Las historias que no se conservan vivas acaban desapareciendo tragadas por el pozo del olvido. De poco sirve que descansen, plácidas y abandonadas, entre las páginas de los libros de Historia que, a su vez, descansan olvidados en los estantes de las bibliotecas. Por eso es tan importante la decisión tomada por Sabino Arana Fundazioa de reeditar, en formato digital, el libro de Gregorio Arrien, ¡Salvad a los niños! Historia del exilio vasco en Gran Bretaña, 1937-1940. Este formato lo pone, de forma permanente, al alcance de todas las personas interesadas.

El libro contiene un profundo y extenso estudio que ayuda a entender las innumerables dificultades y los graves problemas que pasaron las personas que tuvieron que escapar de los ataques y la represión de los rebeldes. Las pasaron a pesar de que su gobierno, el de Euzkadi, organizó una inmensa red de apoyo y protección que se inició con la malla de atención para los refugiados generados por la caída de Gipuzkoa y que culminó con toda esa red de acogida a exiliados que se organizó primero en Francia y luego en Iberoamérica.

Arrien centra este trabajo en las 3.861 niñas y niños que un 21 de mayo de 1937 abandonaron Euzkadi para dirigirse a Gran Bretaña. Salieron del puerto de Santurtzi en el vapor Habana con destino a Southampton (donde llegaron el 23 de mayo). Viajaron acompañados por 95 maestras, 120 ayudantes y 15 sacerdotes, sin olvidar a los dos médicos, dos enfermeras y a la parlamentaria británica Leah Manning, así como al capitán y la tripulación del buque.

El ‘Habana’

El Habana fue un transatlántico de 10.551 toneladas construido en La Naval de Sestao para la Compañía Trasatlántica. Fue botado en 1920 con el nombre de Alfonso XIII. Nombre que se le cambió a Habana con el advenimiento de la II República. Tenía 146 metros de largo, 19 de ancho y 6,3 de calado. Fue diseñado para transportar 2.064 pasajeros y 245 tripulantes.

Con el inicio de la insurrección este buque pasó de realizar viajes regulares a Nueva York con el itinerario Bilbao-Cuba-México-Nueva York o cruceros de placer de Bilbao a Londres, a acoger refugiados de Gipuzkoa, y a ser buque hospital. Finalmente se encargó –entre mayo y junio de 1937– de sacar de la parte de Euzkadi aún controlada por su gobierno legítimo a más de 16.800 niñas y niños.

Un grupo de niñas y niños vascos acogidos en Newcastle. Foto: Basque Children of ’37 Association

El 6 de mayo, un 2.275 niños fueron llevados a La Pallice (La Rochelle) en el oeste de Francia. Diez días después, e 16 de mayo, otros 2.185 niños fueron transportados hasta Pauillac (cerca de Burdeos). Apenas una semana después, el 21 de mayo, los registros apuntan que 3.861 niños fueron llevados a Southampton. Al mes siguiente, el 1 de junio en concreto, hubo otro transporte de 2.318 niños hasta La Pallice. Y el mismo destino tuvo otro grupo de 1.733 niños el 6 de junio. Una semana después, el día 13, un total de 4.500 niños llegaron a Pauillac de los que 1.610 fueron después a Leningrado.

Las personas interesadas en conocer la historia de aquellos pequeños refugiados vascos que llegaron a Gran Bretaña deben bucear por la web de la Asociación de niños de la guerra en Gran Bretaña (www.basquechildren.org). Una asociación que ha realizado, y realiza, una labor de un valor inconmensurable en la conservación y difusión de esta parte de la historia de nuestra patria. Una labor que algún día, esperamos, sea reconocida como se merece en nuestro país. Esta organización ha acogido, por cierto, con gran alegría la reedición de este libro que recopila la historia de sus niñas y niños.

La investigación de Gregorio Arrien

El autor de este libro, Gregorio Arrien, podría ser definido en solo cuatro palabras como: vasco, pasionista, historiador y patriota. Fallecido en 2019, ha dejado en nuestro país una huella de una profundidad y amplitud extraordinaria concretada en numerosas investigaciones, libros y actuaciones en defensa de nuestra memoria colectiva. En la trayectoria como investigador (una de sus múltiples facetas) de este vasco de Kortezubi, destacan sus investigaciones del exilio político y principalmente la evacuación de niños durante la Guerra Civil de 1936-1939. Su interés y su vinculación con esta parte de nuestra historia le llevó a ser, en 1986, unos de los fundadores y primer presidente de la Asociación de Niños Evacuados el 37.

Su investigación sobre estas niñas y niños se fue concretando en una serie de libros que tuvieron su culminación en el que acaba de reeditar Sabino Arana Fundazioa y que vio la luz, en su primera edición, en 2014. Este libro es una completa y voluminosa obra (902 páginas) en la que se aborda todo lo relacionado con el exilio de los niños vascos en el Reino Unido. Para realizarla se basó en una rica documentación, mucha de ella inédita hasta aquel momento, procedente de la delegación de Londres del Gobierno vasco, además de otras fuentes archivísticas, hemerográficas y de numerosos testimonios orales de protagonistas directos.

