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A Francisco Mula, asesinado en 1937, se le recuerda en Oronoz

La Asociación de Familiares de Fusilados y su hijo Ricard colocan un adoquín en su memoria

A Francisco Mula, asesinado en 1937, se le recuerda en OronozOndikol

oronoz-mugairi - El que fue celador de Caminos de la Diputación Foral de Navarra en el distrito de la localidad baztandarra de Oronoz-Mugairi, donde residía con su esposa e hijos y desde donde se ocupaba del mantenimiento de las rutas de la cuenca del Bidasoa, ya tiene desde ayer un recuerdo material unido al humano que todavía conserva el pueblo en su memoria. La Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (AFFNA 36) y su propio hijo Ricard Mula Roca, colocaron una placa de latón dorado en Iraolaenea, la casa donde residió hasta que el 25 de enero de 1937, a medianoche, que es cuando se daban aquellos miserables paseos, se lo llevaron y nunca más volvieron a verlo.

Al acto, acompañando a Ricard, su esposa, hijos y nietos, acudieron un centenar de personas, entre otros los parlamentarios forales Iñaki Iriarte (UPN), Virginia Aleman (Geroa Bai) y Marisa de Simón IU-EB), los concejales de Baztan Mikel Ortega (EH Bildu), Florentino Goñi e Iñigo Iturralde (Baztango Ezkerra) y Rubén Ziganda (Geroa Bai), la alcaldesa jurado Ruth Peña Tena, promotora también del homenaje y otros miembros de la Junta General de Baztan, y miembros de agrupaciones que trabajan por la recuperación de la memoria histórica de Navarra.

El presidente de AFFNA 38, Jokin de Carlos, explicó el sentido del acto y el significado de las stolpersteine (los adoquines dorados) que, de la misma forma que con las víctimas del nazismo alemán, pretenden recordar a las víctimas de la represión franquista en Navarra. De Carlos explicó que las aceras de los pueblos navarros “podrían estar cuajadas de las 3.452 personas” que fueron torturadas y asesinadas en Navarra “por pensar distinto”, y deseó que sirvan para que las actuales y futuras generaciones conozcan lo ocurrido entre 1936-39, se pregunten por qué y no vuelvan a repetirse los hechos. “¡Nunca más!”, sentenció De Carlos. El bertsolari local Bittor Elizagoien improvisó unas estrofas relativas a los hechos y el historiador Koldo Plá dio lectura a su poema Adoquines, y Ricard Mula agradeció vivamente el gesto del pueblo como “ejemplo de memoria, reconocimiento y reparación”, y los niños Amaia Gárate y Unai Torres con los txistularis Maialen Baraibar y Xabier Marcos bailaron un Aurresku de honor a la familia. Para Ricard Mula, con 84 años inagotablemente dedicados a la búsqueda de los restos de su padre, es un paso más en la labor que se impuso cuando con 4 años despidió con un abrazo a quien no volvería a ver nunca jamás.