Síguenos en redes sociales:

El Gobierno de Colombia asumirá los costes de los sepelios de las víctimas

Los muertos por la avalancha ascienden a 262, aunque es probable que aumenten

El Gobierno de Colombia asumirá los costes de los sepelios de las víctimasFoto: Efe

MOCOA (Colombia) - Pasado el impacto inicial de una tragedia de la cual será difícil recuperarse, los habitantes de la ciudad colombiana de Mocoa empiezan el duelo con las primeras exequias por los fallecidos en la avalancha del fin de semana, que se cobró al menos 262 vidas. Mientras los equipos de rescate continúan buscando víctimas.

El Gobierno anunció que asumirá los costos de los sepelios y que pagará un seguro de 6.400 dólares a las familias de cada víctima mortal.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció un programa especial para reconstruir Mocoa que incluye un nuevo acueducto, la recuperación de la central de energía eléctrica, así como la reconstrucción de los puentes destruidos y las carreteras bloqueadas. Médicos civiles y militares han comenzado una brigada de vacunación entre la población para prevenir epidemias.

Es probable que el número de víctimas aumente a medida que avancen las labores de los equipos de rescate entre los escombros con perros y maquinaria pesada.

Muchas familias permanecen despiertas cada noche buscando entre los escombros a sus seres queridos que aún no aparecen, a pesar de la falta de comida, de agua potable y electricidad.

El desastre natural, uno de los peores en la historia reciente de Colombia, borró del mapa varios barrios de Mocoa, una pequeña localidad de 100.000 habitantes en la frontera con Ecuador y Perú.

Los cuerpos de las víctimas, envueltos en sabanas blancas, permanecen en una improvisada morgue en el cementerio local, algunos al aire libre y otros en un salón que carece de aire acondicionado.

La familia rosero Una de las primeras en recibir los restos de seres queridos fue la familia de Delcy Rosero Ruiz, una mujer de 26 años que murió tratando de salvar a su hijo de 7 años cuando la avalancha de los ríos Mocoa, Sangoyaco y Mulatos avanzaba con una fuerza descomunal por la calles de su barrio.

“Yo vivía aquí, en el barrio Palermo, pero mi hermana y mi mamá vivían en el barrio San Miguel. Por donde vivían ellas pasó la avalancha y destruyó todas las casas, se llevó todo, no dejó nada”, relató su hermana Yulian Marcela Rosero Ruiz.

Cuando la riada era inminente, Delcy Rosero logró salir de su vivienda en una motocicleta con su hijo Darío, de 3 años, al que pudo poner a salvo al entregarlo a unas personas que estaban en la parte alta del barrio, y regresó a casa a buscar al de 7 años, pero se la llevó la corriente cuando intentaba escapar con el niño.

El más pequeño está vivo, aunque con muchos golpes, pero el más mayor es otro motivo de angustia para la familia porque, según contó la madre de Delcy, su nombre está en una lista de menores socorridos por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, pero nadie da razón de él.

En el estrecho salón de su casa, Yulian Marcela ha improvisado un velatorio para su hermana, a cuyo féretro cerrado se aferra desconsolada su madre, Luz Mary.

La escena es desgarradora en la pequeña casa de los Rosero, a la que han acudido en señal de solidaridad algunos vecinos, también víctimas de esta catástrofe sin precedentes.

El viudo de Delsy Rocero, Daniel de Jesús Jiménez, intenta sobreponerse a la tragedia pero reconoce que no es fácil, siente que se va a derrumbar, que lo único que lo mantiene en pie es el pequeño que se salvó. - Efe