santiago - Los padres de Asunta Basterra se han vieron ayer por primera vez las caras dentro del juicio que se celebra por la muerte de su hija, de la que ambos están acusados y afrontan una condena de hasta 20 años, una sesión en la que mantuvieron actitudes diametralmente opuestas y en la que no intercambiaron palabras.
Rosario Porto, sentada junto a su abogado, permaneció toda la sesión cabizbaja, llorosa, afectada y compungida. Vestida completamente de negro, la madre de Asunta dispuso sobre la mesa unas gafas de ver y un paquete de pañuelos de papel que tuvo que utilizar en varias ocasiones al romper a llorar.
La madre de Asunta permaneció muy afectada durante las casi seis horas que ha durado la sesión inicial y dejó ver abundantes gestos de dolor al oír hablar de su hija, los detalles de su muerte y el supuesto plan que orquestó junto a su exmarido para matarla. En una actitud muy diferente inició la sesión su exmarido, Alfonso Basterra. Vestido con un jersey azul, vaqueros y zapatillas deportivas, el acusado pasó más de la mitad de la sesión en actitud reflexiva, relajada y fría.
No obstante, a medida que iban avanzando las intervenciones, el padre de Asunta negó enérgicamente con la cabeza al oír las acusaciones que se le imputan y miró reiteradamente hacia el techo y el suelo de la sala.
Recostado en la silla, de brazos cruzados e incluso con las manos en los bolsillos, Basterra fue incrementando su tensión a lo largo de la jornada y sólo se mostró emotivo y afectado durante la intervención de su abogada, en la que hizo hincapié su sufrimiento como padre de la víctima, cuando llegó a secarse las lágrimas.
En la sesión de ayer las defensas apelaron a su papel de “víctimas” y las acusaciones vieron “un plan” para matarla. Los letrados de Porto y Basterra recurrieron al discurso “lacrimógeno” y plantearon otros culpables, como el pederasta de Ciudad Lineal. - E.P.