Desde este jueves, en la Escuela de Arte de Pamplona luce una muestra de patrimonio gráfico urbano muy especial. Un rótulo de comercio local con una gran historia detrás. La de Secundino Redín Vidaurre (Pamplona, 1905 - 1996), su autor e impulsor en la década de los 50 del negocio de droguería –y también luego perfumería– de la familia Redín, con cuatro tiendas míticas en la capital navarra.

Secundino, pintor de brocha gorda y rotulista con taller en la Media Luna. Miembro de los Jurados Mixtos de Trabajo de Navarra, padre de 4 hijos y, luego, abuelo de 6 nietos. Huido de la Guerra Civil, apresado y varias veces renacido.

Para el primer comercio que abrió Secundino, una tienda de pinturas en la Colonia Argaray (cerca de la calle Aralar), realizó el rótulo que ayer sus nietos entregaron a la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Pamplona (EASD). Una donación con la que se pone en valor el patrimonio gráfico de esta ciudad y con la que, sobre todo, se cierra un círculo. Se redondea una rocambolesca historia, la de Secundino, porque el rótulo vuelve a la Escuela de Arte en la que su autor salvó por primera vez la vida.

ESCONDIDO DURANTE TRES MESES EN LA ESCUELA DE ARTE

Ocurrió cuando estalló el golpe militar de 1936. Entonces la Escuela estaba en el edificio de la Alhóndiga (calle Estella); y al llegar la tragedia, Secundino se escondió allí, bajo una escalera en la sala de portería de aquellas instalaciones en las que su padre trabajaba como conserje.

Tres meses estuvo refugiado en clandestinidad, con la protección de su padre, el bedel, y recibiendo únicamente las visitas de su mujer y del mayor de los tres hijos que tenía entonces –llegó a tener cuatro–, Clemente, que entonces contaba con 7 años de edad. “Se lo llevaban una vez a la semana y luego le daban chocolate como premio para que no contase nada”, recuerda hoy el hijo de aquel Clemente niño, Iñako Redín Arrasate, nieto de Secundino.

Iñako ha pasado muchas tardes de su vida escuchando la historia de su abuelo de su propia voz. Le ha oído relatar muchas veces aquella experiencia clandestina en la Escuela de Arte, en la que se sintió en todo momento protegido; y todo lo que vino después. Porque el verdadero miedo lo pasó Secundino huyendo de la guerra en autobús a Francia, por Valcarlos. “Iba con una carta de justificación falsa en la que ponía que tenía que pasar a Francia a recoger a su hermana, y en el autobús se le sentó al lado un militar requeté. Mi abuelo iba asustadísimo, tenía el enemigo junto él. Llegó a Valcarlos, se bajó del autobús, pasó a la garita de los franceses y estando allí apareció el militar requeté con las manos arriba y diciendo: “Voy disfrazado, yo también quiero escapar”. Entonces los dos se debieron mirar y decir: “¡Ay va!, ¿usted también?”. Y se fundieron en un abrazo”, relata Iñako Redín.

“Con la exposición de este rótulo se homenajea a la generación que inició el lettering”

José María Lema - Diseñador gráfico, profesor en la Escuela de Arte de Pamplona

DE PAMPLONA, PRESO A BILBAO

Secundino se estableció en Francia, donde le llegaron noticias de que la Bolsa de Bilbao parecía que iba a resistir, y allí decidió marcharse. Trabajó como administrativo en un sanatorio infantil, y en un momento dado volvió a Pamplona, donde un familiar muy cercano lo denunció y lo apresaron. Por esa vivencia, el nieto ha oído tantas veces al abuelo decir despacio que “una guerra civil es lo peor, porque hoy te estás tomando un vino con un amigo y mañana es el que te denuncia”.

Las peripecias de Secundino, que fue apresado en Pamplona y trasladado a la cárcel de Bilbao, no acabaron ahí. Estando en prisión, conoció a José Arrue (Bilbao, 1885-Llodio, 1977), pintor de la época, costumbrista y muy afamado, con exposiciones y una proyección que la guerra cortó. “Se hicieron muy amigos y Arrue enseñó a mi abuelo a rotular”, cuenta Iñako.

Pero el regalo más valioso de José Arrue no fue ese aprendizaje. “Estando preso en Bilbao, mi abuelo se encontró con un militar de Pamplona que le reconoció: hombre, Secundino, tú por aquí... Sí, las circunstancias, la guerra... No te preocupes, que yo te lo voy a arreglar, le dijo el militar. Yconforme lo dijo entró en la oficina de la cárcel y ordenó: a éste lo pasamos por cuchillo”.

