Son viandantes que no andan. Bultos en defensa de unas aceras que, sin su presencia, se convertirían en plazas de aparcamiento. Un nutrido grupo de vecinos de la Txantrea se ha movilizado y planta cara al lío diario de tráfico, dobles filas y coches parados en cualquier lado que se produce a la salida del colegio Irabia-Izaga, especialmente por la tarde.
“A esa hora es un desastre. Un día lo aguanta cualquiera. Pero algo tan reiterado cansa mucho y quema a la gente. Y se trata simplemente de cumplir las normas, no estamos pidiendo nada del otro mundo”, resume Rubén Guinda, vecino de la calle Ezcaba que reconoce que “probablemente no sea a partes iguales, pero Jesuitinas también tiene su responsabilidad en el problema”.
"Un día lo aguanta cualquiera. Pero algo tan reiterado cansa mucho y quema a la gente. Y se trata simplemente de cumplir las normas, no estamos pidiendo nada del otro mundo”
Los vecinos manejaban hace un año grupos de whatsapp por las obras en el barrio. Calles Artajona, Cáseda, Cintruénigo, Etxalar y Ezcaba. Las más cercanas al colegio. Hace un mes le dieron nueva vida al chat común. Uno o dos días por semana se juntan poco antes de las 16.00 horas y se reparten por “zonas calientes”. Fundamentalmente aceras. Allí se quedan “como farolas”, bromea Itziar Suárez, de la calle Artajona, hasta las 17.30 horas. “Hacemos de peatones y usamos la acera para lo que es, que no es aparcar coches”, añade Sonia Arce, de la Cintruénigo. “En el momento en que desapareces, ya es otra vez barra libre”, incide Suárez.
“En el momento en que desapareces, ya es otra vez barra libre”
Sonia recuerda que el problema “no es nuevo”, pero se ha agravado por las obras que han convertido sus calles en plataforma única: acera y carretera a la misma altura. “Les han hecho unas plataformas para aparcar estupendas. Como ya no tienen ningún problema para subir a la acera, y dan la anchura de una plaza de parking, directamente suben. Hasta el punto de meter retrovisores en las ventanas de los bajos. Les da igual. Y les da igual si un señor con andador no puede ir ni palante ni patrás porque le han aparcado dos coches uno a cada lado”, se queja.
Esta vecina denuncia además que “se llama a Policía Municipal, y para cuando bajan, el día que bajan, el tema ya se ha solucionado. Es algo que las personas que aparcan mal saben, porque las contestaciones suelen ser ‘pues llama al municipal’, ‘ahí lo tienes’... La prepotencia del que sabe que puede hacer lo que quiera y cuando quiera, que no va a tener consecuencias. Acaban aparcando en aceras y rotondas, poniendo en peligro a los vecinos, que tienen que acabar yendo por la carretera”, cita.
“Cuando vengo a casa, como no puedo pasar por la acera, tengo que ir por la carretera. Así de cojonudo es esto. He tenido que pasar por la carretera hasta con mi nieto, y no sabes cómo me sienta. No lo puedo soportar”, corrobora Isabel Urbiola, de la calle Cáseda.
“Que la policía actúe”
El vecino Amaiur Guindeo pide a la Policía “que actúe. Porque la realidad es que nosotros no podemos estar toda la vida ocupando las aceras. Lo primero, que Policía Municipal dé una directriz clara. Porque aquí baja una patrulla y te dice que les han pedido que sean flexibles. Al día siguiente baja otra y te dice que no, que hay que multar... Quien tenga que dar la orden, que la dé de manera clara. Y que la patrulla que venga aquí se moje. Porque luego con el resto de vecinos y vecinas a otras horas del día no hay ningún tipo de consideración, y aquí estás viendo durante una hora auténticas barbaridades, como aparcar en doble fila en una rotonda”, afirma.
"Que la policía actúe. Porque luego con el resto de vecinos y vecinas a otras horas del día no hay ningún tipo de consideración, y aquí estás viendo durante una hora auténticas barbaridades, como aparcar en doble fila en una rotonda”
“Hay días en los que la villavesa ni pasa”, dice Rubén. “Y te pegas un cuarto de hora en el cruce, no hay forma de salir. Hay un rato en el que o hay alguno que te deja pasar, o ahí te quedas”, añade Fernando Zapata, de la Cintruénigo. “Que Policía actúe donde no puede llegar ni vecindario ni colegio, que es quien tiene potestad para multar. Cuando le tocas el bolsillo al ciudadano es cuando empiezan a funcionar las cosas. Si bajas un mes seguido y multas todos los días, algo corregirás”, retoma Guindeo.
