PAMPLONA. La catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado, María Blanco, ha considerado "imprescindible" la específica aportación de la mujer "para alcanzar, como dijo Juan Pablo II, una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, una concepción de la vida siempre abierta al sentido del misterio y la edificación de estructuras económicas, culturales y políticas más ricas en humanidad".

Así lo ha afirmado en la Universidad de Navarra, en el Curso de Actualización de la Facultad de Derecho Canónico que ha reunido a más de 200 personas.

La catedrático ha realizado tres sugerencias, la primera, "situar en su contexto el debate sobre la mujer en la Iglesia". Y, recordando a Mary Ann Glendon, ha señalado que "el sistema de asistencia sanitaria en la Iglesia es el segundo más grande del mundo y está gestionado en su mayor parte por mujeres".

"Además de que la Iglesia católica ha sido pionera en la educación de la mujer, abriendo horizontes de progreso humano, profesional e intelectual a muchas jóvenes de países donde tenían cegada toda proyección intelectual", ha destacado.

En segundo lugar, ha considerado que "convendría respaldar institucionalmente el trabajo y la actuación de la mujer evitando que esta presencia femenina en las tareas organizativas y oficiales de la Iglesia aparezca únicamente como fruto de circunstancias coyunturales".

Y en tercer lugar ha invitado a "poner más de relieve que la genuina posición que le corresponde a la mujer no viene dada por la participación en los oficios eclesiásticos, sino por el respeto por el don recibido". "No puede haber progreso humano y humanizante si no se garantiza también el protagonismo de la mujer en la familia", ha sostenido.

Además, en su mensaje ha hecho un breve recorrido por la historia de la mujer en la Iglesia. Ha destacado que Jesucristo fue "el auténtico generador y promotor de su dignidad" y que desde el siglo I "la mujer gozaba de una libertad impensable en el contexto jurídico y social del imperio".

Según ha expuesto "fue a mediados del Siglo XX, cuando 'a fuerza de fuerza' las mujeres alcanzaron niveles de presencia y proyección en el espacio público similares a los de la Edad Media".

Asimismo, ha opinado que "desde mediados del siglo pasado y hasta el siglo XXI la consideración de la Iglesia acerca del papel de la mujer ha dado tres pasos claves". "En primer lugar, la denuncia de toda discriminación que margine a la mujer en su plano de igualdad jurídica con el varón; en segundo lugar, la plasmación de los conceptos fiel y laico como realidades constitutivas del Pueblo de Dios, con misión propia en la sociedad civil y en la comunidad eclesial; y en tercer lugar, la valoración de lo específico femenino como riqueza vital en los dos ámbitos civil y eclesial", ha apuntado.