Alrededor de 600 fotografías componen la retrospectiva que el Museo Universidad de Navarra ha inaugurado en torno a la obra de Jorge Ribalta. Bajo el título Todo es verdad. Ficciones y documentos, la muestra que el MUN dedica A Jorge Ribalta, abierta hasta el 12 de marzo de 2023, recorre el trabajo del artista barcelonés desde 1987, cuando comenzó con sus series de imágenes escenificadas, hasta 2020, pasando, por supuesto, por 2005, cuando su recorrido dio un giro radical hacia la fotografía documental.

La antológica incluye, asimismo, el proyecto que Ribalta realizó para la Universidad de Navarra en 2011 dentro de su programa Tender puentes, y que, en este caso, se inspira en las fotografías que Charles Clifford tomó en la década de los 60 del siglo XIX en la Alhambra.

Reconciliación

Realizada el colaboración con la Fundación Mapfre y comisariada por Valentín Roma, en esta exposición se pueden ver las grandes series de Jorge Ribalta, pero también trabajos menos conocidos, de modo que “nos permite ver lo que identifica al autor y hacer algunos descubrimientos”, indica Roma. “En estos 33 años, ha tenido una posición anómala”, ya que ha dedicado buena parte de su camino profesional a la práctica artística, pero también al comisariado, la gestión cultural, la crítica, la investigación y la edición. 

La retrospectiva refleja, asimismo, de los drásticos cambios que el creador ha experimentado en su “ideología fotográfica”, sobre todo a partir de 2005, de modo que la exposición supone una especie de “reconciliación” de Ribalta con su trabajo anterior, “siendo fiel a su posicición actual”.

Imágenes de la serie 'Antlitz der Zeit'. Unai Beroiz

Ilusionista

El propio Ribalta admite que enfrentarse a una antológica tan grande la da un poco de “pánico”. “La idea es que fuera un resumen significativo de mi trabajo” y que la muestra funcionara como testimonio de una subjetividad en formación que participa en los debates de su tiempo”. Principalmente en dos debates. El primero se aprecia en las series que comprenden desde 1987 hasta 2004, en las que cultiva una fotografía escenificada, ilusionista, que explora poéticamente el naturalismo. Esta producción procede de “la crítica de la representación” en la fotografía que se produjo en los años 70 y 80. Un tiempo en el que “se sospechó del realismo y se afirmó que la fotografía miente”, comenta Ribalta, que, en su caso, optó por las imágenes escenificadas. Primero, retrató miniaturas en el estudio ayudado de una cámara de banco óptico adaptada, lo que le permitía una máxima aproximación y verosimilitud, y luego introdujo otras series como La Dalia Blanca, que en 1999 dedicó a lugares del Barrio Chino de Barcelona, inspirado, a su vez, por las que en 1960 realizó en el mismo emplazamiento Joan Colom.

Su última serie de esta etapa fue Antlitz der Zeit (2002-2004), un conjunto de anti-retratos de celebridades y personajes de los medios de comunicación.

Hacia el realismo

En 2004, tras la celebración del Fórum de las Culturas en Barcelona, Ribalta experimentó un gran cambio basado en otro debate que se inició en los años 70 y que venía a negar la postura anterior, apostando fuerte por la fotografía documental. “Yo asumí esa posición, reconociendo que la fotografía miente, pero que también dice la verdad”, y recuperando el realismo con un punto crítico. 

Como se aprecia en la exposición, Ribalta comenzó entonces a fotografiar lugares de Barcelona en proceso de transformación, como la zona del Fórum, el barrio de Poblenou o la plaza de la Gardunya. “Esos paseos fotográficos dieron lugar a algo más amplio, que incluiría la realización de las fotografías de maquinaria metalúrgica de la fábrica Iracheta en Can Ricart (serie Trabajo anónimo) o las primeras fotografías del público del festival Sónar (Sur l’herbe)”, apunta Roma. 

Luego llegarían Futurismo (aun en curso), sobre los paisajes de la nueva economía en el distrito tecnológico, o Grand Tour, acerca del patrimonio histórico de Tarragona. Este fue el inicio de su trabajo sobre el ámbito cultural, que más tarde plasmó en otras series como Laoconte salvaje, donde observa el sistema interno del flamenco, o Scrambling, creada para la Universidad de Navarra, donde disecciona el funcionamiento interior de un monumento como la Alhambra.

Lo más reciente que se puede ver en la exposición es la trilogía de ficciones históricas en torno al último Carlos V, que toma como “un símbolo a cuestionar tanto desde el punto de vista de la historia de la nación española como desde la lógica imperial-financiera del capitalismo desde la temprana Edad Moderna en Europa”, señala Valentín Roma. 

Una de las series que Ribalta comenzó a partir de 2005; en este caso dedicada al festial Sonar. Unai Beroiz

Tragicomedia documental

En este trabajo es donde el artista acuña el concepto “tragicomedia documental”. Y es que, aunque el antagonismo entre sus dos etapas “marca toda la exposición”, Ribalta opina que estos dos tiempos “no siempre chocan”. “Desde la fantasía se puede explorar una época y también en el el realismo se pueden introducir elementos fantásticos”, como, de hecho, se aprecia en las imágenes en torno a Carlos V. 

Montar una retrospectiva en la que el artista se presenta “como enemigo de sí mismo” no ha sido fácil, así que se ha optado por un diseño expositivo particular presidido por una idea central: “La importancia de la fotografía para comprender la complejidad social”. Y eso, en un momento como el actual, en el que se habla de la muerte de la fotografía o se consumen más imágenes que nunca a través de redes sociales, es toda una declaración de principios. Ribalta en este punto se declara “antiinstagram” e insiste en su defensa del “potencial de la fotografía para representar la sociedad”.