Secundino Redín Vidaurre (2º por la dcha.), con su mujer Felisa Janariz (centro), el pintor José Arrue y la mujer de éste. cedida

DE CÓMO SECUNDINO SE LIBRÓ DE MORIR EN EL PAREDÓN

Parecía destinado a morir en el paredón, y Secundino volvió a salvar la vida. Porque cuando lo llevaban a fusilar, José Arrue, el pintor-artista a quien le estaban presionando para componer un cuadro para el mando de la cárcel, dijo firme que si se llevaban a su "mozo de pinceles", nunca les pintaría el cuadro. Y aquello libró a Secundino de morir en el paredón.

Como no podía ser de otra manera, “con José Arrue tuvo una grandísima amistad después de salir de la cárcel, tras cumplir tres años de condena, y juntos pintaron un mural en el Balneario de Betelu que en su día fue importante y reconocido, aunque ya ha desaparecido”, cuenta el nieto de Secundino.

El rótulo de 4 metros y medio de largo que los nietos Redín han cedido a la Escuela de Arte de Pamplona lo creó su abuelo a comienzos de los años 50 para la tienda que abrió –la primera del negocio familiar– en la esquina de la calle Tafalla con Baja Navarra, y que se mantuvo abierta hasta 2005. Sus letras fueron pintadas a mano con pincel chato y colores al óleo, posiblemente utilizando plantillas de cartón.

“Se cierra el círculo, el rótulo vuelve al lugar en el que mi abuelo salvó por primera vez la vida”

Iñako Redín Arrasate - Nieto de Secundino Redín Vidaurre

Cuando el comercio iniciado por Secundino cerró, la familia trasladó el rótulo a la droguería familiar de Martín Azpilicueta, donde se conservó hasta que ésta cerró sus puertas el pasado 23 de enero. “Entonces decidimos donarlo a la Escuela de Arte. Supone redondear la historia, completar el círculo. Este rótulo, que es una pequeña joya gráfica, acaba en el sitio donde mi abuelo salvó por primera vez la vida”, dice Iñako Redín Arrasate.

Además del rótulo, la familia Redín ha hecho entrega este jueves a la EASD de un cartel con un motivo costumbrista, el del cuadro que José Arrue pintó para el escaparate de la tienda de Secundino, y donde se lee Droguería Argaray, como se llamaba la tienda.

LA ESCUELA DE ARTE, "MUY AGRADECIDA" POR LA DONACIÓN

La Escuela de Arte recibe “con mucho agradecimiento” estas donaciones, tal y como reconoce su director, Pedro Sorbet Recalde. “Siempre es interesante contar con patrimonio vinculado a nuestra ciudad, Pamplona, en este caso con un valor tipográfico e histórico. Colocaremos tanto el rótulo como el cartel, uno cerca del otro, en alguna pared de la Escuela, donde estarán expuestos de forma permanente. Para que los alumnos y alumnas puedan ver estas muestras de patrimonio gráfico urbano, que hace unos años en muchas escuelas no se valoraba y que creemos que tiene un valor; primero, creemos que es importante conservarlo, y desde luego en la tipografía hay un mundo interesante, que igual no es arte puro y duro, pero sí es una disciplina artesanal que tiene un valor. En varios ciclos dentro del diseño gráfico se estudia tipografía en esta escuela, así que el rótulo está en un buen lugar”, valora el director de la EASD, quien ha intervenido este jueves en el acto de entrega del rótulo de Secundino Redín Vidaurre que se ha celebrado por la tarde en el salón de actos de la Escuela de Arte.

El encuentro ha estado protagonizado por todos los nietos de Secundino: los hijos de Maribel, Javier Ruiz Redín, Mikel Ruiz Redín y Fermín Ruiz Redín; y los hijos de Clemente El Pifi, Julia Redín Arrasate, Marisa Redín Arrasate e Iñako Redín Arrasate. Y ha contado también con las intervenciones de Óscar Brako Ozkoidi, de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico; y del grafista y profesor en la EASD José María Lema, quien ha puesto en valor el rótulo creado por Secundino a principios de la década de los 50.

“Dentro de la Escuela, en sus pasillos se exhiben obras escultóricas, piezas maestras de cerámica, forja, mobiliario, pintura, grabado, vidriera... Con la exposición permanente de esta obra se hace un homenaje a la generación que inició los albores de una disciplina tan rabiosamente actual como es el lettering, dentro de los estudios relacionados con el diseño gráfico. Las futuras promociones de diseñadores gráficos en Pamplona estarán acompañadas de una parte de su patrimonio histórico; de esta manera, pasado y presente se funden en el mismo espacio”, destaca Lema.