Jugar en la calle frente a pasar horas ante una pantalla. Es la reflexión que propone El día que N desapareció, el nuevo libro infantil del escritor Jesús Ballaz (Liédena, 1946). Editado por Eunate, se trata del segundo volumen de la colección Yo leo y cuenta con ilustraciones de la pamplonesa Beatriz Menéndez.

Dirigido a priori a lectoras de entre 10 y 13 años, “aunque eso depende de cada persona y pueden disfrutarlo desde niñas y niños más jóvenes a personas de más de 90”, este trabajo no solo se articula en torno a una historia “con gancho” y un argumento “bien sostenido”, sino que quiere ser algo más. “Soy idealista y creo que la reflexión ayuda al progreso social. Cuanto antes piensen los niños sobre las cosas que les pasan, antes llegaremos a una sociedad más reflexiva”, indica Ballaz, a quien, por ejemplo, le preocupa “la falta de capacidad de atención” que tiene parte de la infancia actual “en gran medida a causa del uso de ordenadores y móviles”. “Esto inquieta cada vez más a pedagogos y a psicólogos”, por eso cree que hay que detenerse en este asunto. 

El autor traslada el tema a través “de un medio que puede resultar agradable”, como es la literatura, su herramienta desde hace mucho tiempo. No en vano, Ballaz, afincado en Molins de Rei, ha sido editor de textos escolares e infantiles y juveniles durante 37 años y ha publicado más de 50 títulos destinados a este público.

En el caso de El día que N desapareció, el escritor cuenta cómo las niñas y los niños de Molinsoga plantean a través de la redes sociales una acción muy peculiar: dejar de jugar hasta que vuelva Nerea, una niña que supuestamente ha desaparecido. Un gesto que en principio parece una chiquillada se convierte en un problema de consecuencia imprevistas. La idea se le ocurrió tras leer Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, “que comienza con una frase que me parece genial: ‘y al día siguiente no murió nadie”. “Lo que en primera instancia es una buena noticia resulta ser un desastre monumental porque cambia el ciclo natural de las cosas y se produce un caos social tremendo”, apunta el autor, que, en su caso, el “absurdo antinatural” de que los más pequeños no jueguen desencadena todo tipo de inconvenientes. Así, “hay gente que al principio está contenta porque cree que estarán más tranquilos y dedicarán tiempo a estudiar, pero pronto comienzan los despidos de monitores de comedor y del autobús, las jugueterías se exponen a la quiebra, los parques están vacíos, no se practican deporte ni otras actividades”... Y los protagonistas “se refugian en las pantallas, donde Quince, una empresa formada por listillos, trata de aprovecharse de la situación, creando una especie de juego de misterio en torno a la desaparición de la niña, a la que despojan de su nombre y convierten en N”. 

En forma y escribiendo

“Encantado” con las ilustraciones de Beatriz Menéndez y con el trabajo desempeñado por la editora María Oset, Jesús Ballaz cree que la literatura infantil vive un gran momento. Y a pesar de su extensa trayectoria, continúa con ganas de escribir y de publicar. “Yo ya estoy jubilado, pero esto me mantiene activo; mentalmente todavía tengo reflejos para crear historias con solvencia”, afirma. “Es una ventaja tener experiencia y ser consciente de que hacer las cosas bien lleva su tiempo”, agrega.

El escritor navarro sabe de lo que habla. Pasó una temporada en la Jugendbibliothek de Munich y durante su etapa en Ediciones B asistió a ferias en Frankfurt o Bologna. Algunos de sus textos han sido premiados y traducidos al alemán, francés, portugués, turco, japonés, coreano, chino y a todas las lenguas del Estado. Y la New York Public Library incluyó su libro El nieto del Cóndor en su catálogo de los mejores de 2021.