los padres que desean que su hijo se llame Lobo ya pueden inscribirle con ese nombre en el Registro Civil, después de que la Dirección General de los Registros y Notariado haya estimado el recurso interpuesto por estos progenitores contra la resolución que le denegó esa posibilidad.
Este organismo, dependiente del Ministerio de Justicia, remitió al Registro Civil de Fuenlabrada (Madrid) la resolución por la que estima favorablemente el recurso presentado por los padres con el fin de que éstos puedan inscribir en el mismo al recién nacido con el nombre de Lobo.
El Registro Civil de esta localidad madrileña denegó la petición de los padres al considerar que Lobo se trata de “un apellido común” en España, donde no se puede poner como nombre un apellido.
Pero para Gómez Gálligo, tal y como dijo en su día, “los usos sociales lo están convirtiendo en nombre y ahora en España ya tiene entidad propia como tal en la sociedad”. No obstante, el pasado día 16, los padres de Lobo denunciaron que el Registro de Fuenlabrada les había comunicado que les daba dos días de plazo para acreditar que habían presentado el recurso ante la Dirección General.
Felicidad en la familia El padre de Lobo, Ignacio Javierre, recibió con alegría la notificación de que su bebé ha sido ya inscrito en el Registro Civil de Fuenlabrada, después de más de un mes de intentos para que su hijo pudiera llevar el nombre que desde un principio decidieron. Javierre relatado cómo ha sido el momento en el que conocieron que finalmente su hijo podrá llamarse Lobo. Tras manifestar que todavía no se lo pueden creer, indicó que tanto él como la madre, María Hernández, han llorado de alegría. Así se produjo después de que la Dirección General haya ordenado al Registro Civil de Fuenlabrada la inscripción del bebé.
Los padres de Lobo mantuvieron ayer una reunión con el director general de Registros y Notariado, Francisco Javier Gómez Gállido, quien les anunció personalmente su decisión. No obstante, Gálligo ya anunció el 3 de agosto que aceptaría el nombre de Lobo porque “no confunde el sexo, no atenta contra la dignidad y es bonito”.