Pili Capilla Gómez tiene 47 años y la vitalidad de una adolescente. Estudió el ciclo formativo de Educación Infantil y la carrera de Trabajo Social, profesión que ejerció durante siete años antes. Desde hace quince trabaja en el ámbito del ciclo 0-3 años, los últimos ocho en la escuela infantil Ninia Etxea de Pamplona. "Son dos mundos distintos, los dos apasionantes, pero trabajar con niños y niñas es un soplo de aire fresco", afirma esta mujer y madre de tres hijos de 16, 14 y 8 años.

Trabaja en un sector, el ciclo 0-3, que presenta unas desigualdades enormes entre las trabajadoras.

-Así es. A nivel normativo dependemos de Educación pero los recursos los aporta los ayuntamientos o el Departamento de Derechos Sociales. Por ese motivo hay compañeras que están cobrando 800 o 900 euros mientras que otras cobramos 1.500 euros estando en el mismo sector y dependiendo de una administración pública. Además en muchos centros las educadoras tienen que realizar funciones que no les corresponden.

Existe una reivindicación histórica para que Educación asuma este ciclo pero no se consigue.

-Terminé el ciclo de FP en 1993 y desde entonces estoy escuchando que lo van a derivar a Educación. Durante muchos años fuimos el sector con el complemento por puesto de trabajo más bajo y no creo que nuestro trabajo tenga menos responsabilidad que la que tiene cualquier otro trabajador de nivel C.

¿Ha faltado unidad en la lucha por mejorar las condiciones laborales?

-Es posible, no somos un sector en el que haya habido mucha unidad. Ahora gracias a la Plataforma 0-3 hemos coincidido en la reivindicación de dos cuestiones fundamentales: menos ratio y más salario (para las que cobran menos).

¿Cree que en esta dejadez por parte de las administraciones influye que es un sector feminizado?

-Sí. Creo que es un sector en el que se cobra menos porque no hay hombres. En las escuelas que dependemos del Gobierno hay un chico y en las del ayuntamiento los que están están de directores. A mí me han dicho que es que no hay mujeres que no quieren estar, pero no me lo creo.

En las últimas oposiciones no logró plaza. ¿Vive con incertidumbre de que quedarse sin empleo?

-Llevo toda mi vida trabajando en listas. Me presenté a las oposiciones pero por suerte mi plaza no salió así que mientras no haya cambios sigo en esta vacante de Ninia Etxea. Intento hacerlo lo mejor posible, estudio los ratos que puedo para sacar plaza pero no estoy dispuesta a hipotecar a mis hijos. No me angustia lo que puede pasar, creo que tengo formación, capacidades y habilidades para buscarme la vida en otro lado.

¿Cuál es su reivindicación para este 8-M?

-Me gustaría volver a lucha de los años 80, un tiempo en el que se peleó mucho por la igualdad y la libertad de la mujer. Fueron años en los que se avanzó mucho y hoy en día veo en algunos jóvenes actitudes machistas que creía superadas. En mi opinión nos hemos asentado en la comodidad de que estamos mejor que antes y no hemos trabajado continuar todo lo que queda por hacer. También quisiera poner en valor el trabajo de las profesionales del ciclo 0-3, en su gran mayoría mujeres. Facilitamos a los niños y niñas los medios para ser, sobre todo, ahora en pandemia, las escuelas son lugares donde los niños y niñas pueden ser niños.

¿Es partidaria de hacer movilizaciones este año?

-Creo que estoy influenciada por mi situación personal pero me da miedo que salir a reivindicar vaya en detrimento de la situación sanitaria. Sé que ha habido manifestaciones pero creo que no es momento.

¿Cómo ha cambiado su trabajo en este curso atípico?

-El comienzo fue difícil, tuve cierta sensación de vértigo y hubo que reinventarse. Pero tanto las educadoras como los niños y niñas nos hemos acostumbrado. Explicamos a las familias que asumían un riesgo y nosotras también lo asumíamos, al venir a trabajar. Pero la situación ha sido mejor de lo esperado. Solo hemos tenido dos casos y en la misma clase.