Tras un breve parón por la maternidad, María Adánez (Madrid, 1976) ha regresado a la escena con uno de los grandes clásicos del teatro español del siglo XX. Acompañada de Pepón Nieto, la actriz da vida a un personaje vitalista y generoso que nos recuerda que, como dice José Carlos Plaza, director de esta versión, “nuestro sueño de un mundo de tolerancia, de comprensión, de permisividad hacia lo diferente, de igualdad, de solidaridad, de justicia social se va resquebrajando y el mundo fascista de intransigencia, terquedad, obstinación, testarudez avanza tan incompresible como imparablemente”. 

Representada en todo el mundo, la diversidad de horizontes e idiomas acabaron por revelar al autor que el tema de su humilde tragicomedia no es tanto –o no solo– la guerra civil española, cuyo cincuenta aniversario pretendía evocar en medio de una vertiginosa Transición, quizás tentada en exceso por el deseo de olvidar. Más bien descubrió que ¡Ay, Carmela! trataba del deber de los vivos para con “los muertos que no quieren borrarse”.

PREGUNTA: Vuelve al Gayarre, teatro que conoce bien. 

RESPUESTA: –Sí, sí, muy bien. He ido muchas veces, desde La señorita Julia, que es la primera que me viene ahora a la cabeza, hasta El pequeño poni, Lulú... Es una gran ciudad con un gran teatro. Muy buena plaza.

P: Creo que el germen de esta ‘¡Ay, Carmela!’ está en un encuentro virtual de esos que fueron tan frecuentes durante el confinamiento. 

R: –¡Sí! En ese furor del encierro en el que estuvimos todos muy creativos y necesitábamos hacer cosas para matar el tiempo, me puse en contacto con Pepón, con el que había trabajado cuando los dos éramos más jóvenes. Y en ese encuentro que hicimos en Instagram para hablar de películas de repente surgió la idea de hacer juntos algo en teatro. Teníamos muchas ganas de coincidir, pensé en una función para los dos y enseguida vi que Pepón podía hacer un Paulino fantástico. Le va mucho el personaje. Aparte de todo esto, es una función que me gusta mucho. La he visto representada por diferentes actores, casi siempre que hay un montaje nuevo no me lo pierdo.  

P: Como dice, habían trabajado juntos antes, pero nunca en teatro, y lo hacen ahora con una obra en la que están los dos solos en escena. La compenetración y la complicidad tienen que ser muy profundas.  

R: –Cuando un actor está trabajando sobre un escenario, en vivo y en directo, la responsabilidad es máxima. En este caso, además, como bien dices, estamos solo los dos, mano a mano, así que el cuidado de tu compañero en todo momento es muy importante. Cada día de función, antes de salir a escena nos damos un beso, nos miramos y nos damos fuerza. En todo momento estamos pendientes el uno del otro porque, si no, no lo podríamos hacer. Bueno, igual sí se podría, pero el viaje sería distinto.

P: ¿Por qué es necesario hacer hoy ‘¡Ay, Carmela!’? 

R: –Desgraciadamente, la función sigue vigente. Muy vigente. El impulso inicial de Sanchis fue el de hacer recordar a este país, para que no olvidáramos algo que estaba, y está, sin resolver. El personaje de Carmela representa esa memoria histórica. Pero la obra habla también de la dignidad del actor y de la precariedad de nuestro oficio. En eso también me he sentido muy identificada. Los protagonistas vienen de actuar en Belchite y son detenidos por los nacionales, que les obligan a hacer un espectáculo nuevo y retocado y lo hacen para salvar sus vidas, claro. 

María Adánez y Pepón Nieto, Carmela y Paulino. marcosGpunto

P: Les toca interpretar un texto modificado por los fascistas. 

R: –Así es. La obra nos habla del peligro de los nacionalismos. A Carmela y Paulino les toca actuar con tres banderas en el escenario: la franquista, la alemana nazi y la fascista italiana. Por eso también es importante volver a hacer esta obra hoy, porque ahora estamos viviendo una nueva ola de posiciones muy radicales en gran medida muy alimentadas por las redes sociales. Lo peor es que todo esto muchas veces pasa desapercibido porque se hace con cierta suavidad, de manera que la gente no lo perciba como un peligro. Y lo es. Carmela recuerda ese peligro y la facilidad con la que podemos llegar a creernos mejor que el otro y empezar a matarle por sus creencias políticas. Este país ha vivido una durísima guerra civil, en la que se mataba a diestro y siniestro independientemente del bando. La obra nos alerta, nos dice que hay que tener cuidado con los nacionalismos.

P: Con una obra tantas veces representada y llevada al cine también, ¿cómo ha creado ‘su’ Carmela? 

