El pasado 19 de noviembre, Roberto Jiménez Torices, un guardia civil de Granada de 41 años que se encuentra destinado en el Puesto de Burguete, salvó del atragantamiento, mientras estaba fuera de servicio, a un hombre que almorzaba en el Hostal Restaurante Río Blanco, en la localidad sevillana de Osuna. Según cuenta el agente, “cuando intervine, la situación ya era crítica, el hombre llevaba un rato con dificultades severas para respirar”.
El día de los hechos, Jiménez estaba acompañando a su mujer, Cabo del Ejército del Aire y del Espacio en Granada, que se examinaba de unas pruebas en Sevilla. “Veníamos de Sevilla y paramos para comer en un restaurante de la A-92”, relata. “Escuchamos a un señor toser varias veces. Cuando giré la cabeza, vi que el hombre estaba de pie, morado y que llevaba ya un rato con problemas respiratorios”, añade. Entonces, el agente salió corriendo para socorrer al afectado, que era “muy corpulento y difícil de manejar”, y comenzó a realizarle la maniobra de Heimlich. “Al tercer intento, conseguí hacer que vomitara y expulsase el trozo del filete de ternera que lo estaba atragantando”, recuerda. Su mujer también acudió sin dudarlo al auxilio del varón.
Una vez fuera de peligro, Jiménez trató de tranquilizar al hombre, “que estaba muy nervioso”. “Le acompañé al baño para que siguiera vomitando y se quedase relajado. Mientras, mi esposa se quedó haciendo compañía y tranquilizando a la niña y a la mujer que acompañaban al varón atragantado”. Miguel Molina, trabajador desde hace 35 años del restaurante donde el agente de la Guardia Civil evitó un desenlace fatal, admite que “si no llega a estar allí Roberto, estaríamos lamentando una desgracia”. De hecho, el agradecimiento hacia los agentes fue tal que, según relata Jiménez, “querían regalarnos un jamón, pero les dije que se lo quedasen para disfrutarlo en familia estas Navidades”.
Cómo actuar ante un atragantamiento
El agente del Puesto de Burguete insiste en que es “fundamental conocer estas maniobras porque pueden salvarle la vida a una persona”. De esta manera, Jiménez explica que las palmadas en la espalda son la primera intervención a realizar. “Hay que inclinar a la víctima hacia delante y golpear con fuerza debajo del cuello para ayudarle a toser”, detalla.
Si esto no es suficiente, es preciso “colocarse detrás del afectado, poner una mano sobre otra en la zona de la boca del estómago y apretar con todas tus fuerzas hacia dentro y hacia arriba”, realizando lo que se conoce como maniobra de Heimlich.
Aunque esta fue la técnica que salvó la vida del atragantado en Sevilla, Jiménez revela que “creía que sería necesario emplear otras maniobras más avanzadas”. “Cuando las víctimas llevan un rato ahogándose, se desploman por falta de oxígeno. Entonces, hay que intentar extraer el fragmento con las manos o comenzar con las RCP”, describe.
La amiga que acompañaba a la pareja de miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad le confesó al guardia civil poco después de lo ocurrido que “cuando te he visto levantando a un hombre tan grande al que le tenías que salvar la vida, he girado la cabeza. No me atrevía ni a mirar”. Afortunadamente, en palabras del agente, el matrimonio comparte “una gran vocación por auxiliar a personas en situaciones de riesgo”; una dedicación que, acompañada por la rapidez y la profesionalidad de la intervención de ambos, salvó la vida de un hombre.