitudes y aptitudes. Les lleva a ser tremendamente competitivos, luchan por las notas, por aprobar... Además, los estudiantes de 1991 necesitaban estar más dirigidos, los de ahora tienen más soltura para buscarse la vida, pero a cambio aquellos tenían los conocimientos más aprehendidos que los de ahora. Pero al final aquellos y estos salen magníficamente preparados de nuestra universidad.

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Tuve el placer de establecer aquí los conjuntos difusos, que es racionamiento aproximado, cómo piensan los ordenadores, inteligencia artificial, la forma de reproducir en un ordenador nuestras pautas de comportamiento (lógica, filosofía, matemáticas a la vez). Cuando llegué no había jóvenes para hacer tesis, así que reclutamos a los primeros doctorandos entre los catedráticos de instituto. Formamos equipos de investigación y nos ha dado un resultado extraordinario. Tengo el placer de decir que uno de los grupos de investigación más potente de España, en esta materia, es de uno de la UPNA. Y eso me llena de satisfacción. Porque no hay nada mejor para un profesor, para un maestro que sus discípulos le superen. No te puedes imaginar la satisfacción que da. Eso es misión cumplida.

De sus tres facetas (gestor, docente e investigador), ¿con cuál se queda?

Con la docencia, sin duda, porque me gusta transmitir conocimientos y además creo que la universidad no ha sido bien tratada. Se examina por el currículo investigador y no pordocencia. Cuando el primer día de clase ves a los estudiantes que te miran como diciendo "¿este qué dice?" y al final, te discuten la nota, piensas "lo he conseguido". Mis clases solían estar relativamente llenas, eso me hacía feliz. He hecho de todo, la vida académica me ha tratado de maravilla. He hecho cosas que no se ofrecen en general a los académicos. Por ejemplo, montar una universidad. En España se lo han ofrecido no a más de 70, y soy uno de ellos.