El suicidio es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes. Una realidad que se acentuó con la pandemia de la covid y que se constituye como un problema de Salud Pública en Navarra. Así, la prevención se alza como una de las bazas que los investigadores y profesionales de la salud mental tratan de potenciar mediante programas, estudios y sistemas de implantación.
Los premios Federico Soto condecoran a profesionales de la Salud Mental que trabajan en la investigación del suicidio en Navarra. En su cuarta edición, la médica forense Ana Hidalgo ha recibido el premio por su investigación titulada La autopsia psicológica como herramienta de prevención del suicidio en Navarra. La forense Hidalgo es experta en psiquiatría y miembro de la Comisión Interinstitucional para la Prevención y Atención de las Conductas Suicidas de Navarra desde 2023. El premio al estudio, liderado por el Instituto Navarro de Medicina Legal y Ciencias Forenses, ha sido entregado por Mº Antonia Soto (hija del psiquiatra que da nombre a la condecoración) y la Fundación Colegio de Médicos en su sede.
La forense, en su intervención, explicó que esta investigación tiene como objetivo “establecer un sistema de registro exhaustivo de suicidios consumados, incluyendo variables epidemiológicas, clínicas y psico sociales, que va a resultar muy útil para avanzar en el conocimiento de la complejidad que rodea al suicidio en sus diferentes formas”.
“El suicidio es prevenible, pero necesita del desarrollo de estrategias integrales de prevención, lo que requiere inversión financiera y recursos humanos. Este proyecto se propone, siguiendo el modelo preventivo de la OMS (que está sustentado en el conocimiento proporcionado por datos científicos concretos y la experiencia), identificar factores de riesgo, siempre desde un enfoque multidisciplinar y multisectorial”, añadió.
Autopsia psicológica
El proyecto premiado introduce la autopsia psicológica como herramienta para la prevención del suicidio, dirigida a recoger la máxima información sobre el funcionamiento mental de la persona fallecida en un sentido amplio (conocer su salud física, si hay patología mental, relaciones significativas, grado de reactividad/agresividad frente a los eventos estresantes, carácter y estilo de vida, historia familiar, indicadores de riesgo suicida, estado financiero y laboral, amortiguadores, precipitantes de la muerte, método utilizado, redes sociales, medicaciones, etc) y desde ahí ver qué papel jugaron esos factores en las circunstancias de la muerte.
La implantación de esta herramienta requiere un equipo multidisciplinar (médicos forenses, psicólogas, trabajadoras sociales, policía) dispuestos a coordinarse, formados en suicidio e implicados con su prevención porque “sólo así se podrá conectar de forma empática con el familiar que ha perdido a su ser querido y colaborar en el sostén emocional del mismo”, explicó Hidalgo.
Vocación humanizadora
En cuanto a la metodología propuesta, Hidalgo detalló que lo primero es conseguir una conexión empática con el familiar que ha perdido su ser querido (”superviviente”) y que está presente en el levantamiento del cadáver. “Se le entregará un tríptico informativo en el que se le propone acudir al Servicio de Clínica, una o dos semanas después del fallecimiento, para mantener una entrevista, que se hará de forma conjunta entre el médico forense y la Asociación Besarkada-Abrazo con un doble objetivo: informarle de cuantos datos quiera conocer acerca de las condiciones de la muerte de su familiar y solicitar su colaboración para obtener datos más personales y contextuales. “Las entrevistas de autopsias psicológicas permiten ir más allá de los números al incluir la dimensión humana, mostrándose como clarificadoras y reparadoras”, concluyó.