“La sensibilidad química múltiple es una enfermedad muy cruel, exige que tu entorno se adapte a ella y te aísla del mundo”
Pilar Muñoz Calero es doctora en Medicina, y es presidenta y directora de la consulta de Medicina Ambiental de la Fundación Alborada
pamplona - Pilar Muñoz Calero, a sus 63 años, convive con una enfermedad llamada la sensibilidad química múltiple. Además de padecerla, trata a pacientes que se encuentran en su mismo lugar.
¿Qué es la sensibilidad química múltiple (SQM)?
-Es una patología que consiste en una pérdida de tolerancia a multitud de contaminantes que están en nuestro entorno como en el agua, en el aire, en los alimentos, en la cosmética, en la ropa, en el interior de las viviendas. En ocasiones las dosis, que son muy pequeñas, provocan reacciones en las personas afectadas, que en ocasiones son leves, pero también pueden ser moderadas o muy graves.
¿Cómo se manifiesta?
-Se puede manifestar en cualquier momento. Normalmente consiste en el aumento de la carga tóxica, que suele ser acumulativa y suele estar motivada por diferentes exposiciones a lo largo de la vida. En el momento de que esa carga tóxica es elevada, se rompe la homeostasis, la capacidad del organismo de equilibrar esta carga, y una vez que se produce esa ruptura se desencadena la enfermedad.
¿Qué síntomas tiene la SQM?
-Prácticamente puede afectar a cualquier parte del organismo. Hay una base bioquímica y toxicológica que explica este proceso y que pueda haber reacciones locales, porque hay una serie de receptores que pueden estar alterados y excitados por muchos químicos, y dichos receptores están en muchísimas células del cuerpo. Por lo tanto, puede haber alteraciones neurológicas, del sistema respiratorio, del sistema digestivo, del esqueleto o el sistema motor. Podemos decir que prácticamente cualquier parte del cuerpo puede manifestar algún síntoma.
¿Existe algún tipo de tratamiento?
-El primer tratamiento que recomendamos siempre, y que es el más importante, es la prevención. Si la causa es que la persona está en un punto en el que no es capaz de tolerar una serie de contaminantes, lo primero sería evitarlos. Y después se intentaría bajar la carga tóxica que existe ya en el organismo, intentar bajar las reacciones de sensibilidad con diferentes tipos de tratamientos y aumentar el sistema inmune para que la persona sea poco a poco capaz de tolerar una cantidad carga que es inevitable tenerla.
¿Cuál ha sido su caso?
-En mi caso, como suele ser habitual, parecía que apareció en un momento determinado, de repente. Llega un momento que cualquier detonante, que en mi caso fue una exposición a pesticidas, es la última gota que desborda el vaso y hace que se desencadene esta pérdida.
¿Cómo es su día a día en la actualidad?
-Llevo una vida normal. Normal en cierto modo, porque ni fumo, ni bebo. Es decir, la gente llama vida normal a lo mejor a algo que no sería tan normal. Pero soy una persona que viaja, me muevo por todo el mundo, doy conferencias, y salgo. Sí que es cierto que mi vida básica es una vida en la que esta patología ha despertado y está presente: por ello, sigo una rutina bastante sana y vivo en las afueras de Madrid. Soy cuidadosa con mi salud, que realmente es el patrimonio más importante que tenemos. Cuidamos el patrimonio económico que tenemos, cuidamos nuestra casa, nuestro coche, cuidamos nuestro móvil, pero sin embargo no cuidamos nuestro organismo y nuestra salud, que es lo más importante que tenemos.
En su momento sí que tuvo que vivir de una manera muy distinta.
