Este martes se cumplieron 35 años del 0-4 en el Bernabéu. Recuerdo estar en la redacción de Navarra Hoy oyendo aquello por la radio con Kuko, Saldi, Pablo, Tomás y demás, mientras Félix andaba de enviado especial en el campo. Era mi primera temporada colaborando en el periódico tras la llamada de Félix y a mis recién cumplidos 18 años asistir a aquello casi en primera línea rodeado de aquella gente ya hecha y derecha era como levitar, una sensación que no olvido.

Este martes volví a subir esas escaleras de Areta tras lustros y lo hice para, junto con otros muchos compañeros y compañeras, decir un hasta luego a Félix Monreal, que aparecería de nuevo en mi vida muchos años más tarde de aquel 0-4 para encargarme esta columna en la que ya llevo 20 años. La vida no es solo esfuerzo, estudio, perseverancia, etc. La vida tiene mucho –muchísimo– de fortuna, en mi caso la de haberme cruzado con personas que siempre confiaron en mí y se acordaron de mis huesos. Félix Monreal Nuin es una de ellas, tal vez la principal.

Enfermo del periodismo, adicto a los deportes, rojillo en cada célula, trabajador innato, Félix se despidió este martes de la que ha sido su casa los últimos 43 años y lo hizo rodeado de mucha gente, lo que demuestra que, a pesar de haber sido jefe muchos años y seguro que haber cometido errores –el periodismo es duro y por las redacciones pasan cientos de personas que no siempre reciben idénticas oportunidades–, la inmensa mayoría tenemos de él el recuerdo de una excelente persona, siempre dispuesta a echarte una mano en la situación que fuese.

El periódico sigue, pero lo hace ya sin gente como Félix, un profesional que, como otros y otras, siguen sosteniendo con su ejemplo y recuerdo los cimientos de una casa que ha sido tan la suya durante tantos años que en nuestra cabeza van indisolublemente unidos. Gracias por todo, Monreal, no nos dejes sin tus escritos. Sobre lo que sea.