"Un informe médico alerta de las consecuencias para la Salud Pública de las macrogranjas", rezaba un tuit lanzado por ¡el Partido Popular de Castilla-La Mancha! Fue en 2018, y llevaba como remate la etiqueta #PageMiente. De poco ha servido a los torpones responsables de las redes sociales genovesas borrar el mensaje. El pantallazo ha corrido como la pólvora.

Lo gracioso es que pese a haber quedado como Cagancho en Almagro, bellísima ciudad manchega, el PP se ha lanzado a negar la mayor. "En España no hay macrogranjas", es la nueva consigna de quienes anteayer denunciaban (con buen criterio, diré) los riesgos que acarrean. ¿Se puede ser más cínico, es decir, hipócrita? Y lo cierto es que sí, claro que para ello hay que estar dotado de una jeta de alabastro como la de Emiliano García-Page.

También Page A estas horas, ya sabrán que el zascandil que preside Castilla-La Mancha se ha destacado junto al no menos figurón Javier Lambán, presidente de Aragón, como atizador mayor del ministro cuyo nombre no me voy a molestar en escribir.

El baronet socialista le acusaba, entre otras cosas, de ser un liante cuya ociosidad le llevaba a montarlas pardas. Lo gracioso a la par que revelador de la calaña del personaje es que él mismo escribió hace solo un mes el tuit que les copio y pego: "Vamos a aprobar una normativa con rango de ley y carácter indefinido que establecerá una moratoria en la implantación de #granjas y #macrogranjas en #CLM para establecer un diálogo sereno con las distintas instituciones y colectivos interesados. Democracia es escuchar". Como acompañamiento, un vídeo en el que, sobre imágenes de esos centros de producción de carne al por mayor, él mismo se explayaba al respecto. ¿Estaba matando moscas con el rabo como dijo que tenía la costumbre de hacer el titular de la cartera de Consumo?

Puro sentido común En realidad, lo que el demagogo García-Page estaba haciendo, igual que el PP de su comunidad en el otro tuit arriba citado, era situar el foco en el tremendo problemón que supone la multiplicación de megafactorías de carne de producción rápida, barata y sin miramientos. No es algo que afecte a una región o a un estado concreto. Ocurre en toda la Unión Europea. De hecho, se da en prácticamente todo el mundo. Denunciar el daño que hacen en muchos aspectos (medioambiental, sanitario, demográfico y laboral, como poco) no debería ser ni de izquierdas ni de derechas. Es puro sentido común y coherencia con los principios de sostenibilidad que todos se jactan de secundar.