-Mi caso fue muy grave. Estuve en silla de ruedas, con 30 kilos menos que ahora y al borde de la muerte. Tuve que marcharme de aquí porque en aquel momento se desconocía esta patología. Me marché a EEUU y allí en Dallas me diagnosticaron, y empecé los tratamientos que posteriormente continué aquí y son los mismos que hacemos en la clínica donde estoy ahora. En cierto modo, esto es lo que ha hecho que ahora pueda hacer una vida normal, pero estuve muy aislada. No podía compartir mi vida con absolutamente nadie. Perdí amigos, familia, muchas cosas. Porque muchas veces un perfume, o un ambientador, o una colonia te separa hasta el punto de romper relaciones. Y a veces piensas, ¡Qué cosa tan absurda! ¿Cómo algo así puede separar pero en ese sentido es una enfermedad muy cruel porque en cualquier otra enfermedad la persona que está enferma tiene que cambiar su vida, pero aquí hay una exigencia porque de alguna manera tienes que cambiar los hábitos de tu entorno porque tiene que haber un control ambiental muy importante, porque es el primer paso para reducir la carga tóxica.
El proceso de desintoxicación será largo.
-Claro. Y ese es otro problema. Porque las personas cuando han pasado por un proceso acumulativo de muchos años, vienen muy enfermas. En ocasiones, pretenden que la mejoría sea en poco tiempo y es un proceso. Es como si yo me empeño que un embarazo dure 3 meses. Es imposible, al final dura lo que dura. Para lograr bajar esa carga tóxica y volver a recuperar el organismo tiene que pasar un proceso, y tiene que pasar un tiempo que no siempre es igual de largo en todas las personas.
¿La exposición a los campos electromagnéticos puede generar síntomas?
-Sí. Los campos electromagnéticos efectivamente son también un detonante ambiental. Además, estamos sometidos a un exceso de esta carga tóxica, porque hoy en día debido a la tecnología hay antenas en todos los lugares. Casi todos los establecimientos y hogares tienen wifi. Por eso llega un momento que existe un exceso de estos campos electromagnéticos y lo que hace eso, unido también a los tóxicos, es que nuestro cuerpo sea incapaz de tolerarlo.
A nivel sanitario, ¿estamos preparados para abordad esta enfermedad?
-El Ministerio de Sanidad tiene un consenso, que se hizo en 2011, en el que se habla de esta patología y algunas otras también relacionadas con estas enfermedades ambientales. Además, a través de la Enciclopedia Práctica de la Medicina del Trabajo, también nombran esta patología como algo que existe. Aunque todavía hay mucho que estudiar, ya hay bastantes instituciones oficiales que la reconocen como una patología que existe y que cada vez es más frecuente.
¿Estamos realmente concienciados de lo que puede suponer desarrollar una patología como esta?
-No. En absoluto. Hay un gran desconocimiento. Y no solo esto, sino que mucha gente que ya lo conoce, incluso lo rechaza, o consideran que estamos hablando de contaminantes o sustancias que son seguras porque son legales. Pero las sustancias las analizamos individualmente y lo que no se ha analizado en ningún momento es el efecto cóctel de los contaminantes a los que estamos expuestos en todo momento, y que estamos inhalando, comiendo, respirando, y que se ponen en contacto con la piel.
mucho más que la sqm
La Asociación Frida. La fibromialgia y la fatiga crónica son junto con la sensibilidad química múltiple, las enfermedades que sufren los miembros de la Asociación Frida de Navarra. La asociación entre otras cuestiones, busca informar y sensibilizar a la sociedad sobre estas enfermedades. También quiere lograr el reconocimiento del ámbito médico, institucional y de la administración pública se que son enfermedades orgánicas, no psicológicas ni psicosomáticas ni trastornos somatomorfos, y a su vez sensibilizar a la clase política reivindicando un presupuesto para la formación de profesionales e investigación, ayudar a mejorar la calidad de vida las personas enfermas e informar y sensibilizar a la sociedad sobre estas patologías.
Más en Sociedad
-
La natalidad se ha reducido en Navarra un 26% en los últimos diez años
-
Consumo y Sanidad regularán por decreto la calidad de las comidas en hospitales y residencias
-
El juez cree que Asencio pidió el vídeo sexual sabiendo que salía una menor
-
La canción para el Nafarroa Oinez 2025 reivindica la historia del euskera a ritmo de rumba