Carlos Fernández, de la calle Cintruénigo, dice que el follón comienza sobre las 16.00 horas, media hora antes de la salida de los chavales, “porque vienen con tiempo para coger sitio y se pegan media hora, que ahí es donde viene el problema. Cuando llegan ellos desaparece la OTA, y los municipales no hacen su trabajo, y les dices a los padres que están aparcando mal y responden que es un momento. Que yo sepa la acera está totalmente prohibida, también para un momento”.
“Llegan a coger hasta las plazas para personas con discapacidad. Encima es una zona en la que hay gente mayor que las necesita”, comenta Itziar, que censura que los vecinos tengan que planificar con antelación dónde van a aparcar. Si tienen el coche en el entorno del colegio y quieren sacarlo en horario de salida de clase, probablemente tendrán un coche en doble fila que no les dejará salir. Y José Luis González, de la Cintruénigo, recuerda la peineta que le regaló el dueño de un vehículo cuando le recriminó por aparcar en una plaza para personas con discapacidad. “Encima te miran con mala cara, te dicen burradas delante de sus hijos...”, afirma Carlos.
¿Hay soluciones?
“Se nos pregunta mucho a los vecinos y vecinas cuáles son las soluciones, y es fácil: que aparquen bien. Y si tienen que andar tienen que andar. ¿El colegio puede hacer un parking dentro? Puede. ¿Puede poner autobuses? Puede. ¿Pueden coger villavesas? Pueden. No es nuestro problema. Pero los que vengan en coche tienen que aparcar bien. Punto. Se trata de cumplir las normas, porque yo las tengo que cumplir cuando voy a otro barrio”, describe Ainhoa Díaz.
“Se nos pregunta mucho a los vecinos y vecinas cuáles son las soluciones, y es fácil: que aparquen bien. Y si tienen que andar tienen que andar"
Esta vecina de la calle Cáseda reconoce que, al menos, “esto nos está ayudando a conocernos y a hacer barrio, que también está muy bien. Y seguiremos. Pero no es nuestra responsabilidad. Se crea un enfrentamiento que no merecemos. Se generan malos rollos y te vas a casa mal. No es agradable decirle a alguien que no puede aparcar donde no debe. Pero si no lo asume nadie... Yo no voy a bajar con el carrito de mi hija a la carretera porque alguien decide aparcar donde tengo que pasar con el carro. Y si nadie asume la responsabilidad, tendremos que hacerlo nosotros”.
"Se crea un enfrentamiento que no merecemos. Se generan malos rollos y te vas a casa mal. No es agradable decirle a alguien que no puede aparcar donde no debe. Pero si no lo asume nadie... "
“No es fácil aquí ni en ningún colegio”
Daniel, padre de tres criaturas –la más pequeña aún no va a la escuela– se acercó a hablar con un grupo de vecinos durante su protesta. Reconoce que “esta problemática no es nueva y se da en otros colegios. No justifica nada, evidentemente, pero la infraestructura del diseño de la calle y de la Txantrea es la que es”, asegura.
El padre lamenta que los vecinos documenten vehículos mal estacionados “y ahora mismo vengo de calles colindantes del colegio y hay coches en las aceras que al parecer no les molestan”, dice.
También argumenta que “no sé cómo llegaremos al consenso. Ha habido reuniones con el colegio que invitan a recordar que hay que cumplir la normativa de tráfico”. Respecto al malestar de los vecinos, dice que “lo entiendo y lo comparto. Evidentemente los coches en las aceras no tienen que estar. Pero la solución no es fácil, ni aquí ni en ningún colegio. Lo que no es de recibo es lo que pasó el otro día, que yo fui testigo. Los vecinos parando a vehículos, ‘a ver dónde vas a aparcar...’. Esto no es su competencia”, asegura.
Además, el padre comenta que “el que tiene una discoteca al lado de casa, el domingo a la mañana se encuentra restos. Hay cosas que hay asumir, e intentar mediar de la mejor manera, llegar a un consenso... y sentido común. Y esta problemática la tiene la Txantrea, la tiene la Ikastola San Fermín, la Ikastola Jaso, la tiene El Redín..”, cita.
“Además de que es difícil aparcar, vivimos con el reloj pegado al culo, como se suele decir. Y yo que intento venir en autobús, ahora con las obras me deja casi en la rotonda de Eroski... Con tres criaturas muy pequeñas, lluvia, etc... no es viable”
Por último, recuerda que “además de que es difícil aparcar, evidentemente vivimos como vivimos. Con el reloj pegado al culo, como se suele decir. Y yo que intento venir en autobús, porque tengo esa opción, ahora con las obras me deja casi en la rotonda de Eroski... Con tres criaturas muy pequeñas, lluvia, etc... no es viable”, lamenta.