Vista de North Stoneham Camp.

Un libro fundamental

El libro narra la guerra en Euzkadi, la evacuación y la vida en los distintos campos e internados de estas niñas y niños. Pero también relata la historia de sus acompañantes auxiliares, maestras y sacerdotes, así como la historia de la delegación de Londres y del resto de exiliadas y exiliados vascos que arribaron a Gran Bretaña. Arrien no esconde ni disimula los muchos y graves problemas que este grupo de vascos vivieron y sufrieron durante ese exilio lleno de necesidades, penurias, incomprensión e incertidumbre.

Problemas que empezaban por la oposición de la propia Iglesia católica británica o la neutral simpatía que mostraba el Gobierno británico para con los rebeldes, y acababan en las dudas, sinsabores, roces, dificultades y problemas que niños, andereños, sacerdotes y resto de refugiados vascos vivieron en esos tiempos terribles. Fue un tiempo de héroes, en el sentido real de la palabra. Un tiempo de personas capaces de enfrentarse a los problemas y sacar adelante un complejo proyecto que evitó que miles y miles de niñas y niños vascos sufrieran con mayor intensidad aún los desastres de la guerra.

Niños y adultos en North Stoneham Camp, el primer lugar de acogida.

Niñas, niños y adultos vascos se tuvieron que enfrentar incluso a lógicas miserables de los que desde Gran Bretaña reclamaban la devolución de las pequeñas y pequeños a Euzkadi. Con la idea de que su vuelta, y el sufrimiento que eso les produciría, ayudaría a que acabase antes la guerra. Una lógica que buscaba convertirlos en piezas de una política de cuanto peor, mejor de la que parece que los vascos no somos capaces de librarnos del todo.

Pero también sintieron el apoyo y la solidaridad de miles y miles de británicos que se esforzaron por hacer más llevadero a jóvenes y adultos vascos, este tiempo de exilio, de tristeza y de separación. Una solidaridad con el sufrimiento de los vascos que se percibe en el libro que escribió el periodista del Times George L. Steer tras la caída de Bilbao. El árbol de Gernika: Un ensayo sobre la guerra moderna destila el cariño, el respeto y la admiración de ese joven, pero ya bregado periodista de guerra, con la lucha de aquellas vascas y vascos contra el monstruo del fascismo. Una simpatía que no le impidió ver las debilidades y errores de aquel gobierno y de aquel ejército creados de la nada.

Sus artículos sobre lo que ocurría en el frente vasco y en especial su empeño en difundir la verdad del bombardeo de Gernika, desmontando la mentira creada por los rebeldes, fue clave para que se abrieran las puertas de Gran Bretaña a aquellos niños. Era el último impulso que necesitaba la parte de la sociedad británica que quería ayudar a aquellas niñas y niños para romper la resistencia de un gobierno que se declaraba neutral en el conflicto, pero que no podía disimular sus simpatías para con los insurrectos.

La gente se alinea en las calles para recibir a los niños refugiados que llegan a Southampton.

Leah Manning, la parlamentaria laborista que acompañó a esos niños en su viaje desde Euzkadi a Gran Bretaña, fue líder en ese movimiento de apoyo. Para entender su papel y su involucración hay que leer el artículo que el propio Gregorio Arrien escribía en diciembre de 2015 y que fue publicado en esta misma sección de DEIA. El título ya es muy esclarecedor: Leah Manning, la educadora con un homenaje pendiente.

El libro de Arrien se agotó con rapidez dado el interés que produjo entre todos los interesados por esa parte fundamental de la historia de nuestra nación. Por suerte, Sabino Arana Fundazioa ha tenido la iniciativa de reeditarlo en versión e-book, que puede ser adquirido a través de su página web. Se trata del primer libro electrónico que edita esta Fundación y su precio es de 15 euros.

Memoria y reconocimiento

Es un libro que hay que leer porque relata una parte fundamental de nuestra historia y porque nos ayuda a recordar algo importante. Con todos los errores y las miserias que indefectiblemente acompañan a la naturaleza humana, hubo en aquellos años un grupo de vascas y vascos comprometidos con la democracia, la libertad y su pueblo, que hicieron auténticos milagros defendiendo a los más débiles.

En un tiempo en que parecía que lo fácil, y hasta lo comprensible, era el sálvese quien pueda, se convirtieron en un modelo de cómo las guerras hacen aflorar lo peor de los peores, pero también lo mejor de los mejores. Y ellas y ellos formaron parte del selecto grupo de los mejores.

También es un libro que debemos leer porque es muy importante recordar estas historias en los tiempos que vivimos. Los vascos, nuestra sociedad, tienen la obligación moral de devolver parte de todo el apoyo y solidaridad que recibimos en aquellos terribles momentos.

Si aquello fue una tragedia para los nuestros, si sabemos que la solidaridad de tantas personas nos ayudó a aliviar, al menos en parte, el desamparo que el fascismo nos hizo vivir… cómo vamos a poder cerrar los ojos a los conflictos que hoy día se viven en Europa y fuera de ella.