R: –De la mano del director. Había trabajado ya con José Carlos Plaza en Divinas palabras, lo conocía bien, es un grandísimo director de actores e intelectualmente he estado en todo momento de acuerdo con sus propuestas, tanto las referidas a la función en general como a los personajes. Cuando él me propuso lo que pensaba de la Carmela y yo le comenté lo que tenía en mente, llegamos a un acuerdo enseguida. Nos gustaron mucho las propuestas del otro. Lo que más me gusta de nuestra Carmela es que muestra a una mujer que le gusta la vida, que disfruta de las cosas pequeñas. Le gusta cantar, comer, vivir, hacer el amor... Y este tipo de personajes también nos recuerda la importancia de los institintos. Acostumbramos a vivir mucho según nuestra razón, ya somos todos animales de ciudad, y te das cuenta de que volver a los placeres más arraigados en nosotros mismos te lleva directamente a la felicidad.

P: ¿Les ha comentado algo Sanchis Sinisterra? 

R: –Pues que yo sepa no, pero tiene que estar absolutamente satisfecho porque al año siempre hay más de una Carmela recorriendo los caminos de España. Debe ser muy satisfactorio saber que una función tuya gusta tanto, se representa tanto y, sobre todo, como decía antes, está tan vigente.

P: ¿Cómo lleva lo de cantar ‘Suspiros de España’ en el escenario? 

R: –(Ríe) ¡Muy bien! Me da mucho placer. Me gusta cantar, entreno desde hace años, así que poder hacer un pequeño ejercicio de canto era otra de las guindas que me ofrecía este proyecto. Y eso que cantar Suspiros de España no es nada fácil, porque se compuso a principios del siglo XX solo para escucharla. Más adelante se le puso letra para la película del mismo título, protagonizada por Estrellita Castro, que produjo el gobierno nazi de Goebbels para Franco.

P: Seguro que es un momento especial de la función. 

R: –Sí, es muy especial, la música es tan bonita y tan nuestra... que, aunque haciéndolo a medio pelo, como quería José Carlos Plaza, el disfrute es grande.

P: ¿Cómo es la respuesta que están recibiendo por parte del público? 

R: –Alucinante. Maravillosa. Es una función que gusta y la gente se identifica y se lo pasa pipa. Cuando los protagonistas están interpretando la función a la que les obligan los fascistas, el público está absolutamente dentro con ellos, aplauden los números... Es muy gozoso hacer esta función.

P: Volviendo a lo que comentaba antes, ¿de alguna manera una de las funciones del teatro es ejercer de conciencia, de toque de atención?

R: –Una de las funciones del teatro ha sido siempre hacer reflexionar a las personas sobre la sociedad en la que viven. Ser espejo de lo que está pasando. Esa reflexión se puede hacer en una tragicomedia, una comedia o un drama. Y aunque Sanchis escribió esta obra en 1986 para recordar a este país las cuentas pendientes que tenía con su pasado, este nuevo montaje se estrenó en 2022, el mismo año en que se aprobó la ley de memoria histórica. Sin olvidar lo que estamos viviendo en los últimos años con el que fue presidente de Estados Unidos, ahora con la guerra de Putin... Ahí vuelve a estar el peligro. Y a mí, aunque esto no está en la obra, me preocupa mucho que se trivialice lo que circula por redes sociales, donde hay comentarios tan dañinos. Hay mucha violencia ahí y eso me perturba. Creo que vivimos en una época de decadencia de valores y vamos a ver qué pasa con todo esto con el tiempo.

P: ‘¡Ay, Carmela!’ ha supuesto su regreso a los escenarios después de un pequeño parón por la maternidad, ¿cómo está siendo la vuelta?

R: –Muy fructífera y placentera. Trabajar con Pepón es una auténtica delicia, es un magnífico compañero, y encima estamos viendo los teatros llenos, así que ya no podemos pedir más. La gente se implica inmediatamente en la función.

P: ¿De qué tiene ganas ahora María Adánez, de seguir haciendo teatro, de explorar otros formatos...?

R: –Pues este pasado otoño también he vuelto al cine, así que estoy muy contenta. He rodado una película, Invasión, dirigida por David Martín-Porras a partir de la obra de teatro de Guillem Clua. Ha sido un regalo imprevisto. Hemos rodado un mes en Tenerife y estoy feliz porque creo que va a ser una película distinta. Originalmente, la obra nació como un encargo de la Joven Compañía a Guillem cuando estábamos con todo el tema de la guerra de Irak y viene a ser un no a la guerra. Son tres historias de tres guerras y la mía sucede en un futuro distópico donde se ha producido una invasión de seres de otro planeta. Es curioso, al final, mis últimos trabajos tienen el punto en común que suceden en una guerra, pero estoy muy contenta porque tenía muchas ganas de hacer cine, y por supuesto televisión también. Y sigo con el teatro, claro, para lo que ya me estoy leyendo varios proyectos. He vuelto a poner toda la maquinaria en marcha, pero ir despacito me gusta porque me da tiempo para estar con mi hijo. Eso no me lo quiero perder.