Desde el Gobierno de Navarra y el 112 habían pedido de forma insistente a la organización que aplazaran la salida de la 26 Extreme Bardenas y la cambiaran de día, pero sabían que, por fechas, eso era imposible y ya se habían comprometido con 810 valientes. La alerta naranja por calor, con temperaturas que iban a superar los 40 grados, habían hecho temblar incluso a los más inconscientes, pero finalmente las Bardenas ofrecieron su dureza, incrementada por el intenso calor, pero el infierno anunciado ha esperado a que terminara la prueba para mostrar toda su ira.
A las 14.30 horas, cuando ya habían entrado todos los participantes por la línea de meta, la temperatura en Arguedas era de 35 grados y comenzaba entonces la verdadera lucha contra el termómetro que ascendía cada media hora. “La extreme se llama así por algo, siempre es dura. Si no es por el calor es por el viento, sino por la lluvia, el recorrido… Eso es lo atractivo”, decían en la meta las guipuzcoanas Elisa y Alazne.
Contra el calor
El hecho de que el club ciclista Arguedano decidiera hace años adelantar la salida de la prueba hasta las 08.30, se ha demostrado, este año más que nunca, que fue un acierto. Pese a ello, el responsable de la Extreme, Jesús Rapún, explicaba cómo a algunos participantes, los más rezagados, en previsión de que llegaran a meta pasadas las 14.30 horas habían decidido retirarlos de la carrera para evitar problemas.
Los 4.500 litros de agua previstos fueron bien aprovechados y los 265 kilos de naranjas consumidos con avidez por los 691 que pusieron toda la carne en el asador y han llegado a meta. Las caídas, averías, pinchazos, abandonos y sobre esfuerzos son también otras pequeñas historias que muchos de los que las han sufrido contaron al llegar a casa. Como los conocedores de la Bardena dicen, “siempre es diferente y dura; la Bardena nunca defrauda”.
La prueba ha significado tal locura para la organización que han avisado a los medios de comunicación de que las clasificaciones iban a ser relativas, “por miedo al calor ha habido participantes que iban a hacer la larga y de repente se han pasado a la corta. La Extreme nunca ha sido competitiva y este año menos, la prueba era luchar contra los elementos y contra la Bardena”, han explicado.
El inicio
Tras un homenaje a Alfredo Rodríguez y Javier Ubago, animadores de la prueba durante años, y un minuto de silencio en recuerdo de tres arguedanos muy ligados al club fallecidos en 2024, las 1.600 ruedas han echado a andar por Arguedas camino de Valtierra. El tiempo y la agradable brisa que soplaba a esas horas eran el tema de conversación entre compañeros de pelotón, mientras los locales saludaban a vecinos y vecinas a un lado y otro de la vía, muchos sentados en las terrazas de los bares.
Como los conocedores de la Bardena dicen, “siempre es diferente y dura; la Bardena nunca defrauda”.
Las primeras rampas del monte de Valtierra, atravesando la tierra quemada de hace tres años, han sido mucho más exigentes de lo esperado y han comenzado a hacer una selección natural que hizo que el pelotón, más pequeño este año, explotara en cientos de unidades que, a partir de ese momento, han tenido que hacer la lucha en solitario. Los complicados cruces por nuevos atajos y las subidas de Sendaviva han acabado por dinamitar la carrera antes de llegar al kilómetro 20 donde se encontraba el primer avituallamiento en el Yugo. En ese momento la temperatura rondaba los 27 grados y el pelotón apuntaba ya hacia la Bardena Blanca que mostraba su habitual cara árida desde hace varias semanas, ya que olvidó las lluvias y dejó atrás el verdor de abril y mayo.
El paso por Castildetierra ha marcado lo que sería el resto de los 50 kilómetros que quedaban para unos y los 80 para otros: sol sin refugio ni sombra a la vista y sin la brisa que ya, dejadas atrás las alturas, había desaparecido. El segundo avituallamiento junto a la Balsa de Zapata, marcaba el punto en que los de la ruta larga y la corta se separaban, “la larga a la derecha, la corta recto”, anunciaban dos jóvenes bajo el astro rey. La temperatura llegaba a los 30 grados, pero el trabajo de los 200 voluntarios era impagable, llegando a llenar los bidones, ofreciendo fruta y botellas de agua que se vaciaban en las nucas de los y las bikers. En este punto, muchos de los que iban a hacer 113 han decidido optar por quitarse 30 kilómetros, viendo el panorama y no confiando en sus fuerzas.
La Bardena mostraba a partir de ese momento su verdadera cara sepia y arenosa, de campos cosechados y perdido el verdor de un mes atrás.
Los más valientes han penetrado entonces en Aragón y han pedaleado 24 kilómetros hasta la imagen del Pastor que marcaba, casi, la mitad de la prueba. Los de la corta desfilaban en un eterno goteo de unidades o pequeños pelotones de máximo 5 bikers delante de los emblemáticos Ralla, Rallón o Piskerra para rodear el Polígono de Tiro y volver a pasar por Castildetierra.
En la cuesta de Las Yeguas las máquinas han comenzado a sufrir de verdad y se empezaron a oír los primeros chirridos de cadenas secas después del baño de arena.
Los más osados (113 km) se debían enfrentar a partir de la imagen del escultor Loperena, a dos de los obstáculos más serios, justo cuando el termómetro pasaba ya de los 32 grados: La zona de las Bodegas (cuatro barrancos llenos de arena que ofrecen siempre algunas de las imágenes más espectaculares) que resultó menos diabólica de lo anunciado, y la Cuesta de las Yeguas. En esta última, las máquinas han comenzado a sufrir de verdad y se empezaron a oír los primeros chirridos de cadenas secas después del baño de arena. En esta zona suele ser habitual ver pinchazos, como le ha sucedido a un joven de Lodosa que la subió a pie, o averías mecánicas de máquinas que dicen “hasta aquí”. Arriba, en el penúltimo avituallamiento líquido, muchos buscaban las sombras de los toldos y estirar las piernas que, tras 3 horas y media de pedalear comenzaban a dar problemas. Todavía quedaba llegar al embalse de El Ferial, Landazuría, atravesar las rampas de las Tres Mugas y ascender a El Yugo para finalmente alcanzar la meta en una vertiginosa bajada.
La pérdida de inscripciones se ha notado también este año en la acogida en El Yugo, donde el público que esperaba era mucho menorque en ocasiones anteriores, y, atacados por el sol, animaban menos.
En total acabaron la prueba 691 de los 782 que la iniciaron (91 abandonos) y se habían apuntado 810.
En la meta
Elisa Martija, de Zizurkil y Alazne Olaizola, de Lasarte, han sido dos de las bikes que se pasaron a la corta aunque estaban apuntadas en la larga, “entre las temperaturas anunciadas y lo que dijo la organización, hemos decidido cambiar”, han explicado. Ambas son habituales en Arguedas ya que también participan en las Medias Extreme, si bien Alazne lleva desde 2012 acudiendo a la cita, “una organización de 10, repetía”
Más veterano era Ramón Solegi, que corría su 21ª edición y que en esta ocasión lo ha hecho con sus hijos Beñat y Julen, que debitaban en Arguedas. “Para repetir otro año seguro. Es precioso el paisaje que se atraviesa. Hemos hecho la corta y menos mal porque el calor era ya muy fuerte”, apuntaba Julen.
Desde Los Monegros, Javier Morgaz ha llegado con un amigo y también debutaban en Arguedas. “Para nosotros el calor parecido a lo que vivimos en Los Monegros y también el paisaje, pero muy bonito, muy bien. La organización espectacular”, repetían en línea de meta.
Los primeros
El primero en los 83 km ha sido Alvaro Muntadas Peña, una media de 26 km/h hizo 3 horas y 11 minutos, con un minuto y 19 segundos de diferencia con el segundo. El primero en 113 km ha sido Joanes Garriz Bakaikoa, una media de 29,12 km/h hizo 3 horas 52 minutos y 51 segundos, 34 segudos de diferencia con el segundo. La primera en 83 km ha sido Carmen Samll, con una media de 22,25 km/h hizo 5 horas 4 minutos y 47 segundos, 23 minutos de diferencia con la segunda, la primera en 113 km ha sido Pilar Ureña, con una media de 23 km/h, hizo 3 horas 36 minutos y 30 segundos, con una diferencia de 9 minutos y 20 segundos con la segunda.